Sistemáticamente en distintos ámbitos se escuchan ante el análisis de la realidad argentina las siguientes frases: “no tenemos salida”, “estamos condenados al fracaso” “somos un fracaso”. Y ante ello inmediatamente cabe la pregunta. ¿Se puede revertir la situación nacional?
La primera conclusión sería: si seguimos haciendo siempre más de los mismo no!. Ahora bien, si seguimos las experiencias de los países que tuvieron los mismos problemas y evaluamos las soluciones aplicadas, a nuestra propia realidad seguro que sí.
Ninguno de los países que, por ejemplo, debieron controlar procesos inflacionarios y de decadencia económica encararon un plan económico sin resolver una cuestión política trascendente: la confrontación irracional (aquí grieta).
Por tomar un primer ejemplo Israel en la década del 80 -arrancó con casi 500 puntos de inflación pero no logró una reducción a poco más del 1% de hoy sólo con un plan antiinflacionario.
La sociedad obligó a construir un gobierno de unidad nacional al no darle mayoría propia a ningún partido (Likud y Partido Laborista) y generando las condiciones para institucionalizar un gran acuerdo nacional (GAN) que condicionó a cada sector gobernante, los que se sucedieron de ahí en más respetando lo acordado: precios, salarios, tarifas, subsidios, incentivos a la generación de empleo y a la inversión productiva y tecnológica, política fiscal, cambiaria y monetaria.En el Pacto Social consensuado, ingresaron el gobierno, la oposición, la central obrera, los empresarios, etc.
Más allá en el tiempo otro ejemplo contundente de acuerdos estructurales que lograron resultados son los “Pactos de la Moncloa” en España. Estos acuerdo fueron firmados luego de las elecciones de 1977 por los líderes partidarios y ratificados por empresarios y sindicatos con el objetivo de realizar un saneamiento y reformas estructurales a la economía española, y a posteriori se convirtieron en un paradigma del diálogo y la convivencia democrática.
Entonces el error es, pensar que en la Argentina debemos encontrar la mente iluminada económica que lo resuelva todo o bien entender que por triunfar en una elección tengo el “derecho” a imponer “mi modelo”.
Hasta el más premiado o votado ha fracasado en un país que no reconstruye su tejido cultural del dialogo y los acuerdos.
Con figuras hegemónicas que tiren de la cuerda con toda la fuerza, indefectiblemente la cuerda se rompe.
En materia de resolución de crisis nada está por inventarse, solo debemos animarnos como sociedad a emular a aquellos pueblos que se animaron y lo lograron mediante grandes acuerdos nacionales. No hay otra.