Luego de los informes preliminares de varios laboratorios sobre la eficacia de la vacuna contra coronavirus y los pedidos de utilización de emergencia, comenzó la carrera por proteger a millones de personas en todo el mundo
A casi un mes de que se cumpla un año de la comunicación oficial de parte de gobierno de China que advertía a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la existencia de un nuevo coronavirus que producía una neumonía extraña, el mundo hoy es otro. Sumido en una pandemia decretada en forma tardía recién el 11 de marzo, todos los países del planeta siguen padeciendo los brotes y rebrotes del SARS-CoV-2, el coronavirus que produce la enfermedad COVID-19 ya causó más de 62 millones de contagios y 1,4 millones de muertos.
Luego de la obtención en enero del código genético del virus por parte de los científicos chinos, cientos de laboratorios en todo el mundo comenzaron una frenética carrera para desarrollar una vacuna segura y eficaz para prevenir los contagios, mientras los médicos y otros hombres y mujeres de ciencia buceaban en las drogas ya conocidas y probadas para otras patologías, a fin de salvar vidas en tratamientos experimentales frente a los casos moderados y graves de COVID-19.
La comunión científica mundial se unió como nunca antes en pos de derrotar a este nuevo coronavirus que en pocas semanas puso en jaque a los sistemas sanitarios de las principales potencias mundiales, munidos de vastos recursos económicos y de salubridad. Y por ello, una carrera frenética comenzó en distintos laboratorios para desarrollar varias vacunas que lo prevengan y paren la diseminación y estragos que causó a la salud de millones de personas. Y también para frenar los estragos económicos que motivaron las cuarentenas obligatorias y el confinamiento de miles de millones de personas que no tenían armas efectivas para luchar contra este enemigo invisible, salvo las ya conocidas medidas de salubridad como el distanciamiento social, el uso de barbijos o tapabocas y el lavado frecuente de manos.
Así, llegamos casi a diciembre con la promesa de un puñado de laboratorios que ya tienen las conclusiones de sus estudios clínicos avanzados en Fase III para ser publicados en los próximos días en revistas científicas a fin de ser revisados por pares. Dos de estos gigantes farmaceúticos ya pidieron a las agencias regulatorias médicas de sus países una autorización de emergencia para poder distribuir sus productos. Una autorización de emergencia es una autorización temporal o condicional concedida para responder a una situación de urgencia como una pandemia.
rubbish talking