Ciudad de Dios

Reseña: Ciudad de Dios

Esta semana traigo para compartirles mis impresiones sobre una película estrenada en 2002: “Ciudad de Dios”, una producción brasileña dirigida por Fernando Meirelles y Kátia Lund. La misma se encuentra disponible en Youtube con aceptable calidad de imagen y sonido, aunque doblada al español latino, algo que le quita una sazón importante a toda una historia cruda y directa. Es importante agregar que el film es una adaptación del libro de Paolo Lins que lleva el mismo nombre.

Una cantidad impresionante de personajes formarán parte de la trama y tres serán, por decirlo de una manera, transversales al armado de toda la historia: Ze Pequeño (Leandro Firmino), Manuel Galinha (Seu Jorge) y Buscapé (Alexander Rodrigues). Este último narrará, cronológicamente y en off, su vida y las actividades cotidianas de una favela carioca llamada Ciudad de Dios.

La historia da su inicio allá por los años sesenta cuando la Ciudad de Dios, una favela alejada de los ojos inquisidores de la gran ciudad, resultaba el destino inevitable de los excluidos brasileños. Si el gobierno no podía dar una respuesta a las necesidades básicas de estos “indeseables” la solución era mandarlos lejos, allá en los márgenes de Rio de Janeiro, invisibilizarlos.

Ciudad de Dios es un nombre irónico por supuesto. La favela que se va gestando con todas estas personas sin grandes proyectos, por falta de oportunidades obviamente, es un caldo de cultivo que coquetea con la mala vida. La pesada crítica que subyace en este film es justamente esa: ocultar a los pobres en un lugar donde no se puedan entender sus necesidades ni, mucho menos, sus problemas cotidianos. Rio de Janeiro, panacea de la alegría y felicidad, no puede ni mucho menos quiere lidiar con sus cariocas harapientos, hambrientos y marginales.

La película será una vidriera impecable del paso de tiempo en la Ciudad de Dios. Grandes cuadros de imágenes irán mostrando el desarrollo de esas casas sin medianeras de los sesenta a las construcciones hacia arriba, de la actualidad, con sus interminables escaleras características de las famosas favelas brasileñas. La cronología delictiva irá acompañando todo este paso: pequeños delincuentes irán siendo reemplazados por grandes pandilleros y el narcotráfico se apoderará de las calles del lugar y las vidas de los jóvenes cariocas.

Párrafo aparte merece la mención a las diferentes instituciones del Estado. La policía aparecerá como cómplice de la mala vida y gran responsable del accionar delictivo del lugar. Todo el velo que cubre la vida de los excluidos, por supuesto, es una invitación para esto. Cuando los medios de comunicación visibilizan las cruentas actividades que suceden en esta periferia de mala vida la fuerza policial empieza a tener algún tipo de presencia acorde a las necesidades ciudadanas y no los bolsillos de funcionarios corruptos. Con respecto a la presencia de actividades gubernamentales en el lugar, no se observa ningún tipo de contención que permita a los jóvenes encontrar otros caminos más allá de la delincuencia.

El gran mérito de esta película es visibilizar justamente a los invisibilizados. Dar protagonismo no sólo a la vida en la favela sino a sus ciudadanos. En el armado total de este film hay una cantidad importante de actores no profesionales, jóvenes y adultos del lugar que participaron de las escenas. Todo un mensaje de su director como de la gente del lugar ante un problema muy serio en el vecino país.

La posibilidad de poner en órbita y dentro de la consideración ciudadana la historia de una favela, sus ciudadanos y sus problemas es un mérito muy atribuido a este film. Hay un antes y un después en Brasil con la proyección de Ciudad de Dios. Un relato realista, crudo y bien montado como el de Meirelles resulta una eterna invitación a ver una y otra vez esta gran película.

Si estás dispuesto a disfrutar un film de alto voltaje social, serio y directo, con actuaciones de primer nivel, Ciudad de Dios es una de esos que se queda en la retina para siempre.

Hasta la próxima estimados y estimadas.

Por Javier Dávalos para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 14 a 16 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7

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