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Privacidad en peligro: profesores influencers

En la era digital, las redes sociales son una ventana a nuestras vidas, en donde enlazan lo personal y lo profesional. Sin embargo, en un fenómeno cada vez más recurrente, algunos profesores terminan exponiendo involuntariamente a sus estudiantes, quienes en muchas ocasiones son menores de edad.

Esto ha desencadenado distintos debates sobre la ética y la privacidad, así como críticas tanto a favor como en contra de los llamados TeachTokers o profesores influencers.

La educación en tiempos de TikTok y redes sociales
En la actualidad, sobre todo después de la pandemia, los y las profesoras han hecho uso de las redes sociales para difundir su práctica docente y comunicarse con sus estudiantes. Muchas de estas plataformas resultan ser de utilidad pues, como explica Bracero para La Vanguardia, “[TikTok] puede ser una herramienta clave para llevar a cabo innovaciones educativas que aumenten la motivación de los alumnos y les ayuden a aprender de una forma divertida y diferente”.

Además, sostiene que las clases cortas favorecen el aprendizaje, lo que ha hecho que incluso la aplicación promueva el uso de distintos hashtags como #AprendeConTikTok, #TeachTok, #TeachToker. De esta manera, tanto docentes, estudiantes e integrantes de la comunidad educativa pueden tener acceso a dichos videos. Sin embargo, si no se vigila con atención los límites de privacidad de la cuenta, es posible que dicha información llegue a ojos ajenos.

Durante la pandemia, TikTok fue una herramienta que ayudó a transformar la educación. Cientos, si no es que miles de profesores, acudieron a la red social para compartir videos didácticos en los que no solo intentaban enseñar, sino que lo hacían de una forma divertida o hasta sarcástica. Los docentes dieron un pie adelante y reinventaron la enseñanza a través del uso de estas diferentes herramientas, haciendo posible enseñar todo tipo de contenido. Esto dio pie al surgimiento de profesores que además eran influencers. Si bien, este tipo de influencers con causa podrían parecer más inofensivos, la verdad es que no es así.

Profesores como figuras públicas
La figura del influencer crece día con día, tanto así que existen universidades que ya han incorporado a sus planes de estudio esta carrera. Ya sea por medio de cosméticos, moda, videojuegos, carreras de canicas o un sinfín de actividades más, cualquier persona puede ser influencer.

Muchos profesores comparten su día a día en aula o dan pequeñas clases, recomendaciones de materiales o estrategias; lo cual atrae la mirada del ojo público al encontrar fascinación e interés en sus anécdotas o actividades. No obstante, un TeachToker es un profesor que además de ser docente hace uso de sus redes sociales para obtener ya sea un mayor número de seguidores o un ingreso extra.

Cada día es más común encontrar publicaciones de maestras y maestros compartiendo anécdotas graciosas sobre su labor docente, sin embargo, también es posible encontrar otro tipo de contenido, uno en el que el docente graba directamente a su alumnado, exponíendoles ante los usuarios del internet.

Profesores como figuras públicas: ¿dónde está el límite?
El término TeachToker parece acuñado por Pablo Duchement, el cual puede definirse como aquellos profesores con alma de influencer que, intentando aumentar su alcance en línea, termina explotando en sus redes sociales personales a los estudiantes a su cargo.

Duchement, perito judicial informático, quien además es especialista en delitos perpetrados por y contra menores en entornos digitales y/o escolares, señala que observó un aumento en los casos relacionados con “la exposición voluntaria en cuentas privadas que docentes realizaban sobre su alumnado”. Debido a los patrones encontrados fue que decidió acuñar el término TeachToker, al que define como “un profesor con alma de influencer que, en su búsqueda de aumentar el alcance en su segunda actividad, explotaba en cuentas personales de RR. SS. estudiantes a los que, simultáneamente, impartía clase como desempeño de su primera actividad”.

El autor destaca un patrón que poseen aquellos docentes que se vuelven TeachTokers:

  • Necesidad de aprobación.
  • Búsqueda de protagonismo, adjudicándose a sí mismo los logros de sus estudiantes.
  • Orgullo de los logros de sus estudiantes, pero una gran ignorancia sobre la protección de datos y la ética digital.
  • Necesidad de exponer su trabajo en redes.
  • Monetización de sus cuentas personales.
  • Actividad publicitaria.

¿Cuál es entonces el problema? Pues tal como lo explica el equipo de Maldita (un medio dedicado al fact checking): “es posible encontrar estrategias de docencia, divulgación o contenido cómico, sin embargo, también existen profesores que utilizan a sus alumnos para ganar seguidores y popularidad”.

¿Divulgación o explotación?
En enero del 2022, el Gobierno de México incitaba a los docentes a utilizar las distintas herramientas y recursos digitales, entre ellos TikTok, principalmente para lecciones cortas, generar participación y un sentido de confianza con el alumnado. Incluso proporcionaba distintos hacks para el uso de la aplicación. Sin embargo, hay una línea muy breve entre divulgar y explotar.

