Ausentismo

Ausentismo

Por Diego Comba

En las elecciones provinciales de Salta, celebradas el 14 de mayo, Gustavo Sáenz será gobernador por 4 años más; en la capital los salteños eligieron otro rumbo y Emiliano Durand asumirá como intendente el 10 de diciembre. Datos más, datos menos en toda la provincia hay alguna sorpresa o perlita que le da la nota de color a la información, algunos que perdieron y otros que ganaron dan el toque, pero lo llamativo es el nivel de ausentismo a las urnas.

En total fue del 30,45% (según los datos del escrutinio provisorio), unas 329.609 personas las que por diferentes motivos no fueron a votar. La mirada optimista es que el ausentismo en términos porcentuales fue menor al de las elecciones de 2021, cuando votó alrededor del 64% del padrón.

Entonces se hablaba del desencanto electoral post pandemia, hoy hay quienes eligen hablar del desencanto con la política, pero siempre hay formas de evadir el tema o justificar las ausencias, para eso hay políticos y sociólogos que lo explican, pero después de unos días y hasta la próxima elección no se vuelve a hablar del asunto.

Desde hace no poco tiempo trato de insistir en que votar no es solo una obligación legal, tratando de cambiar el eje, porque votar primero es un derecho, es la última expresión de la democracia y además el sistema electoral de Salta y su sistema de control dan mucha más independencia al votante.

Votar es un deber cívico, no alcanza con la queja por ir a votar, no alcanza con no ir por falta de ganas y con algunas justificaciones del tipo “todos son iguales”, o “yo tengo que trabajar lo mismo porque a mí los políticos no me dan nada” o excusas similares, porque es simple, hay que ocuparse de la política, porque la política se ocupa de todos, absolutamente de todos, porque es la política la que genera las condiciones con las que tenemos que vivir, todas las condiciones: económicas, sociales, educativas, de seguridad, salud, infraestructura y más.

Quejarse y decirlo está bien, es parte de la libertad que nos da la democracia, pero participar es la otra y quizás más importante, y se vienen las elecciones nacionales con un escenario bastante complicado, desde el armado político hasta una estructura social en crisis producto de una realidad económica que genera, de mínima, pesar e incertidumbre, pero no votar por molesta, hastío, falta de ganas, es también adoptar una posición cómoda respecto de no hacerse cargo de ejercer con responsabilidad ese derecho que es un elemento en esencia igualador, porque un voto vale igual a una persona sin que importe la condición social, religiosa, cultural, económica o educativa, es el estado puro de democracia.

No votar es sin dudas también una expresión de la población, quizás un llamado de atención, pero es una interpretación, de muchas posibles, aunque parece ser la que más se acerca a lo que sucede, que no es un fenómeno nuevo, aunque al parecer no está debidamente atendido por la política en general.

Hasta aquí la receta parece ser que el día de la elección los candidatos insten a la población a concurrir a las urnas; durante el proceso electoral, con muy poca intensidad, se informa de las multas en caso de no votar; al día siguiente de la elección algunos nos asombramos del ausentismo y el análisis dura unos días, después más nada hasta dentro de dos años, y esto seguirá sucediendo hasta que nos deje de asombrar, lo naturalicemos y dejemos de hablar de ellos, o hasta que el voto sea optativo y entonces el análisis es otro.

Pero mientras el voto sea obligatorio uno de los deberes de la discusión política toda bien podría ser ponerse a pensar cómo trabajar con más fuerza en la educación y concientización cívica, generar más mecanismos de participación ciudadana pensando en más opciones más allá de la elección de representantes, quizás hasta endurecer las penas por la no concurrencia a votar, mejorar el sistema y la ingeniería electoral para que la oferta de cara al ciudadano sea más atractiva, y en este sentido procurar más espacios de debates electorales en todas las categorías y entre listas o candidatos que ya tengas un piso mínimo de votos, para lo cual deberían volver a pensarse en elecciones primarias, como se hacían ya en Salta o mejoradas.

A la democracia se la mejora con más democracia y este año en Argentina se cumplen 40 años de una joven democracia ininterrumpida y aún duelen las heridas de un régimen que hizo todo cuanto estuvo a su alcance para silenciar la participación, la opinión y la crítica, sanar esas heridas es tarea de todos, de la política el construir puentes y caminos y de la población el transitarlos y no desentenderse.

Sin dudas que al ser un proceso de cambio cultural, puede demorar, pero es el momento antes de que la apatía nos gane.

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