Los directores de esas tres organizaciones, sumado a la Organización Mundial del Comercio, dicen que la estrategia tiene objetivos claros y pragmáticos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC) propusieron un plan para vacunar al mundo entero y así poner fin a la pandemia de COVID-19. Dicen que para lograr este objetivo es necesaria una acción global en donde las instituciones públicas y privadas trabajen en conjunto.
Las organizaciones reconocen los logros por parte de la ciencia en el desarrollo en tiempo récord de las vacunas. No obstante, advierten que la brecha para el acceso de las dosis es cada vez más grande entre los países ricos y pobres.
“La distribución desigual de vacunas está dejando a millones de personas vulnerables al virus, lo que permite que surjan variantes mortales que se esparcen con rapidez por todo el mundo. A medida que se propagan las variantes, incluso los países con programas de vacunación avanzados se han visto obligados a volver a imponer medidas de salud pública más estrictas y restricciones de viaje”, escriben, en una columna de opinión conjunta publicada en el Washington Post, Kristalina Georgieva, del FMI; Tedros Adhanom, de la OMS; Ngozi Okonjo-Iweala, de la OMC; y David Malpass, del Banco Mundial.
Los directores de dichas instituciones resaltaron una propuesta del FMI, la cual se puede llevar acabo a un costo factible y que se complementa con otras iniciativas de la OMS que ya están en marcha y con programas como el COVAX.
“Con un presupuesto estimado de 50.000 millones de dólares, la pandemia en los países en vía de desarrollo terminaría rápidamente. Además, se reduciría los contagios y las muertes, se aceleraría la recuperación económica y se generaría unos 9 billones de dólares en producción mundial para 2025. Todos ganamos. También, debido a los inestimables beneficios para la salud y la vida de las personas, alrededor del 60 por ciento de los beneficios se destinarían a los mercados emergentes y las economías en desarrollo, y el 40 por ciento restante beneficiaría al mundo desarrollado”, escriben para el Washington Post.