El presidente Alberto Fernández rescata su conocimiento de la nomenclatura comunista y su predisposición para actuar rápido y con resultados institucionales a corto plazo.
La designación de Sabino Vaca Narvaja como embajador argentino en China fue confirmada luego de la polémica surgida por la remoción de un diplomático de carrera como Luis Kreckler, pero con pocos resultados aparentes frente al gobierno asiático.
A Kreckler lo acusaron de pretender un piso nuevo en Beijing, haber organizado una mudanza familiar costosísima desde Berna a China, cierta molicie para tratar con la nomenclatura comunista y partir hacia una isla con duty free cuando se negociaba la vacuna con los empresarios asignados por Xi Jinping. Lo cierto es que no contaba ya con la aprobación de la Casa Rosada ni el Palacio San Martín, además los aciertos de Vaca Narvaja decantaron en un reemplazo anunciado.
Alberto Fernández no necesitó de las opiniones de Solá para comprobar que Kreckler no se ajustaba a sus necesidades políticas en China. Nunca le gustó que tardara tanto en llegar de Suiza a Beijing, y a su vez descubrió que Vaca Narvaja era astuto, diligente, callado y muy efectivo.
“No sé que rosca tiene en Beijing, ni con quien habla. Pero sabe cómo funciona la maquinaria, y cada vez que le pedí algo, lo resolvió”, opinó el jefe de Estado sobre Vaca Narvaja cuando ya era público que Kreckler había sido desplazado de la embajada en China.
Vaca Narvaja fue clave para lograr que Xi Jinping renovara un swap de 8.500 millones de dólares que está depositado en el Banco Central y había sido atado a los dos créditos stand-by firmados por Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Y antes de ese movimiento geopolítico ejecutado con celeridad por Beijing, el futuro embajador en China había logrado que Alberto Fernández y Xi intercambiaran cartas personales a través de la valija diplomática. Esa aproximación epistolar entre la Casa Rosada y Zhongnanhai fue un éxito diplomático de Vaca Narvaja.
La última movida de Vaca Narvaja sucedió la semana pasada cuando aún no había memorando de entendimiento entre la Argentina y la empresa Sinopharm. El memorando con Sinopharm por 30 millones de dosis de vacunas chinas fue empujado por Kreckler y firmado por el ministro Ginés González García, pero Vaca Narvaja aceleró los contactos y juntó a las partes.