Rodolfo Aredes

A solas con… Rodolfo Aredes y Pepito (parte 2)

Desde niño empezó su vida circense, con muchas piedras en el camino pero convencido que era su lugar, su vida. Junto a su amigo inseparable, hizo reír a miles de chicos y grandes, sin distinción con un solo objetivo, robar sonrisas. Rodolfo junto a Pepito nos cuentan sus vidas, sus historias, sus pesares, sus alegrías y por sobre todas las cosas hablan de esa amistad que los tiene juntos hace más de 63 años.

Segunda parte

EI: ¿O sea que Pepito es peruano?
RA: Es peruano, nació en Puerto Callao, el tema era que el tiempo de tallado de este artista no era el mismo tiempo del parque de diversiones, como mucho estábamos 20 días en cada lugar y él demoraba 3 meses como mínimo en realizar el trabajo que me había prometido. Cuando ya nos íbamos de Lima yo fui a despedirme, era setiembre u octubre de 1955, seguíamos recorriendo Perú, nos dirigíamos al norte. En 1956 el parque se iba a Ecuador, no quise pasar porque temía no poder volver por ser menor de edad, es ahí cuando tomo la decisión de volverme solo a Puerto Callao y aproximadamente demoro 45 días en llegar. Ya en el puerto, me dirijo a la casa de Don Abraham Guiter y encuentro todo cerrado, el galpón, la casa y preguntando me dicen los vecinos que la hija llegaría a la tarde, así que me quede esperándola todo el día; cuando llegó demostró mucha alegría de verme nuevamente. Ese estado cambió notoriamente cuando le comenté que venía a buscar el ¨muñeco¨, su padre, Don Abraham, había fallecido y ella tenía la certeza que por culpa de hacer algo mundano y no referido a la iglesia como lo hizo toda su vida, su padre ya no estaba con ella, y por eso no me lo iba a dar.

Esta chica trabajaba en un club en Lima a unos 12 km del puerto aproximadamente, ella se iba a la mañana y volvía a la tarde, su papá la esperaba todos los días para tomar el té, luego le preparaba la comida y le dejaba todo listo para el almuerzo del día siguiente. Un día llegó del trabajo y su padre no la estaba esperando, va al taller y lo encuentra muerto en su banco de trabajo, apoyado en la mesa, con la cabeza de este muñeco mirándolo. Esa fue una imagen muy impresionante para ella. Fue la última obra que hizo su padre. Esto la golpeó mucho, tenía motivos para no querer a ese ¨muñeco¨, me contó después que su padre, como nunca lo hizo en la vida, empezó a atrasarse en la entrega de los pedidos a distintas iglesias y fieles, porque estaba dedicado y obsesionado haciendo el muñeco. Tenía tanta pasión por hacerlo que descuidó su propio oficio, decía que su padre había cambiado y Dios lo castigó, su dolor explicaba perfectamente su reacción.

¨El ventrílocuo era mal visto en esa época, los pocos que había usaban malas palabras para sus actuaciones, palabras que hoy ya son comunes en las casas¨.

EI: ¿Usted se quedó unos meses en Puerto Callao esperando que la hija de Guiter le entregue el muñeco?
RA: Yo me quedé un largo tiempo trabajando en el puerto y yendo reiteradas veces para que me lo entregara pero nunca fue posible, ella seguía con el mismo argumento.

Ahí conocí a Don Santusi que me cobijó para que pudiera trabajar en el puerto, como era menor de edad no podía, pero él me anotó como ayudante y pude trabajar varios meses. El tiempo pasaba y yo decidí irme a Lima en busca de un circo o de un parque, le dije a Santusi que me iba, me pagó y me fui decidido a esperar que llegara una nueva casa para mi. Así estuve como 4 meses trabajando y haciendo ¨changadas ¨ en Lima.

Un día llegó Héctor Cavallero, el conocido productor argentino, él era representante de algunos circos o por lo menos les vendía personajes a esos circos y también números artísticos. Él estaba allí porque se cumplía un aniversario en el Club Sporting de Lima y organizaban un espectáculo con un sorteo, algo grande, una especie de inauguración de una parte del Club y Cavallero le había vendido un espectáculo al club. Días previos a la fiesta, nos cruzamos por la calle, me reconoce porque ya me había visto actuar en otros circos, se me acerca, me abraza y me dice que me necesitaba, que quería mi número en la fiesta del club, pero antes tenía que hablar con la comisión porque a cierto horario no podían andar menores y menos trabajando. Me fui a hablar con el presidente y cuando llegó me encuentro con la hija de Don Abraham, nuevamente insisto y le digo que lo único que quería es hacer hablar al personaje fabricado por su papá y que era el sueño de él y que yo quería cumplirle. Le expliqué que no fue mi voluntad, que ella entendiera que yo no le había pedido a su padre que me hiciera el muñeco. Ella tenía la versión que yo había tentado a su papá con dinero para que me lo fabrique, yo quería convencerla y entendiera que su papá quería que una obra de él hablara. El presidente y dueño de la confitería del Club Sporting la convence que me lo preste para que cumpla con el sueño de su papá, le dice ¨ vas a escuchar con tus propios oídos el sueño de tu padre¨, así es que me asegura que me lo prestaba para la fiesta, en realidad se hacían dos fiestas de inauguración, una para la gente del club, autoridades y familia y otra para la gente en general.

