El dilema de las redes sociales

Reseña: El dilema de las redes sociales

Hace unos días desde El Influencer entrevistamos al psicólogo Eduardo Robino para hablar de Salud Mental, en un pasaje de la entrevista, en la que hablamos de la actualidad de la redes sociales y el ciberbullying, que podes leer o ver AQUÍ, recomienda ver la película «El Dilema de las Redes Sociales», así que acudimos a nuestros expertos para traer una reseña de este film.

¿Cómo están estimados amigos? Esta semana traigo para compartirles mis humildes impresiones sobre un Docudrama disponible en Netflix desde principio de 2020: “El dilema de las redes sociales” dirigido por Jeff Orlowski.

Un grupo de ex empleados de las principales redes sociales más importantes en la actualidad reflexionan y deciden poner en el ojo de la tormenta el accionar de las mismas. Tristan Harris, especialista en ética tecnológica, antiguo trabajador de Google, presidente y cofundador del Center for Humane Technology, será una de sus voces más representativas. Con él se pondrán sobre la mesa de discusión múltiples asuntos sobre las implicancias del uso de las redes sociales en la vida cotidiana: adicción a los dispositivos, uso indeterminado del tiempo, construcción de perfiles sobre los usuarios a partir de su historial de navegación, manipulación de datos con fines comerciales y políticos, deshumanización, construcción de estereotipos de belleza irreales y causante de problemas de baja autoestima en las nuevas generaciones, polarización de las sociedades a partir de la construcción de una mirada direccionada por el ofrecimiento de contenido unívoco y direccionado, bombardeo interminable de publicidad, cyberbullying entre muchos otros factores.

La adicción que genera el uso indeterminado de un dispositivo móvil, a partir de una navegación sin límite temporal, es uno de los grandes temas que desarrolla este docudrama. El principal negocio de las aplicaciones, en apariencia gratis, es justamente mantener a los usuarios conectados 24/7 al mundo virtual. Para la concretar este fin se utiliza una serie de acciones proyectadas desde una especie de Matrix que ha ido recopilando informaciones sobre el usuario en cuestión: medir los tiempos de interacción con respecto a contenidos de preferencia, contactos frecuentes, cantidad de me gusta clicleados. Una tarea fundamental se lleva a cabo para concretar todo esto: poner al alcance del “navegante” páginas, usuarios y contenidos que se relacionen con su perfil y, por otra parte, generar notificaciones, una especie de timbre en la vida real, para “traer o recuperar” a aquellas personas no conectadas. El gran interrogante del asunto es ¿Para qué se realizan todas estas acciones? ¿Cuál es el fin de tener un navegante eterno? La respuesta es obvia: contar con un futuro cliente para ofrecerle publicidad ilimitada y direccionada. Se sabe casi todo sobre él: su edad, gustos, preferencias, en pocas palabras, es el receptor ideal para determinadas campañas o fines. Lo más interesante de este asunto es que más allá de contar con un perfil detallado se tiene también a disposición su atención y, lo más preciado, su tiempo, el principal fin de todas redes sociales.

Las necesidades económicas de los grupos empresariales que suministran las redes sociales contrasta con las de cualquier mortal. Un individuo tiene una vida que llevar adelante, sentimientos y, por qué no, inquietudes de todo tipo. La gran crítica de las voces que aparecen en esta proyección tienen que ver con la utilización de las personas como mercancía, datos y números, lo único que importa en esta industria es el tiempo de las personas con fines comerciales. La corporación virtual, por decirlo de alguna manera, es capaz de generar una serie de prácticas y poner en funcionamiento toda una estructura tecnológica bastante compleja: promover modelos de aceptación social a partir de emoticones destinados para eso, cantidad de seguidores, filtros que mejoran las imágenes según un estereotipo de belleza para nada coincidente con la realidad. El sentir de un usuario habitué a las redes sociales pasa por estos lados, más aún si se trata de la población adolescente vulnerable. Múltiples casos de suicidios, pérdida de la autoestima, agresiones verbales por cuestiones físicas o raciales, son factores que hoy en día se están generando con estas prácticas según el documental.

También en el film existe un espacio importante para reflexionar sobre el avance de la inteligencia artificial y los famosos algoritmos, una especie de programación informática capaz de establecer secuencias lógicas y predecir los posibles intereses de los usuarios de las redes sociales. Es un cálculo cuantitativo del sistema bastante polémico ya que tiende a incrementar información de contenidos en una dirección y, también, establecer vínculos controvertidos que podrían interesarle a los navegantes. En pocas palabras, un sistema cuantitativo que no invita a la construcción de una mirada amplia y crítica sino mantener conectado, cueste lo cueste, al usuario (darle todo lo que podría interesarle más que proponerle otras cosas) y, por otra parte, establecer relaciones con contenidos “peligrosos” y para nada fundados que pueden generar alguna práctica social peligrosa o critica sin fundamento científico: discursos negacionistas sobre la efectividad sanitaria de las vacunas que lleva a criticar y desechar sus usos, poner en duda acciones o sucesos históricos, , teorías ya comprobadas, etc.

El documental pone en la órbita de la discusión no sólo los problemas psicológicos que puede generar el uso de las redes sociales sino también los problemas sociales que conlleva el andar para nada regulado que tienen las mismas. Justamente en él se plantea mucho la necesidad de exigir, a los organismos gubernamentales, legislaciones basabas en los derechos de las personas, algo que una práctica con fines mercantiles no estipula como necesaria. Las empresas que suministran estos servicios tienen como principal fin acrecentar sus divisas sin importar las consecuencias deshumanizadas que puedan generar, en definitiva, ser usuario no es lo mismo que ser una persona.

“El dilema de las redes sociales” es un docudrama interesante para poder observar todas las cuestiones antes mencionadas. Sí es conveniente decir que en algunos segmentos resulta repetitivo y hasta presentado con un bombardeo vertiginoso de datos. Me parece que puede actuar como un importante llamado de atención hacia los usuarios, las consecuencias en nuestras vidas familiares y el peligro que conlleva poner a disposición de las grandes empresas o gobiernos inescrupulosos toda una información sensible. Muchos ejemplos actuales muestran datos abrumadores que ponen un llamado de atención a las prácticas llevadas a cabo dentro del mundo virtual de las redes sociales.

¡Hasta la próxima estimados!

Por Javier Dávalos para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 14 a 16 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7

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