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Camila Sosa Villada: “Hacemos lenguaje, así es como se sanan las civilizaciones”

Camila estudió cuatro años de Comunicación Social y otros cuatro de la licenciatura de Teatro en la Universidad Nacional de Córdoba. En 2009 estrenó su primer espectáculo unipersonal, Carnes Tolendas, retrato escénico de un travesti. En 2011 protagonizó la película Mía, de Javier van de Couter. En 2012 actuó en la miniserie La viuda de Rafael. En 2014 hizo en teatro El bello indiferente, de Jean Cocteau. En 2015, trabajó en Despierta, Corazón Dormido/Frida. En 2016, en Putx madre y en 2017, en El cabaret de la Difunta Correa y la miniserie La chica que limpia. Es autora del libro de poemas La novia de Sandro (2015), el ensayo El viaje inútil (2018) y las novelas Las malas (2019) y Tesis sobre una domesticación (2019). Las malas fue considerada una de las mejores novelas de 2019. Cuenta la historia de un grupo de mujeres trans que trabajan como prostitutas en el parque Sarmiento en la ciudad de Córdoba, tuvo ocho ediciones en Argentina y se publicó en Chile, en Uruguay, en México, en Colombia y en España; se tradujo al francés, al alemán, al italiano, al noruego y al croata; estuvo entre los finalistas del premio Filba-Medifé y ganó el premio Sor Juana Inés de la Cruz en México.

Antes del programa hay un separador que hizo la Negra Vernaci, y automáticamente nos acordamos de vos por la amistad y admiración que tenés hacia ella.
Yo la quiero mucho. Cuando vivía en Mina Clavero la veía en la tele en ese programa que se llamaba Infómanas, y después la seguí en la radio cuando estaba de madrugada en la Rock and Pop. Lo que me pasa con esos artistas y comunicadores como ella, Urdampilleta, Tortonese, es que generaron una especie de educación sentimental que yo me supe dar a mí misma. Hubo un momento en que los medios de comunicación aún aportaban algo a esta sociedad, a las generaciones como la mía, perdidas en Mina Clavero, cuando no había nada que brillara, nada que tuviera color. Los ciclos de Alejandro Doria, los programas de Gasalla, escucharla a la Negra decir las cosas que decía cuando el lenguaje era algo tan sagrado, yo pensaba que allí había algo para aprender. Siempre una mira con nostalgia todo eso, que fue una felicidad en algún momento.

El primer espectáculo como actriz que “te hizo salir al mundo” se llamó Carnes Tolendas, retrato escénico de un travesti, donde hacés una referencia muy personal mezclada con personajes de García Lorca. Este “descarnarse” está también en Las Malas y en las obras de Lorca y nos muestra el destino trágico, la opresión por los convencionalismos sociales, el deseo de libertad, la frustración provocada por la realidad implacable, el erotismo, las pasiones. ¿Es el arte el único espacio que te permitió contar todo esto?
No necesariamente. Mis amigos y amigas siempre me escucharon, mi analista también me escucha, para nada. No uso el arte con el propósito de contar lo que me sucedió, es algo más complejo y profundo. Es la razón por la que estoy viva, no sé si caería en una depresión profunda si no pudiera hacer esto. Escribo desde que aprendí a escribir.

Juan Forn dice en el prólogo de Las Malas que la novela “es un relato de infancia, un rito de iniciación, un cuento de hadas y de terror, un retrato de grupo y un manifiesto político”. ¿Qué es para vos Las Malas?
Es un libro que escribí en el 2019 que trata sobre la vida de la Tía Encarna y sus amigas acá en el Parque Sarmiento de Córdoba Capital (risas), después me acusan de frívola. Nunca pensé en que podía a llegar a repercutir como lo hizo en los lectores y lectoras. Es un libro en el que yo me propuse hacer vales mis trucos, hacer valer mi ficción, lo que a mí me gusta hacer que es contar historias. No es una historia personal, sino algo que yo recibí entre las manos que fue lo que me daba a mí la sociedad habiendo apenas comenzado a travestirme. Lo que yo recibía de ustedes, de la gente, yo lo estoy haciendo pasar hacia el futuro convertido en otra cosa, es como algo alquímico. Es la práctica del lenguaje que no es utilitario, no sirve para hacerme sentir mejor a mí ni a nadie, no es para abrirle la cabeza a nadie ni para que nadie se conmueva con la triste realidad de las travestis de aquella época. Es hacer lenguaje, hacer mundo. Toni Morrison (una novelista, ensayista, editora y profesora estadounidense) dice algo que me quedó grabado: “No hay tiempo para la conmiseración, no hay tiempo para el silencio, no hay tiempo para sentir lástima por uno mismo. Escribimos, hablamos, hacemos lenguaje, así es como se sanan las civilizaciones”. Yo hago lenguaje, hago mundo de nuevo.