El 17 de abril de 1956 se hizo la primera, ese 17 lleva el muñeco, le había hecho la ropa con una camisa de su papá, ya estaba pintado y yo terminé de armarlo, era solo ponerle los brazos y las piernas y acomodarlo un poco. Lo había traído en un bolsón rojo con botones (no existía el cierre) y cuando me estaban anunciando, en esa época era ¨Richard Smith y sus muñecos¨ , ella me lo alcanza y subo al escenario con el muñeco que había tallado su padre. Ahí debuta Pepito , 17-04-1956 a las 20:30 hs. El problema fue cuando el locutor anuncia mi número, yo subo al escenario con este muñeco, me acomodo, lo pongo en mi rodilla, lo miro y no sabía quien era, no le había puesto un nombre, lo único que me ayudó eran los siete años de oficio que llevaba de ventrílocuo, fue un momento muy emocionante, estaba con algo que había deseado mucho, me había costado muchísimo, recuerdo que caminé más de 4 meses por Perú yendo y viniendo para tratar que me diera ese muñeco y ese momento había llegado, lo mire y le pregunte ¨como se llama¨, algo curioso, llevamos juntos más de 60 años y no lo ¨tuteo¨, y él me contesta ¨Pepito y me quiero ir a mi casa¨ y ahí empezó a decir cosas que las tengo que haber inventado en ese momento, no tenía nada escrito ni había pensado nada. El hablaba de la naturaleza y del árbol, que era de madera y me contó una historia, me dijo ¨Alguien sembró la semilla, y lo cuidó, lo hablaba y lo regaba y lo veía crecer y cuando fue árbol fue al revés le devolvía a quien lo cuidó sombra para que descanse, le dio sus frutos y las ramas para que los pájaros descansaran en sus viajes, hicieran su nido y cantaran dándoles su música. El tiempo pasa, el hombre muere y el nuevo dueño lo arranca de raíz y sin embargo sigue sirviendo, porque hoy me ven un muñeco de madera pero podría haber sido su mesa donde comía todos los días o una hermosa guitarra con un inigualable sonido ¨. Ese libreto lo había creado en ese momento, no se el motivo, cómo salió, la verdad que nunca encontré una explicación.

Mientras actuaba, no me había dado cuenta que la hija de Don Abraham Guiter se había desmayado, el número que hice duro poco tiempo porque no tenía nada preparado, además era otro tipo de público con el que estaba acostumbrado a trabajar, no era un público cirquero, era gente de elite, un espectáculo suntuoso. Aún así pude salir del paso y la gente me felicitó. Cuando bajé del escenario y me voy al camarín, me cuentan lo que había pasado, que se descompuso pero ya estaba recuperándose. Me quedo a un costado esperando que mejore porque quería hablar con ella para devolverle a Pepito. Ya mejor, les pide a todos que salgan que quería hablar conmigo a solas, la gente que estaba adentro del camarín se retira, cierra la puerta. Yo me sentía bien porque había cumplido el sueño de su padre, estaba muy agradecido que ella lo hizo posible y cuando quise hablar, no me dejó y me dijo «El muñeco es tuyo, y no te lo regalo yo, te lo regala mi padre, no puedo estar contra de su voluntad. El cuando tallaba hablaba con el personaje que estaba trabajando y hoy lo escuche a Pepito y es mi padre el que hablaba y yo no lo puedo callar, pero eso no sería tan importante para que te lo de, lo más importante es que yo tenía un hermano que se llamaba José y le decíamos pepito y murió muy niño y esto vos no lo sabias, entonces no tengo dudas que fue mi padre quien hablo hoy. Solo te voy a pedir una ultima cosa, un último deseo, no quiero verte nunca más».

«Don Abraham Guiter lo terminó de tallar pero no de armarlo a Pepito y falleció, le faltaba la ropa y algunos detalles».

EI: ¿En que parque o circo fue su primera actuación con Pepito?
RA: Después que la hija de Abraham me lo diera, busqué mis cosas donde estaba alojado, agarré el bolsón rojo con Pepito, a Raulito y me fui porque no quería que se arrepienta y me lo quitara, quería alejarme de Lima, del puerto y caminando sin rumbo, llegue a Bolivia. Allí encontré al parque de diversiones ¨Ideal Park¨ de Ángel Mancini, con ese parque luego me volví a Argentina recién en el ´57 o sea que demore como 9 meses aproximadamente. En ese parque tenía mi número con Pepito y con el tiempo pasó a ser uno de los números más importantes del parque.

