La desigualdad no es un fenómeno simple, es complejo, hay varios tipos de desigualdades y son provocadas por diferentes factores, los ingresos, la calidad de vida, el status, el acceso al poder, etc. Lógicamente en algunos casos esos tipos de desigualdades se acumulan y desfavorecen a algunos sectores sociales.
Concentrarse sólo en eliminar la pobreza no es suficiente, debe ir más allá de la reducción de la pobreza para reducir la desigualdad, debemos apuntar a reducir la desigualdad y esto necesariamente implica incidir en los determinantes del problema de la pobreza.
Por eso el objetivo de los países debe ir más allá de atacar la pobreza, esta idea comenzó a tomar mucha fuerza en los inicios del siglo XXI generando consenso en ámbitos académicos, organismos de Naciones Unidas y en algunos espacios políticos. Fue la CEPAL pionera dentro de los organismos de Naciones Unidas en remarcarlo, luego adhirieron la OIT, el PNUD, etc. hasta ser actualmente incluido como uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030: reducir la desigualdad en y entre los países.
Este nuevo consenso mundial es semejante a aquella enseñanza de los años 90 que desmentía la posición liberal y afirmaba que el crecimiento económico no derramará por sí mismo a toda la sociedad, ni es suficiente para eliminar la pobreza.
Por algunos años se planteó que para eliminar la pobreza son indispensables políticas de ingresos y empleo sobre todo a favor de los sectores más pobres e invertir en salud, educación y vivienda, pero si bien es fundamental en la agenda de intervenciones no es suficiente.
Los gobiernos si deben avanzar sobre el origen de la pobreza, deben incidir en los determinantes del problema, pero eso no resolverá la desigualdad que es el gran problema que existe a nivel mundial y que a generado una brecha muy amplia entre países y personas.
Si analizamos las desigualdades podemos advertir que existen algunas que son inaceptables socialmente, y otras que son aceptadas socialmente, y no es un juicio de valor, solo una realidad. Ejemplo un jugador de fútbol, una modelo o simplemente alguien que no haya estudiado una carrera universitaria y gane más (mucho más) que quien desarrolla una actividad profesional.
Volviendo a las desigualdades intolerables, nos referimos a la posición socioeconómica, como por ejemplo nacer en un asentamiento, el género, la edad, etc. Estos son factores estructurales y generadores de desigualdad, pero inmodificables, la persona no elige donde nace, ni si se nace mujer u hombre, por ejemplo. El individuo no ejerce control sobre estas situaciones y no basta con el esfuerzo individual para modificarlo. Muchas brechas de desigualdad tienen su origen en estos factores estructurales.
Existen también otras barreras tradicionales que determinan la desigualdad como la educación, el empleo e ingresos, el patrimonio, la etnia, aspectos generacionales, territorialidad, brechas tecnológicas o digitales. A ello adicionan que estas características afectan diferente a los grupos prioritarios o vulnerables como los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, las mujeres jefas de hogar, discapacitados, adultos mayores, migrantes y otros grupos específicos.
Debemos remarcar que existe además una transmisión intergeneracional de desigualdades y de la pobreza, del capital educativo y de las oportunidades de bienestar. Por tanto, no sólo es el encontrarse condicionado por uno de estos factores sino que la persistencia de estos factores en el tiempo y por generaciones genera desigualdades que atentan contra la equidad e integración social de diferentes grupos sociales (CEPAL, 2000).
Quizás uno de los impactos más fuertes de la pandemia sea la precarización de la situación de vida de millones de personas a nivel mundial que prácticamente no pueden subsistir. Según un estudio del Banco Mundial, más de 350 millones de personas podrían caer en la pobreza y 100 millones en la pobreza extrema a causa de la crisis mundial. En Latinoamérica la situación es muy grave. Para la CEPAL, 30 millones de personas pueden caer en la pobreza extrema y 46 en la pobreza.
Por otro lado de acuerdo a las proyecciones de la OIT en el segundo trimestre de 2020 se habrían perdido horas de trabajo equivalente a 495 millones de empleos a tiempo completo. Dentro del sector de trabajadores, las personas jóvenes, mayores y mujeres fueron los más afectados por la pérdida de empleo.
Siguiendo a Batthyány, Sánchez, el impacto de la crisis sanitaria afecta particularmente a las mujeres “La OIT estima que, de los 130 millones de trabajadores informales, el 53% son mujeres, por lo que frente a la situación actual enfrentan mayores riesgos (OIT, 2020). El aumento del desempleo también repercutirá de manera negativa en sus condiciones de vida, porque las mujeres de la región se emplean en un 49% en comercio y servicios, dos de los sectores más afectados por la pandemia (OIT, 2020). Cabe agregar que por cada 100 hombres que viven en condiciones de pobreza en la región, hay 132 mujeres. Y el escenario provocado por la pandemia anticipa que este indicador puede empeorar todavía más. Al mismo tiempo la presión de la demanda de pacientes con coronavirus afecta principalmente a médicas, enfermeras y trabajadoras de la salud en general, ya que ellas representan el 72,8% del personal del sector de la salud. Además, las trabajadoras formales, que tienen salarios menores a los de los hombres en un 17% en promedio, también han visto incrementadas sus tareas domésticas (CEPAL, 2020)”
Mientras que cerca de mil millones de personas corren riesgo de perder su trabajo o caer en la pobreza, o ambas cosas simultáneamente, hay un pequeño grupo de billonarios que se están viendo beneficiados de la pandemia y la crisis. De acuerdo con los datos de Bloomberg los 5 hombres (si, son todos hombres y 4 de ellos son blancos y estadounidenses) más ricos del mundo han aumentado su patrimonio personal en 2020 en USD 201.000 millones. Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, aumentó su riqueza particular en USD 72.000 millones.
En un contexto donde hay gente que se muere de hambre, se queda sin trabajo mientras unos pocos se enriquecen sideralmente pareciera ser un chiste desagradable seguir discutiendo si es necesario distribuir mejor la riqueza o gravar las riquezas.
Estas diferencias no solo se dan entre individuos sino también entre Estados, por ejemplo hoy vemos como Estados con mas poder económico están siendo los principales receptores de las diferentes Vacunas contra COVID 19, en contra de los que “menos poder tienen”.
Para no extenderme mucho más solo resta marcar que es tiempo de enfatizar en una agenda de políticas que promueva cambios más profundos y globales ante las injusticias económicas, sociales y políticas aún presentes, es pensar a la desigualdad como proceso social y político
- Políticas activas de desarrollo productivo y trabajo.
- Reforma impositiva y fiscal tornando más progresivo el sistema.
- Federalismo y desarrollo de capacidades productivas y estatales en los diversos niveles de gobierno.
- Políticas de derecho a la seguridad social ampliada –no limitadas a un enfoque de protección social – con énfasis no sólo en los adultos mayores sino atendiendo a las mujeres trabajadoras, las juventudes y las infancias.
Están son solo algunos puntos que los Estados deben tener en cuenta para avanzar en la eliminación de la desigualdad, y por lo tanto generar un mundo más igualitario
*Abogado – Dirigente
Diplomado en Políticas Públicas Diplomado en Desigualdad
Diplomado en Docencia Superior Universitaria