No se me ocurre ni una opción, que no sea enfermedad o imposibilidad por distancia, que pueda servir de excusa para no ir a votar, en cambio se me ocurren varias otras opciones por las que en las próximas 3 elecciones hay que ir y votar.
La primera y lógica es que es una obligación legal, y debería ser la más sencilla, porque si es ley se cumple, y ya.
Pero el voto no es una imposición, no debe funcionar como tal, por más que la ley lo mande, porque el voto es quizás el único elemento de la democracia que te iguala con cualquier otra persona. Independientemente de la condición social, económica, intelectual, educacional o emocional, cada persona vale un voto.
Hay también una responsabilidad cívica, que aunque suene trillado es real, y aquí es donde quiero detenerme porque las personas que son candidatas a algún cargo tienen la obligación de ser candidatos, de informar al pueblo cuáles son sus propuestas, y cada quien elabora su campaña como mejor le parezca, eso es asunto de esas personas, pero es más importante el deber cívico.
No concuerdo nunca con los mensajes de algunos medios, y de algunos candidatos, con la falsa idea de que la gente está cansada de los políticos y le fastidia ir a votar, y no solamente no concuerdo, sino que aborrezco a cualquiera que plantee esa sola idea porque estoy convencido que le hacen daño a la democracia. Estoy convencido que el mensaje de la política y de los medios de comunicación debe ser otro, debe ser sobre incentivar al voto, tratando de lograr que una enorme mayoría de personas vayan el domingo que le toque votar y lo haga con convicción, con conocimiento.
Pero no es responsabilidad solo de la política y de los medios, porque hay una responsabilidad como ciudadanos, por la importancia de votar, de detenerse unos minutos al día y preocuparse, y ocuparse no solo por saber qué se elige, sino, sobre todo, saber a quienes estamos por elegir, escuchar atentamente lo que diga cada candidato, si propone algo en concreto o en abstracto, si lo que propone me parece realizable o no, cuáles son sus antecedentes, y no hablo sólo de los penales, si tuviera, sino personales, profesionales y si con eso me alcanza para determinar si es apto para ocupar el cargo que anda buscando ocupar.
No pienso caer en la absurda discusión que plantean algunas personas sobre si todos los políticos son lo mismo, o del “yo no necesito de los políticos porque me gano la vida laburando” y discursos similares, porque reivindico a la política como herramienta de transformación, y porque si la política no genera los marcos adecuados y las políticas públicas adecuadas, no hay laburo que alcance por la propia voluntad del laburante, no hay forma de emprender y lograr tener éxito (cualquier que sea la idea de éxito que tenga cada persona), no hay posibilidades de tener infraestructura vial, escolar, urbana, sanitaria y de salud, si no es con la intervención directa de la política, y no habría posibilidad alguna de contención de miles de personas que no tienen la posibilidad de sobrevivir sin la intervención directa de la política.
Después podemos discutir sobre la efectividad o no de cada proyecto, plan o programa, de cada Estado y de la función de los legisladores, pero esta columna no tiene esa intención.
El punto es la necesidad de ir y votar, en libertad y con conciencia, con información, o por afinidad con alguien, como cada persona quiera, pero con responsabilidad, que no sea un mero trámite, porque en cada voto sí va el futuro de todos, no es una frase y nada más, es una realidad, porque quienes tienen el deber de legislar o gobernar tienen la enorme responsabilidad de decidir sobre la vida de todo el colectivo que representan, que somos todas las personas, y sus decisiones impactan en la vida de cada persona, de forma colectiva, y después de forma individual.
Ir a votar, entonces, no es un deber legal y punto, es una responsabilidad individual de la que cada persona debemos hacernos cargo, que tenga peso esa parte que nos toca. Ya llevamos 38 años de democracia ininterrumpida en Argentina, y en vez de dejarse llevar por falsas consignas de la antipolítica, es hora de asumir que como individuos nos asisten responsabilidades y hay que tomarlas a la hora de decidir.
Y este contexto nos hace doblemente responsables, porque creo que lo que Salta y el país necesitan, más que nunca, son personas con experiencia, con propuestas claras y realizables desde el lugar al que aspiran a llegar, y no eslóganes.