Por Diego Comba
La movilización del 24 de enero en todo el país tuvo una serie de argumentos que un débil oficialismo nacional pretendió usar para invalidarlo, o acaso bajarle el precio y lejos, de ese tibio y burdo intento tuvo un impacto de movilización pocas veces visto, aunque desde el dueño de Javier Milei para abajo se empeñen por ensanchar la grieta y llevarla a lugares peligrosos, que aún no pasan a mayores pero no hay que perder atención a algunos hechos que para nada son aislados
Desde el absurdo de la ministra de Seguridad diciendo que de la marcha participaron en Buenos Aires unas 40 mil personas, hasta el “son minoría”, el clásico “vayan a laburar” y el ya tan gastado “estuvieron 4 años callados”, el oficialismo nacional, sus esbirros de redes sociales y un grupúsculo de odiadores que repiten sus consignas sin razonarlas demasiado, o desde la ignorancia más aterradora, utilizaron éstas y otras tantas consignas más para bajarle el precio a lo que fue una movilización popular con pocos precedentes en la Argentina, por el contexto, las consignas y quienes participaron.
No, no fueron pocos, porque una marcha no se mide en proporción a la cantidad de habitantes, porque con ese mismo argumento se desmorona cualquier representatividad política, incluso la del propio Milei, que a través de su vocero insiste en que fueron votados por la mayoría y fin, como si eso alcanzara para justificar cualquier barbaridad que un presidente con delirios de autócrata pretenda hacer.
La elección, en segunda vuelta y con un 56% de votos válidos emitidos (de esto ya hablamos por AQUÍ), les da legitimidad política para ocupar el cargo que ocupa y ser inquilino temporario tanto de la residencia de Olivos como de Casa Rosada, la legitimidad para el ejercicio del poder se la gana, y en esa les falta tino, audacia y capacidad de negociación y diálogo, además de un profundo sentido de republicanismo y de respeto al sistema democrático.
Hasta aquí vienen gobernando pensando que con dos instrumentos, un Decreto de Necesidad y Urgencia ilegal e ilegítimo, y la llamada Ley Ómnibus, van a formatear tantos años de consenso en la construcción del sistema legal de la Argentina. Cada una de las leyes que pretenden eliminar o modificar, es producto de muchos años de conversaciones, diálogos, consensos y disensos, así se construye un país, con virtudes y defectos, y desde un dogma de superioridad moral, estética e intelectual, pretenden en un mes casi sin debate, formatear un país completo desde sus cimientos, a su gusto y según las intenciones que marcan los verdaderos dueños de un señor con tintes fascistas que juega a en las redes sociales a ocupar un cargo que en realidad desprecia, pero ejerce para complacer a sus patrones.
El “estuvieron 4 años callados” no deja de ser un eslogan, y tengo la sospecha que es el que más le cuesta responder a la política y al gremialismo, pero si nos detenemos a analizar algunas cosas, no es tan complicado, aunque quizás tenga algo de razón en líneas generales, pero no invalida para nada una movilización y protesta como la que se vivió el 24 de enero, después de todo hasta ellos mismos, en otras movilizaciones, fueros festejantes del mensaje que transmitía cada protesta, bueno, esta también transmitió el suyo y escucharlo o no, ya es responsabilidad de quienes toman decisiones, y las consecuencias de oír, y de desoír también.
Pero tratemos de analizar algunos puntos que quizás permitan entender si se debió haber hecho una marcha y paro hace dos años y por qué se tenía que hacer una marcha y paro hoy.
Los gremios en esencia son defensores de los derechos de los trabajadores y también de los salarios, y hasta que llegó Milei los derechos adquiridos no solo no se eliminaron, sino que había una agenda con cierto consenso a mejorarlos o adquirir nuevos, y los salarios dependiendo el sector iban o a la par o por encima de la inflación, y hay que decir que no pocos quedaron por debajo.
Pero en líneas generales si comparamos el período de los 4 años de Alberto Fernández, las condiciones laborales y los salarios mejoraron sustancialmente respecto de los 4 años anteriores durante el mandato de Mauricio Macri (con políticas económicas recesivas muy similares a las que implementa Milei hoy). Con Macri no había paritarias tan libres y los salarios siempre fueron detrás de la inflación perdiendo poder adquisitivo mes a mes durante 4 años, y repetir lo mismo es lo que menos se quiere y eso va a suceder en todos los sectores.
Ahora bien, el 2023 cerró con 5.7% de desempleo (eso en el mundo se considera pleno empleo), pero si nos quedamos con solo ese número estaríamos hablando de un gran gobierno y por otros componentes estamos hablando de un mal gobierno, el de Alberto, tan malo como el de Macri, porque apareció un nuevo fenómeno en la Argentina que es tener trabajadores registrados (con todos los beneficios que ello implica) pero por debajo de la línea de la pobreza, aunque eso se mezcló con un alto nivel de consumo (principalmente el turismo, la gastronomía y la cultura son fieles testigos y beneficiados de ello) y como mezclado con un desigual sistema de reparto de riquezas y recursos.
