En Alegre Distopía entrevistaron a Guillermo Galeano, fundador junto a Diego Flores, Ángel Lucarini y Ariel Palmiero de la cuenta de Instragram y Twitter The Walking Conurban, una idea que reúne fotografías de la estética del conurbano bonaerense.
¿Cómo nació la idea de armar The Walking Conurban? ¿Por qué el nombre?
Originalmente la idea nace en 2018 y el nombre surge como un chiste interno entre los cuatro. En 2012 hubo una tormenta muy fuerte para la Semana Santa que pegó mucho en la zona sur del conurbano, de donde somos nosotros. Justo teníamos que hacer un viajecito a Quilmes, que queda muy cerca de donde vivíamos, a unos 10 minutos en auto, y a nosotros nos llevó como una hora porque en el camino nos encontramos lo que había dejado la tormenta: árboles caídos, tendido eléctrico destruido, calles cortadas, fuegos prendidos en las esquinas; realmente un escenario apocalíptico como el que se ve en la serie The Walking Dead. Y así empezamos a jugar con ese nombre, y quedó. Comenzamos de una forma muy lúdica y sin más intenciones que llevar ese juego interno (el de pasarnos fotos de lugares llamativos del conurbano entre nosotros) a unas cuantas personas más. La cuenta fue creciendo, los contenidos también, y de a poco el perfil fue tornándose cada vez más serio. Tal vez queda algo desencajado el nombre, no sé si le hubiésemos puesto así si hubiésemos sabido que el perfil sería tan masivo.
Tienen más de 200.000 seguidores y la página, desde su original propuesta, tuvo mucha repercusión en los medios. ¿Por qué creés que es esto?
Las notas en los medios tienen que ver con la repercusión que tuvo el concurso “las ocho maravillas del conurbano” (concurso de la cuenta en donde los usuarios elegían a las fotos y el lugar más llamativos del perfil). Nosotros usamos esa oportunidad como para sacarle esa mirada que imprimen los medios hegemónicos sobre el conurbano, como una especie de far west que está al costado de la capital donde te chorean y te matan. Por otro lado, la mirada de la cuenta hace que la gente se sienta interpelada al ver un lugar que para ellos es súper cotidiano, pero extrapolado a otra cosa, como algo fantástico. También juega mucho la nostalgia y la revalorización del barrio. Saborido diría: “es la primera vez que veo al barrio sin que esté pegado a la noticia de un choreo.” Es como escuchar la historia del barrio, pero sin el estigma, y eso hace que la gente se haya enganchado. Obvio que esta es mi interpretación, también puede ser que seamos el consumo irónico de 250.000 personas, qué se yo.
Hay un relato en “Historias del conurbano” de Pedro Saborido que empieza con una pregunta que ahora te la hago a vos ¿pensás que el conurbano es un disturbio estético o la expresión de la libertad?
Me juego más por la segunda, creo que es una expresión de la libertad y la espontaneidad. No hay cosas demasiado acartonadas, y así como las leyes llegan más tarde al conurbano, pasa lo mismo con las leyes de la estética. Antes llega la vida, y la vida se expresa. Por eso el tipo que quiere poner un barco en el tanque de agua de su casa lo hace porque puede, quiere y no hay nada que se lo impida. Es una cuestión autocelebratoria, porque es el espacio en donde mucha cantidad de gente pudo conseguir casa, trabajo y condiciones de vida más o menos dignas.
Qué pensás que lleva al dueño de una casa o de un comercio a hacer, por ejemplo, un Diego Maradona con pelos de ligustro, o un tanque de agua con la figura de un Teletubbie o de Evita, o una escena de enanos de jardín representando a Macbeth ¿Hay un goce en esa estética?
Sin dudas lo hay. Haciendo una investigación para otra cosa, nos encontramos con la historia de unos cementistas en 3 de Febrero que vivían en un barrio que se había formado a partir de la inmigración italiana. Los tipos, mientras iban terminando su casa y para promocionar su trabajo, hacían los tanques a pedido del cliente, porque entendían que el tanque de agua era la culminación de la obra. Algunos querían que les hagan barcos, porque era el medio de transporte en el que habían venido a Argentina; a otro que vendía cosas de hojalata, le hizo una pava; a otro que tenía una zapatería, le hizo un zapato; y así promocionaban su trabajo y cada cliente tenía su figura alegórica arriba de la casa. Eso es el goce autocelebratorio, conseguí algo y lo festejo de la forma más permanente posible. Es una oportunidad de expresión para mucha gente que no tiene otra lugar donde expresarse que el jardín de su casa.
¿Creés que las leyes de la estética se ablandan en el conurbano? Me refiero a una especie de rebeldía estética.
Y sí. Y también se da en los nombres de los negocios “Jennifer López” “El chorizo mimoso” “Tutánjamón”, a esos negocios si o si tenés que ir a comprar sólo por los dos segundos que el tipo se tomó para ponerle el nombre y que no te lo olvidás más.
Hace poco propusieron desde la página la elección de las “ocho maravillas del conurbano” ¿Podés contarnos más sobre esa propuesta?
Fue una especie de concurso de construcciones y lugares paradigmáticos del conurbano, de sus edificaciones disruptivas. De 32 imágenes terminaron ganando 8 por consulta popular a través de nuestras historias de Instagram. Una es una feria en San Miguel que le dicen la «feria persa” con una estética árabe que era boliche y en el 2001 terminó como feria, la entrada al Parque Pereira Iraola en La Plata, que es como la entrada a Disney; el Elefante Blanco, en Avellaneda, un edificio abandonado y una estafa inmobiliaria; Una Estatua de la Libertad que estaba en la entrada de un boliche en Quilmes; el Diego con pelo de ligustro, que está en Ranelagh en una canchita, entre otras.
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Por Lucas Bertone para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 14 a 16 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7