El sacerdote acusado de abusos sexuales “era como un Dios para los miembros de la congregación”, relataron los testigos que declararon en la última audiencia.
El padre de la víctima J. fue quien dijo, sin mirar al imputado, que “necesita curarse, pedir perdón. Que me mire a la cara y lo diga”. El padre, artesano de profesión, señaló que conoció lo vivido por su hijo cuando leyó un libro que a modo de diario escribía. Su hijo dejó ese libro a su alcance un día, cuando ya había abandonado la congregación, y lo leyó. “Me caían las lágrimas mientras leía. No fue una vez, fueron varias veces”, dijo.
En aquel libro el joven había escrito lo que le había ocurrido relatando incluso con detalle cada vez que quiso quitarse la vida. “Un padre no hace eso. Ay Dios”, dijo en su relato señalando que “el demonio estaba ahí”.
Previamente había declarado un hermano de J. que también estuvo en la misma congregación y que señaló al “Padre Agustín” como el autor del abuso, lo que dijo se repitió varias veces.
La jornada comenzó con la declaración de J.B., quien perteneció a la congregación entre 2009 y 2015 y quien realizara la denuncia eclesial que terminara con la intervención de la congregación ordenada por el Vaticano asumiendo el obispo emérito de Quilmes Luis Teodorico Stockler como comisario pontificio designado.
La denuncia eclesial de J.B. fue entregada en la Nunciatura un día después de abandonar la congregación, exponiendo las situaciones vividas como parte de la misma.
En su relato ante los miembros de la Sala IV del Tribunal de Juicio dijo que Rosa Torino para los hermanos de la congregación era Dios, médico y arquitecto. Señaló que dentro de “Hermanos Discípulos de Jesús San Juan Bautista” había maltrato y manipulación. Incluso en una reunión familiar armada a pedido del propio Rosa Torino dijo frente a sus padres que “mentía” amenazándolo con mandarlo a retiro si no pedía perdón. Sin embargo dijo que no vio episodios de índole sexual, los que conoció en forma posterior a su alejamiento.
Es que apenas abandonó la congregación abrió redes sociales y comenzó a recibir varias denuncias, entre ellas la de J. quien fue a verlo hasta su domicilio (en Buenos Aires) relatándole los presuntos abusos sufridos, comentándole que había hecho denuncias eclesiales, pero que ahora quería hacer una “denuncia de verdad”, por lo que posteriormente fue a la Ciudad Judicial en Salta.
Dijo que en una ocasión sufrió un accidente. Conducía el exsacerdote Rosa Torino, quien le pidió que mintiera y dijera que era él quien estaba al frente del vehículo. Eso le produjo –dijo- angustia por lo que se escapó de la congregación y cuando retornó Rosa Torino le preguntó “Sos Pedro o Judas”.
Señaló el testigo que los documentos de cada uno de los miembros de la congregación era retenido, por lo que resultaba difícil abandonarla.