06 January 2021, US, Washington: Supporters of US President Donald Trump storm the US Capitol building where lawmakers were due to certify president-elect Joe Biden's win in the November election. Photo: Douglas Christian/ZUMA Wire/dpa
6/1/2021 ONLY FOR USE IN SPAIN

La centenaria y mundial doble moral

Luego de las elecciones en Estados Unidos, Joe Biden es el mandatario número 46 en la historia de EEUU, tendrá a su lado a Kamala Harris como vicepresidenta, quién es la primera mujer en asumir este cargo en la historia del país.

Biden asumió, como manda la ley norteamericana, ‘el próximo 20 de Enero del año siguiente a la elección’, mediante una ceremonia realizada en el Capitolio frente a una esperada multitud de adherentes, previo a este escenario el Colegio Electoral fue quien oficializó la elección y nombró al presidente y vicepresidente electos.

Lo curioso del caso fueron los días previos a esta ceremonia, o los últimos días de Trump como presidente, quien consideró que su derrota electoral fue un fraude, pese a que era su gobierno quien debía evitarlo en todo caso, si fuera cierto.

En los EEUU cada uno de los 50 estados tiene sus propias normas electorales, pero la ley federal establece una fecha común para que se terminen los recuentos, esta fecha tope se llama «Puerto seguro» (safe harbor), y en esta oportunidad es el 8 de diciembre. Para esa fecha, dice la legislación federal, toda la información de los resultados debe haber llegado a «puerto seguro», es decir, debe haber sido entregada por las autoridades electorales de todo estado y, en una situación normal, debe comenzar a esclarecerse quién será el nuevo presidente. Luego, el 14 de diciembre se reúne el Colegio Electoral, la entidad que efectivamente elige al presidente.

Recordemos que salvo Maine y Nebraska que otorga electores de forma proporcional, el resto de los 48 estados otorga la totalidad de electores al ganador, aunque gane por un voto.

Una vez que se ha manifestado el Colegio Electoral, el también recién elegido Congreso federal de Estados Unidos se reunió en Washington el 3 de enero de 2021, y el 6 de enero, certifica el resultado de la elección presidencial, según lo que ha manifestado el Colegio Electoral.

Hasta aquí todas las instituciones funcionaron correctamente, no así el trumpismo, que quiso tomar el Capitolio mediante militantes que consideraron a la derrota un fraude.

No será la primera vez en el mundo que quien pierde una elección, en vez de imbuirse en la autocrítica para saber el porqué del comportamiento social o el electorado, decide salvarse a través de una infundada denuncia de fraude, mucho menos cuando el que denuncia es el mismo oficialismo que debía evitar el fraude denunciado.

El respeto de las instituciones de la república no solo se defiende en los triunfos, sino, y sobre todo en las derrotas.

En nuestro país, a lo largo de la historia, hemos visto a alardeadores del derecho, la constitución y la república, que en la primera derrota electoral profesan y sugieren golpes de estado. Peor aún, tienen una subestimación enorme del electorado, cuando ganan: ‘la gente votó bien’ y cuando pierden: ‘la gente fue engañada’ ‘hubo fraude’.

Difícilmente pueda contribuir esta doble moral al crecimiento de las instituciones, pues las reglas deben cumplirse por todos, aunque a diario veamos que ciertos sectores son permisivos con sus afines, pero elevan horas de críticas si esa misma acción fuera de la ley la realiza alguien de su contra.

En el Capitolio, días atrás, pasó lo mismo, los grandes defensores de la república, por un lado, se jactaban de respetar las instituciones, pero por otro, se los escuchaba bajito comentar de costado que tampoco estaba mal un golpe de estado si se trata de salvar al país o al mundo (nunca falta lo mesiánico).

Para muestra basta un botón, bienvenido 2021.

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