Ante un crecimiento exponencial de casos, distintos sectores piden campañas de fumigación pero estudios mundiales desestiman el uso de insecticidas como método para prevenir la propagación del mosquito.
A diferencia de lo que se suele creer, la fumigación no resulta eficaz para eliminar los mosquitos o prevenir las enfermedades que transmiten. Los principales motivos son: la imposibilidad de eliminar larvas y la baja efectividad de los insecticidas para eliminar al mosquito adulto.
Un trabajo del Centro de Investigación y Estudios de Matemática del CONICET, se propuso calcular la efectividad de las fumigaciones en base a cálculos matemáticos. Lo que se obtuvo con este modelo es “la certeza de que fumigar no es la solución, por muchos factores. En primer lugar, no se elimina el insecto en su etapa acuática -huevo y larva-. Además, la eficacia del insecticida no es del 100 por ciento, es decir que no mueren todos los mosquitos”.
En esa misma línea coinciden distintos estudios realizados por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), concluyendo que “no se encontraron estudios que permitieran evaluar la efectividad de estrategias, como las campañas de fumigación en ambientes abiertos y el uso de espirales”.
Desde el Ministerio de Salud de la Nación, también aclararon que el insecticida sólo tiene efecto sobre los insectos cuando entra en contacto con éstos. Cuando el insecticida cae al piso o se evapora ya no ejerce efecto.
De allí que la medida principal y más efectiva para prevenir las enfermedades transmitidas por mosquitos Aedes aegypti sea la eliminación de criaderos, descartando o tapando recipientes que acumulen agua.