Hace dos semanas, Analía Ibañez Sierra fue encontrada viva luego de perderse en el cerro Pacuy. El celebrado hallazgo fue una muestra de esfuerzo, sacrificio y trabajo en equipo. Pero el caso es una excelente oportunidad para reflexionar sobre el futuro. Cuatro reconocidos montañistas (tres de ellos partícipes del operativo de rescate) lo hicieron a pedido de El Influencer.
Salta está rodeada de montañas. Por todos lados. No hace falta ver un mapa físico de la provincia para comprobarlo. Basta con levantar la mirada desde cualquier lugar para ver cómo el horizonte se quiebra y los cordones de cerros se suceden uno tras otro. Eso genera cientos y miles de amantes de esa naturaleza generosa, caprichosa y exuberante. Gente que mira esos horizontes quebrados y se siente tentada para ir, para trepar, para descubrir los secretos que se ocultan a miles de metros sobre el nivel del mar. ¿Por qué? Porque las montañas “están ahí”, como dijo un pionero de la escalada mundial cien años atrás. Están ahí. Y llaman.
Pero la respuesta a esa llamada implica exigencias. Demanda responsabilidad, autoconocimiento, planificación, conocimientos técnicos, equipamiento. Y una premisa básica para cualquier excursión: “La montaña termina abajo”. O sea que el éxito no está en llegar a la cumbre, sino en volver sano y salvo al punto de partida.
Hace un par de semanas, Salta en general y el ambiente del montañismo en particular se vieron convulsionados por la desaparición de Analía Ibañez Sierra, una psicóloga y docente universitaria que había salido a subir el cerro Pacuy junto a un amigo, Miguel Toledo. Él logró llegar abajo y, desesperado, denunció que Analía se había perdido en el descenso. A partir de ahí se desató un amplio operativo de rescate, que incluyó a fuerzas de seguridad, montañistas, baqueanos de la zona y equipos de trail running. Tras 48 horas de búsqueda (y 60 desde que había perdido contacto con Miguel), la encontraron con vida. En una situación límite: a 3400 metros sobre el nivel del mar, deshidratada y sin fuerzas para moverse. Pero viva y entera, aparentemente sin huesos rotos ni golpes graves.
El Pacuy es un cerro inmenso, que supera los 4200 metros de altura. Se accede desde la quebrada del río Toro y su cima es un balcón hacia el Valle de Lerma. La vía más utilizada para subirlo comienza en la estación Chorrillos del ferrocarril, que está a 2100 metros. Llegar a su cumbre y bajar se puede hacer en el día, pero demanda entre 12 y 16 horas, según el ritmo de marcha. Analía y Miguel partieron de Chorrillos el domingo 16 de agosto a las 7 de la mañana. Al día siguiente, a las cuatro de la tarde, comenzó la búsqueda. Víctor Cruz, un baqueano conocedor de la región, la avistó en una quebrada de altura el miércoles 19 a las tres de la tarde. El helicóptero del Estado provincial no pudo descender allí arriba, por lo que hubo que llevarla en camilla por tierra hasta Chorrillos.
El caso despertó muchísimos comentarios, críticas y opiniones diversas. Y, como siempre, se expresó tanto gente que sabe del tema como gente que en su vida puso un pie en un cerro. Para que cada uno se forme su propia idea sobre la base de palabras autorizadas, El Influencer entrevistó a tres expertos que participaron del rescate: Patricio Payrola (vicepresidente del Club de Montaña Janajman), Ignacio Ortiz de Urbina (guía y director de la agencia de trekking Extremo Norte) y Francisco Siciliano (guía y director de la agencia de turismo aventura Argentina Trails). Además, consultamos a Christian Vitry, la referencia más destacada del montañismo salteño, quien sugiere que la provincia debe formar su cuerpo de rescate de montaña estable, como lo hizo Mendoza.
En el primero de estos dos audios, Pato Payrola relata con detalles el ascenso y el rescate. Y en el segundo, los cuatro entrevistados reflexionan sobre lo que este caso le deja al ambiente de la montaña salteño.