Ceremonias de tributo a la fuente de nuestras riquezas se repiten en todo el Norte argentino, una ofrenda que viene de tradiciones ancestrales pero que cada vez gana más lugar en todos los sectores.
El diccionario define al “Sincretismo” como la fusión entre dos o más creencias culturales, dogmáticas o religiosas, en una realidad que asimila particularidades. Para quienes viven en el Norte argentino es una realidad que está presente en muchas facetas de lo cotidiano, pero en que en ciertas fechas se manifiestan con especial fervor.
Agosto es tiempo de celebración, tradición y conexión espiritual con la naturaleza. Es el momento en el que los habitantes de esta tierra se unen para rendir homenaje a la Pachamama, una representación andina de lo que representa a la Madre Tierra y la fertilidad. A lo largo de todo el mes, diversas ceremonias y rituales se llevan a cabo en comunidades rurales y urbanas, reflejando el profundo respeto y amor que se siente por la naturaleza y su entorno, es pedido y es agradecimiento.
En culturas de todo el mundo existen manifestaciones y veneración por la Madre Tierra, con distintos nombres, pero con el mismo significado. La veneración a la Pachamama se remonta a tiempos precolombinos, donde las culturas indígenas de la región ya honraban a quienes consideraban proveedora de todos sus alimentos y riquezas.
Con el tiempo, el sincretismo jugó su papel y el “ritual de la Pachamama” ganó en terreno en las familias urbanas y rurales, de todas las regiones de Salta y del Norte en general. Hasta existen manifestaciones apadrinadas desde organismos gubernamentales, réplicas en escuelas y otras instituciones académicas.
Las áreas turísticas y culturales de Salta presentaron una serie de actividades durante el mes que pueden ser consultadas en www.saltacalendario.gob.ar/Rituales y Ceremonias.
Durante todo el mes de la Pachamama, se llevan a cabo diversas ceremonias que varían según las costumbres de cada comunidad. Una de las prácticas más comunes es realizar ofrendas que puede incluir elementos como hojas de coca, maíz, vino, flores y otros objetos simbólicos, los cuales son enterrados o quemados en agradecimiento a la tierra fértil. La Pachamama para los Incas es la diosa de la fertilidad y lo productivo.
Las comunidades se reúnen en plazas, cerros o espacios sagrados para llevar a cabo estas ceremonias en un ambiente de respeto y espiritualidad. La música y danzas típicas de la región acompañan estos rituales, en los que las tradiciones ancestrales se entrelazan con la identidad cultural.