Esta semana traigo para compartirles mis impresiones sobre una película estrenada en el 2000 dirigida por Alejandro González Iñárritu y protagonizada, magistralmente, por un elenco bastante multitudinario de actores de primer nivel como Gael García Bernal, Emilio Echeverría, Vanesa Bauche, entre otros.
“Amores perros” entrelaza las historias de varios personajes a partir de un accidente automovilístico que los relaciona e involucra directa o indirectamente entre sí. Octavio, un joven en apuros, en una huida automovilística desesperada por las calles del DF, impacta de lleno con la modelo del momento Valeria Am y todo esto es observado por un linyera apodado El Chivo. Todos ellos formarán parte de una trama dividida en tres cuyo hilo conductor serán los perros no sólo como las queridas mascotas sino también en el sentido metafórico de la palabra: difícil, complicado, cabrón, jodido. “Amores perros” es una película que excede la trama. Cada historia que se desarrolla tiene un tratamiento casi filosófico sobre el sentido de la vida, el amor, el dinero, la familia, el mundo y sus males, etc.
Octavio y Ramiro, dos hermanos viviendo en la misma morada de su madre, tienen una relación conflictiva acentuada y profundizada a partir de los sentimientos amorosos del primero hacia la esposa del segundo. Ramiro no entiende cómo Susana aguanta tanta violencia física y psicológica. Él la ama a pesar de la situación compleja de querer estar con la mujer de su hermano. Se le suma, a toda esta circunstancia afectiva, el estado socioeconómico para nada favorable de estos personajes. En esa familia, los ingresos monetarios son escasos. Ramiro ocupa su vida laboral como cajero de un supermercado y Octavio, al ver las cualidades de su perro Cofi para las peleas caninas, produce ingresos cuantiosos con las apuestas clandestinas. En esta historia, el amor nunca llega a concretarse y los proyectos a futuro que había planeado el personaje de Gael García Bernal con Susana no son más que fantasías y espejismos: “cuentale a Dios tus planes y se reirá de ti”.
La historia de El chivo interpretada, magistralmente, por Emilio Echeverría es una que tiene que ver con los ideales frustrados de un antiguo guerrillero devenido, en la actualidad, en un linyera que oficia de sicario para algunos trabajos por encargo. Es una historia de amor personal y familiar subordinada a la ilusa necesidad de “cambiar el mundo” por parte del protagonista. “Como verás hijita, he fracasado” le comenta el personaje en una llamada final, muy sentida, mientras le habla a su contestador. Hay lugar en esta parte de la trama para la traición, el desamor y las ambiciones de un hermano en detrimento de la vida del otro.
La última historia en paralelo tiene que ver con la relación amorosa de una pareja que recién sale de la clandestinidad (eran amantes) y comienza a convivir. Ese supuesto bienestar afectivo se ve interrumpido cuando Valeria, una supermodelo del momento, sufre un accidente automovilístico que la alejará de la fama y la convertirá en una persona casi intratable. Allí el amor no llega a concretarse y Daniel, la pareja de Valeria, termina llamando a su ex esposa como dándose cuenta de la enorme pérdida o un lugar bueno a dónde ir.
Sin dudas, “Amores perros” es una película para “flashear” sobre la vida misma y las intensidades que se generan alrededor de lo afectivo. ¿Qué es el amor? ¿Cómo amar en un mundo tan distópico? Así como cada mortal podría elaborar una concepción particular sobre éste, la película en cuestión tiene la suya o por lo menos intenta dejar dando vueltas algunas ideas alrededor de él: siempre alguien sufre, no hay proyecto que se concrete, la pasión o lo carnal no solidifica el amor, amar convive, casi perversamente, con los males de este mundo y no está exento de sus contaminaciones y miserias, siempre hay un karma para cada mala acción.
No está demás decirles estimados la espectacular trilogía de películas que rodean al talentosísimo director mexicano Alejandro González Iñárritu: Amores Perros del 2000, 21 gramos del 2003 y Babel de 2006. Todas desarrollan historias intensas plagadas de cuestiones mundanas e invitan a sus telespectadores a mirar proyecciones altamente simbólicas y desafiantes.
Si estás dispuesto a recorrer un cine de máxima calidad, un producto audiovisual para romperse las manos aplaudiendo y generador de enormes sentires e ideas, “Amores perros” es, sin lugar a dudas, una para ver y rever.
Hasta la próxima chamaquitos.
Por Javier Dávalos para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 14 a 16 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7