Taeko Kōno (1926-2015) es una de las escritoras más importantes, aclamadas e influyentes de la literatura japonesa contemporánea. Su mayor fama la cosechó como narradora, pero también fue reconocida como una gran ensayista, dramaturga y crítica literaria. Recibió la consagración de la crítica a partir de la publicación en inglés del libro Cacería de niños en 1996. Es la autora también de Yōjigari (1962), Fui no koe (1968), Miira tori ryōkitan (1990) e Hiji (2000).
En 1962 recibió el premio Shinchōsha; en 1963 el prestigioso Akutagawa; en 1967 el Women’s Literary Prize; en 1968 el famoso galardón Yomiuri; en 1980 el Tanizaki, el premio literario de la Academia de Arte japonesa en 1984, el Noma en 1991 y en 2014 recibió la Orden de Cultura, otorgada por el emperador a artistas que hacen contribuciones notables a la cultura japonesa.
“La sola idea de dar a luz y tener que criar un bebé le resultaba repugnante.”
“No quiero tener una niña que piense demasiado. Eduquémosla para que nunca nos conteste. No me refiero solo a que se contenga, quiero que sea incapaz de contestarnos, que sea una niña sin opiniones propias. Una niña que haga lo que se le diga, automáticamente, como una idiota. Quiero que hasta cara de idiota tenga.”
Con la publicación de “Cacería de niños” de Taeko Kōno se introduce en la posibilidades de los lectores en español el encuentro con una escritura y unas historias que más allá de su fecha de publicación original, resultan novedosas. Se trata de relatos en los cuales el narrador al comienzo de cada uno nos presenta brevemente a los personajes e inmediatamente trabaja a partir de flashbacks. Esto produce un desarrollo narrativo moroso hacia el pasado que supera en gran parte al tiempo presente de la historia. En algunos cuentos, esto es tan extremo que en una lectura desatenta es necesario volver al inicio para ubicarse en las acciones que se desarrollan en dicho presente. En general, como suele suceder con este tipo de procedimiento se suele conocer en profundidad la vida de la protagonista y sus vínculos con algún otro personaje: pareja, madres/madrastras, amigas o colegas. Pero sobre todo, a partir de los flashbacks hacen emerger lo secreto, lo oculto, la crueldad y la perversión.
En el cuento que le da título al libro, “Cacería de niños”, una mujer detesta, no puede soportar como si fuera una fobia “a las niñitas de entre tres y diez años”, pero siente atracción hacia los niños de esa misma edad y le fascina comprarles ropa. La protagonista tiene un sueño se repite: una escena en la cual se tortura a un niño que se comparta como un masoquista ante el sadismo del padre. En otros relatos hay madres que resultan madrastras, raptos de “locura” que terminan en asesinatos atroces, una aversión generaliza hacia los embarazos y una imaginación cruel relacionada con el sometimiento físico y mental de posibles hijos, sobre todo, si son niñas.
En cada cuento los vínculos matrimoniales o de pareja también están atravesados por una insatisfacción que proviene de la rutina y por la necesidad de someterse y ser sometido en relaciones sadomasoquistas para sentir placer sexual, pero también como motivación para sobrellevar sus vidas cotidianas.
También se exploran personajes que atraviesan una enfermedad y ponen al límite su propio cuerpo sometiéndolos a viajes, a situaciones que perjudican su propia salud como en “Nieve”, uno de los cuentos más sorprendentes y con un final más tradicional que los demás, así como en “Cangrejos”:
“Yuko nunca había logrado sentirse satisfecha con el sexo convencional, e incluso ahora, que estaba enferma, seguía pidiéndole a Kajji que la excitara recurriendo a métodos violentos.” (137)
Quien lea “Cacería de niños” se encontrará con relatos morosos, que exploran las relaciones familiares y sexuales atravesadas por la crueldad, la violencia, el deseo de ser sometido, de ser humillado y de humillar, pero que sin embargo no son efectistas. Esto es evidente en el no detenimiento, en la falta de una descripción exhaustiva sobre las escenas de crueldad. Son historias en las cuales los personajes están en un estado de búsqueda permanente: los viajes, las visitas, las caminatas, la elección de caminos o senderos misteriosos o por una ciudad desolada durante la noche o debido a la guerra, es decir, los continuos desplazamientos:
“… se dio cuenta entonces de que llevaba ya un buen rato de un ánimo extraño, un ánimo que la impulsaba a internarse (…) en la noche, a caminar y seguir andando hasta convertirse en los perpetradores – o las víctimas- de un crimen impredecible.”
Historias protagonizadas o focalizadas en mujeres que problematizan los mandatos sociales relacionados con la maternidad, los vínculos matrimoniales o sexuales en las que las situaciones de crueldad, emergen y condicionan los vínculos.
Editorial La Bestia Equilátera
Traducción: Hugo Salas
2021: 288 páginas