¨En Lima tocaba la puerta de una casa y ofrecía barrer la vereda por una taza de té. No aceptaba nada si no era a cambio de un trabajo¨.

EI: ¿Ya en Argentina donde se instalaron con el parque?
RA: La idea del dueño era empezar a recorrer todos los pueblos desde el norte, el primer lugar que fuimos y nos instalamos fue Tartagal, recuerdo que había una sola calle asfaltada, la calle San Martin, estaba el Hotel Espinillo que era un lujo para esa época, todas eran casas de madera y el hotel era lo único distinto. Ahí conozco a un periodista Méndez Luchessi corresponsal de la Agencia El Tribuno, él fue a ofrecerle la publicidad al parque, vio la función, me vio trabajar y luego me llamó para conversar y me dijo que quería hacerme una nota para el Diario. En esa época era impensado una nota en un diario tan importante, así fue que junto a la gente del parque nos realizó la entrevista.

A la semana viene a verme nuevamente y me dice si quería hacer una actuación en el Club Madereros de Mosconi, para mi era un ¨bolo¨, llamamos así a un trabajo extra que aparece repentinamente, por supuesto que le dije que si pero yo me imaginé, porque lo tenía en la cabeza, que era algo parecido al Club de Perú, algo refinado con gente de alta sociedad y no fue así por suerte, este club era un club de barrio, la gente tenía que llevar la silla, piso de tierra, era un lugar al que yo estaba habituado. Así fue que ese domingo, Méndez Luchessi me buscó en el parque en su camioneta Chevrolet vieja y me llevó hasta el club de Mosconi, me presentó al presidente el Sr. Vidondo, arregló todo, también la vuelta porque era muy importante que me llevaran de vuelta a Tartagal porque a la noche tenía función.

Desde que habíamos llegado a la Argentina lo único que se decía y hablaba era que ¨Perón estaba prohibido¨, la Ley 4.161 prohibía pronunciar el nombre de Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón como también algo relacionado a la ideología peronista. Yo siempre trataba de estar actualizado con mis libretos e investigaba detalles y costumbres del lugar donde estaba actuando para que pareciera que Pepito era de ese lugar. Cuando llegué a Mosconi pregunté el nombre del intendente, del presidente del club, del locutor, de personalidades conocidas del lugar y en ese momento giraba alrededor de mi cabeza que no se podía decir Perón y pensé que iba a ser un impacto. Empiezo mi número y en medio del show que grito Pepito, ¨Viva Perón¨, en ese momento sentí un silencio y frio asombroso, pasaron de la risa a la quietud miedosa, se miraban entre ellos porque no querían sentirse cómplices, sabían que se había violado la ley y todos podían ir en ¨cana¨. Terminé la función como pude porque la gente ya no era la misma, Pepito llorando porque no quería ir a la valija, hasta ese momento seguía siendo el bolso rojo de Lima, y así terminé mi número. Cuando estaba saliendo se acerca un agente policía y me dice ¨el comisario quiere hablar con Ud.¨, yo me imaginaba otro bolo, feliz voy a la comisaría y me dice el comisario Adán Villagra ¨Ud. infringió la ley¨ yo sorprendido le pregunto que había hecho y me contesta ¨Ud. gritó Viva Perón¨, ahí en ese momento saqué toda mi escuela de la calle, la improvisación del oficio y sin dudar le contesté ¨yo no dije viva Perón¨, él me vuelve a decir ¨sí, usted dijo viva Perón ¨ y yo le contesto ¨yo no dije, fue Pepito¨ y ahí empezó la discusión, recuerdo que la comisaría estaba detrás del escenario y era de madera, así que el comisario estaba escuchando todo, hasta los pasos que daba en el escenario, en la discusión que había sido yo o no, nuevamente saco esa ¨Viveza Criolla ¨que me dio la calle y le digo¨ ¿Por qué no le pregunta a la gente quién grito?¨ y la gente decía ¨fue Pepito, fue Pepito¨, le pregunta al policía que si había estado en la función y le contesta lo mismo. El comisario Villagra, dubitativo, me dice que lo traiga a Pepito, voy a buscarlo al auto de Vidondo porque ya me volvía al Parque y me dice que lo ponga en la celda, cierra la puerta y me pregunta ¿quién gritó viva Perón? y yo mirando la situación, el bolso con Pepito adentro de la celda y yo afuera no dudo y le digo ¨Pepito¨ y ahí el comisario me dice ¨Pepito queda detenido¨.

¨Desde que me fui de mi casa siendo tan niño, Abraham Guiter y su hija fueron las únicas personas que me dieron ¨algo¨, me dieron a Pepito¨.

Continuará

Te invitamos a escuchar la segunda parte de esta entrevista en este podcast en Spotify

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