Las recurrentes crisis y la creación de nuevos impuestos, que prometen ser temporarios, parece ser una de las pocas políticas de estado comunes a todos los gobiernos en Argentina.
Infobae reproduce hoy varios ejemplos en este sentido, impuestos que nacen en tiempos extraordinarios pero que se convierten en crónicos ante la necesidad estatal de financiamiento.
La aparición del Aporte Único Solidario o “impuesto a la riqueza”, anunciado como una obligación “por única vez”, invita a hacer un recorrido sobre la incorporación de tributos que llegaron de esa manera y nunca más se fueron de nuestro país.
1932:, el mundo se encontraba en recesión y Argentina no era la excepción y apareció el Impuesto a las Ganancias, que en realidad era un impuesto sobre las rentas.
1973: en el pre “Rodrigazo”, se crea el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que reemplazó al impuesto a las ventas (nacional) y el impuesto sobre las actividades lucrativas (provincial). La alícuota era del 13% e incluía muchos productos exentos que hoy están incluidos, como alimentos y bebidas, libros y materiales de construcción. Solo algunos productos tributaban el 21%. Por necesidad recaudatoria, en 1986, en el gobierno de Raúl Alfonsín se unifica la alícuota del IVA en 18%. En 1995, con Carlos Menem como presidente, por el “efecto tequila” y como medida transitoria, se sube a la actual alícuota del 21%. Ya han pasado 25 años.
1977: se crea uno de los impuestos más distorsivos, Ingresos Brutos, que reemplaza al anterior impuesto provincial a las actividades comerciales.
1991: Argentina venía de la hiperinflación y necesitaba recaudar. Por excepción, quienes más tienen debían poner algo. Se crea Bienes Personales que era el “impuesto a la riqueza” de aquel entonces. Pasaron 19 años y hoy está entre nosotros peor que nunca.
2001: Asume Domingo Felipe Cavallo como Ministro de Economía durante el agónico final del gobierno de Fernando de la Rúa. Era necesario otro gravamen de emergencia, esta vez sobre las transacciones bancarias, conocido como el “impuesto al cheque”. Había que contener la crisis política y económica. Pero quédense tranquilos que se disponía fecha de finalización el 31 de diciembre de 2002. Sigue vigente, 19 años después.
2002: Ya estaba Eduardo Duhalde en el poder. Jorge Remes Lenicov había hecho el trabajo sucio de la devaluación asimétrica pero quedó su último trabajo que fue la retención a las exportaciones. Había que recaudar y financiar el déficit presupuestario y el plan de subsidios que había propuesto Duhalde, antes saber con qué recursos lo financiaría. Las retenciones a la exportación de granos (maíz y trigo) y oleaginosas (soja y girasol) fueron llevadas a un 20% promedio, un 10% para productos manufacturados y un 5% para el calzado. Pero no fue por única vez. Aún faltaba más. El presidente Néstor Kirchner aumentó dos veces las retenciones en enero y noviembre de 2007, alcanzando porcentajes de 35% para la soja, 32% para el aceite, 28% para el trigo y 25% para el maíz. Mauricio Macri, que había eliminado en 2015 las retenciones para el trigo, maíz, carne y productos regionales, las volvió a aumentar al 12% luego de la crisis cambiaria en 2018. Solo temporalmente.
2019: La Argentina, una vez más en emergencia y en crisis. Alberto Fernández incorpora un nuevo Impuesto llamado PAIS en concepto de “solidaridad social y reactivación productiva en el marco de la emergencia pública” para la compra de moneda extranjera. Tranquilos: es solo por 5 períodos fiscales.
2020: Mediante la Ley de Emergencia Económica que impulsó Fernández al asumir el gobierno se dispuso un aumento de las alícuotas que van desde 0,50 a 1,25% en Bienes Personales, con una duplicación de tasas en caso de que los activos se encuentren radicados en el exterior en 2019. Pero la emergencia económica es mayor y surge otro impuesto por única vez que es una “contribución solidaria” para los que tengan un patrimonio mayor a $ 200 millones.