El reclamo por los salarios se daba en los gremios, y por el reparto de los recursos se discutía en la política, con tibieza es verdad, pero no pararon porque no se perdieron derechos. ¿Debieron? Si, porque el salario no alcanzaba y empujaba cada vez más personas a la pobreza, a pesar de todos los otros indicadores favorables, y eso generó un altísimo crecimiento de una economía informal que es una forma de precarización laboral, sin derechos, sin conquistas, sin gremios que se encarguen de eso, porque los gremios funcionan en el reclamo de los registrados, no en el reclamo de los registrados que además tienen que darse maña a deshora para, básicamente, llegar a fin de mes.
Ahora, listo, ya tenemos culpables, que son los que se callaron 4 años, o dos, o coso, ahora, pretender usar eso para invalidar el paro de hoy es, de mínima, absurdo. ¿Por qué? Porque el paro de hoy tiene otros componentes por lo que se reclama y protesta: inflación más alta aún, generada por este Gobierno, caída del consumo en todos los rubros, inestabilidad institucional y financiera, y una enorme quita de derechos y conquistas en casi cualquier tema que se les ocurra tocar, más amenazas, un avasallamiento del sistema democrático y republicano, ataques de ira, un constante mensaje violento, abusos de poder y más, por eso hoy además de los gremios y partidos políticos, había otros colectivos marchando como el CONICET, representantes de universidades públicas que no tienen ni una certeza sobre sus presupuesto, o referentes de la cultura en sus más amplios espacios, había jubilados representados por diferentes asociaciones y otros que fueron por su cuenta, empleados estatales que pierden estabilidad, defensores de derechos humanos, referentes de la salud y la salud mental, referentes de la agricultura familias, mujeres, referentes del colectivo LGBTIQ+, trabajadores de la construcción que ya se quedaron sin trabajo, y un larguísimo etcétera, porque Milei, o quienes le escriben, no dejaron un espacio sin alterar, recortar, tratar de eliminar, menospreciar, ningunear, despreciar, insultar.
Es más cómodo evitar un análisis de los porqués, y hacerse cargo, y caer en “el paro era dos años antes”, o 4 o lo que sea, porque así se evita un profundo análisis del DNU y la Ley que vulneran todo el sentido del sistema republicano y a la democracia, y por eso también se reclamó, y claro, todo reclamo es político, pero no se entiende la infantil reacción de Milei en un video (en el que por cierto no se lo vio muy bien de ánimo) criticando justamente que los gremios hagan política, y ¡sorpresa! no era una manifestación deportiva y no estuvieron solamente los gremios.
No quiero dejar de mencionar que el único logro de Milei hasta ahora es haber logrado que cada vez más personas no lo llamen por su cargo, sino por su nombre a secas, además de montones de apodos descalificativos que hacen alusión a sus delirios místicos, su estado de salud mental, su supuesta superioridad estética a fuerza de Photoshop o fotos con determinada pose para esconder alguna parte de su cuerpo que al parecer lo obsesionan, sumado a las amenazas públicas del ministro Caputo (el responsable de la deuda que tanto daño le hizo a la Argentina) y del vocero de Milei, que más que buscar algún tipo de consenso, encerrados en su propio dogma, y fieles a su ideología autoritaria solo pretenden poner de rodillas a todos los gobernadores poniendo al pueblo de rehén.
Y no hay que dejar de llamar la atención sobre la constante violencia que agita y promueve tanto Milei como su equipo, violencia que se traduce generar una grieta que, mucho más allá de los ideológico, se agranda desde niveles de odio y racismo peligrosos, dividiendo a los supuestos argentinos de bien, que son ellos y los que lo banca, contra los otros, negros, vagos, sucios; violencia que derivó a un sujeto en Santiago del Estero que arrojó agua hirviendo desde un balcón y provocando heridas entre los manifestantes, o la que arrojó lavandina contra los manifestantes, desde un balcón, en Ciudad de Buenos Aires, y si las políticas de Milei siguen el curso que tomaron tendremos más marchas y más reclamos y la violencia de los suyos va a ir pasando de insultos, amenazas y agresiones digitales y más hechos personales, y desde el Gobierno Nacional, lejos de intentar llamar al diálogo y a la unión, se esfuerzan cada vez más en profundizar esa violencia, porque son temerarios, insisten con sus supuestos aires de superioridad, y no les interesa la paz porque su modelo no se aplica de otra forma que no sea sometiendo.