Unas de las palabras que más aparecen en la novela es violencia. Hablábamos en otras entrevistas con Gabriela Cabezón Cámara y con Gabriela Saidón acerca de eso, ellas entendían a la violencia como lo fundacional de la historia latinoamericana. ¿Qué pensás vos de esa ecuación entre odio y violencia a la que esta sociedad somete a las chicas trans?
Lo violento es que estamos yendo a toda velocidad a estrolarnos contra un muro. Es algo de lo que no podemos escapar ni los que hemos advertido que eso está sucediendo, ni los que están yendo a tontas y a locas a estrellarse contra una pandemia o contra sus propias ideas. Lo vemos en los rebrotes neofascistas o de transfobia, es un odio que es como un boomerang, va y vuelve, pero nunca se va. Eso es lo violento, ver cómo todos estamos yendo hacia el final del mundo a destrozarlo todo. Tampoco podemos escaparnos de las grietas, parece que este país está solamente habitado por macristas y peronistas, machistas o no machistas. Una que siempre ha sido travesti toda la vida, que se ha ocupado de que esos extremos se acerquen, tiene ganas de escaparse hacia algún lado y no puede.

La Tía Encarna, (personaje de Las Malas), apela a lo colectivo como forma de sobrevivir en una sociedad que discrimina. ¿La organización colectiva puede ser la única forma de zafar de la opresión?
No lo sé. Creo que no me corresponde a mí decirlo, ¿qué soluciones podemos platear a esto? Para mí se trata de hacer pequeñas alianzas para tratar de pasarla un poco mejor. Funcionó durante mucho tiempo la amistad, después vimos que la amistad está teñida de todo tipo de manipulaciones. Se trata de pequeñas alianzas que nos procuren estar un poco mejor: amores, amigos, relaciones profesionales.

Cuando leés Las Malas y La novia de Sandro es inevitable no sentir ese influjo de Lorca y, más que nada, de García Márquez, en la adjetivación, en el uso del estilo indirecto, en esas frases con las que terminás los capítulos y te estrujan el corazón y en los destinos de los personajes. ¿Qué rescatás en tus textos de estos dos autores? ¿Qué otros escritores están en tus libros?
Cuando estaba escribiendo Las Malas estaba leyendo a Doris Lessin (escritora británica ganadora del Premio Nobel) que escribía libros sobre distopías, muy hermosos. Ella habla de un mundo cubierto de agua y barro, un mundo pantano, habla de mundos donde los tiranos son los niños. Estaba muy inmersa en esa escritura. Las Malas es una distopía, por hablar de realismo mágico es acortar la posibilidad del libro. Está teñido desde el comienzo de un mundo que no existe. Fijate cómo se corren las percepciones de la realidad, de lo que es la magia, tan sólo con la mirada de una travesti. Escribir un libro en el que una travesti pueda darse el lujo de tener su rollo existencial, personal, íntimo y privado acerca de cómo ella resuelve su erotismo nos parece de ciencia ficción desde hace no mucho tiempo. Siempre tengo a Lorca conmigo, a Marguerite Duras (que me he leído todo lo que escribió, hasta sus entrevistas).

En Las Malas decís que “Ser travesti es una fiesta”. Cuando ves documentales tan hermosos como El Archivo de la Memoria Trans eso es evidente. ¿Cómo ves este proyecto que intenta rescatar esa memoria trans para que sea conocida?
Yo las amo con todo mi corazón a las chicas del Archivo. Son lo mejor que le ha pasado a este país en materia de arte, creo que deberían estar exponiendo en los mejores museos. Esas fotos de esas travestis en tetas en el lago con esos cisnes atrás son hermosas. Me asombra lo que saben, el trabajo al que ellas se abocaron, sin saber si iban a sobrevivir o no. Ahora empezaron a ganar algunos concursos en el mundo que les han dado algo más de visibilidad, pero antes no era así. Ellas no restauran las fotos, sino que detienen el proceso de ruina de esos documentos. Es muy alucinante, han entendido todo, son muy genias. Son las travestis de las que yo aprendí a ser travesti, es muy fuerte y muy valioso.

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Por Lucas Bertone para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 14 a 16 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7

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