Esta semana traigo para compartirles mis humildes impresiones sobre una película estrenada en 2006: El método. La misma se encuentra disponible en Youtube para aquellos interesados en proyectar alguna trama en relación al mundo laboral y, más específicamente, a su acceso. El largometraje, en cuestión, es una coproducción española-argentina dirigida por Marcelo Piñeyro, famoso cineasta nacional que tiene sobre su espalda películas como Tango Feroz, Plata quemada, Cenizas del paraíso, Caballos salvajes, por nombrar algunas.
El elenco protagónico cuenta con la participación de ocho protagonistas. Es una película que tiene esa totalidad de personajes, ni uno más ni uno menos. Entre las figuras más reconocidas están Ernesto Alterio y Pablo Echarri, actores de gran proyección nacional. La otra parte del elenco, lo compone actores y actrices españoles, todos de gran trayectoria, aunque una está como en la cúspide del reconocimiento mundial por su participación en Vis a vis y La casa de papel: Najwa Nimri (la malvada Zulema Zahir de la serie carcelaria y la agente Alicia Sierra en el famoso y reconocido atraco a la fábrica nacional de la moneda española)
La historia de este film se va a centrar en un aspecto esencial: la selección del personal indicado para cubrir una vacante ejecutiva. Para esta cuestión, se va aplicar un método, de ahí el título de esta proyección, una especie de test psicológico grupal conocido como Grönholm. Éste consiste, básicamente, en aplicar una técnica de selección de personal para tratar de encontrar al mejor aspirante a través de una serie de pruebas grupales muy similares a un juego de roles. La idea del mismo es colocar a los postulantes dentro de un contexto en el cual deben alcanzar un objetivo en común. En pocas palabras, poner, a todas las personas interesadas en el puesto, a interactuar y ver cómo resuelven o analizan diferentes situaciones que la empresa les propone. No hay una cara visible de la patronal que les vaya diciendo si son competentes o no para el trabajo solicitado, aunque las pruebas se encuentran pensadas para descartar a los menos calificados. La propuesta de este método, bastante polémico, es ir haciendo que los mismos interesados evalúen y decidan sus destinos laborales.
La trama no es otra cosa que dar una vuelta sobre la selección del personal indicado. No hay que esperar grandes acciones ni mucho menos cambios de espacios, todo se desenvuelve dentro de una oficina de selección de personal con computadoras al frente de los postulantes que se van apagando a medida que se descarta al futuro empleado.
Dentro de los criterios que van saliendo a la luz para dejar sin el futuro puesto a los personajes, se encuentran aquellos que tienen que ver con la posición ejecutiva del cargo, es decir, el que aspira al trabajo tiene que tener en claro que es un representante de la empresa, el jefe por decirlo de una manera menos romántica. Todo aquello que la perjudique y tenga que ver con un mal accionar del ejecutivo a cargo, debe ser descartado como es el caso del primer participante quien tiene un antecedente de exposición mediática, en su curriculum, que perjudicó a la empresa a la que él representaba. También no habría lugar para revueltas gremialistas ni beneficios “excesivos” de los empleados, como es el caso de la “confesión” de un postulante cuando le menciona a otro, a modo de secreto, su antecedente gremialista. No hay lugar, en ese puesto, para los beneficios laborales en detrimento de la empresa.
Las propuestas de selección de ideas innovadoras forman parte de este test encubierto. Se descarta, al participante, por alguna propuesta pobre de argumento y se recalca toda la necesidad de mirar a través de un ojo empresarial. Más allá de esta visión teledirigida, hay espacio crítico para pensar la cuestión de descarte por el género (ser mujer) y la edad (ya ser una persona longeva para el puesto): “¿Me descartan por mujer o vieja?” dice una aspirante.
No hay cabida para el postulante tibio ni mucho menos para los sentimentalismos. La ley del trabajo se mueve con los criterios capitalistas y del mercado.
Una analogía mueve la reflexión total de la película. En la calle crecen las protestas hacia el FMI, su recorte laboral, salarial, los ajustes, la miseria, flexibilización laboral, etc. y adentro, en la oficina de selección de personal, ocho individuos están compitiendo darwinianamente, para ver quién se queda con el puesto ofrecido. El trabajo tiene sus leyes y no son otras que las del capitalismo. Cuando se cierra el film, Nieves es descartada por exceso de sentimentalismo y sus pasos transitarán los esqueletos de una calle llena de bronca producto de la marcha contra el organismo internacional de préstamos. Una imagen bien pintada para mostrar el devenir de los empleados de este siglo XXI.
Está claro que el film tiene su condimento en el guion más que en la acción. Es un crudo muestreo sobre la inserción en el mundo laboral en este contexto desfavorable y para nada idealizado de los trabajadores. Supongo que los telespectadores ideales para ver esta proyección serán aquellos que manejan los diferentes recursos humanos de las empresas como así también los psicólogos y sus test, aunque sería un buen baño de clarificación mental para aquel que se encuentra transitando alguna etapa de prueba laboral, sus famosos y odiosos test.
Es una película que te puede parecer la peor de todas o, quizás, encontrés la sazón que propone el guion de la misma, más enfocada en mostrarnos la jungla del trabajo, al estilo capitalista, que una historia en sí.
Hasta la próxima queridos amigos.
Por Javier Dávalos para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 14 a 16 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7