A primera vista, explica Alfredo Pascual, las redes sociales permiten a los docentes compartir sus experiencias, proyectos y métodos, así como conectarse con colegas y abogar por mejoras en la educación; sin embargo, “la presión por obtener más visitas y conseguir unos mejores números lleva a contar episodios que deberían quedar en el ámbito estrictamente privado de la relación profesor-alumno”.

Existen cientos de profesores de distintos niveles educativos y asignaturas que hacen uso de sus redes sociales para informar, enseñar o comunicar. Haciendo un trabajo meramente divulgativo y ético de la práctica docente. A pesar de ello, existen casos en que las cuentas están completamente enfocadas a su vida en aula y los mismos estudiantes se vuelven protagonistas de los videos, además, como señala Duchement, en el peor de los casos, más allá de solo exponerles, muchos docentes han llegado a sexualizarlos a ellos y a sí mismos.

¿Es explotar realmente la palabra? En cierta manera, sí, pues se vuelve necesaria la exposición de los estudiantes para mantener o incrementar las interacciones y popularidad. El tipo y nivel de exposición puede variar, pues puede ser desde una imitación de algo ocurrido en clase, la publicación de trabajos o exámenes escolares, hasta grabaciones de la voz o imagen de los y las alumnas.

Aunado al tiempo que se dedica en el aula a la realización de estos videos que, como explica el académico Yusuf Kızıltaş, es tiempo tomado de la clase y, por más divertido que pueda ser para las y los docentes y sus estudiantes, es posible que también perjudique las horas esenciales de aprendizaje.

Riesgos para la privacidad y seguridad del alumnado
Los principales riesgos de esta práctica es la falla en la privacidad de las y los alumnos, pues muchos docentes terminan exponiendo tanto la imagen, voz o resultados académicos de sus estudiantes sin un consentimiento expreso por los mismos o, de ser el caso, de sus tutores.

A lo largo del mundo ya se han presentado casos que ponen el ojo en este asunto. Tan solo en España, al menos, ya existen denuncias a docentes a nombre de la Ley Orgánica de Protección de Datos, a lo que Ignacio Zafra asegura que se puede ser un divulgador educativo o simplemente tener alta presencia en redes sociales sin exponer a los y las estudiantes. Por otro lado, en Irlanda, la ministra de Educación, Norma Foley, ha afirmado que «no sería apropiado realizar contenido comercial en las instalaciones escolares».

Debemos recordar que en muchos de los casos, las y los escolares son menores de edad, por lo que la publicación de su imagen (en mayor o menor medida) es un riesgo al exponerlos ante posibles depredadores u otras amenazas innecesarias.

Esta exhibición puede acarrear muchas consecuencias negativas, sin embargo, es importante diferenciar entre los docentes que comparten información a aquellos que solo les exponen.

Mantener la integridad en el aula
No debemos perder de vista que las y los estudiantes son sujetos de derecho y nosotros como adultos debemos respetarlos; atentar contra su intimidad, exponiéndolos a cambio de likes, vulnera su persona.

Los nuevos docentes ya son nativos digitales, parece entendible que a menudo compartan vídeos con actividades educativas y motivadoras. No obstante, el uso de TIC en la educación no es un problema, sino una ventaja. El problema radica en esa ignorancia o desconocimiento de los riesgos a los que exponemos (muchas veces sin autorización) a personas que se encuentran a nuestro cargo.

El problema no es la forma en que los docentes llevan sus redes sociales personales, ellos al igual que cualquier otra persona son libres de hacer uso de las mismas como mejor les parezca, no importa si deciden subir un video bailando o fotos en la playa. La diferencia radica en hacer uso de sus alumnos, la mayoría de las veces menores.

En particular, tampoco podemos señalar con tanta tranquilidad a quienes recurren a esta carrera en búsqueda de un ingreso extra, un aspecto entendible en un mundo donde el trabajo y la misma profesión docente son precarizados. Pues, en palabras de Rocío Rodríguez, “que los educadores se conviertan en ‘influencers‘ es positivo si se hace con responsabilidad y ética», existen desafíos que deben abordarse con cuidado, siendo primordial mantener un equilibrio con las cosas que publicamos en redes.

No podemos ignorar la realidad: la presencia de menores en redes para adultos, incluso sin mala intención de por medio, atrae aspectos negativos y oscuros del internet, causando un daño educativo y social evidente. Un uso adecuado de las redes sociales puede favorecer la calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje, facilitando también el intercambio de experiencias entre pares y recursos didácticos. Sin embargo, un uso inapropiado puede ser una amenaza para el alumnado y los propios docentes.

Fuente: observatorio.tec.mx

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