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COP 28 Cambio climático, ambiente y desarrollo: mirada global pero pies en la tierra

Por: Alejandro D. Brown*

Nos encontramos en un momento importante de la humanidad, los principales líderes mundiales están presentes o siguen con atención los debates de la COP 28, la Convención por el Cambio Climático que se da sede en Dubai, con el objetivo de alcanzar compromisos globales asociados a la “descarbonización” de nuestras actividades y modo de vida.

Pero detrás de este concepto nuevo, hay muchas cosas en danza, desde posicionamientos geopolíticos, hasta posiciones ideológicas y religiosas. Todos quieren estar y todos quieren opinar. Y pocos quieren aflojar…

El Presidente de Francia, país donde se celebró hace 8 años (2015) la COP 21 donde se aprobó el “Acuerdo de París”, de mejora de la resiliencia al Cambio Climático y el compromiso a una reducción significativa de la emisión de GEI (Gases de Efecto Invernadero), habló sobre la necesidad de igualdad de condiciones en cuanto a restricciones solicitadas a los productores franceses con los del resto del mundo. En ese contexto se opone a un acuerdo comercial con MERCOSUR si el mismo no posee claras evidencias de compromisos ambientales por parte de los países productores. Preocupación ambiental o resguardo económico?

En quizás el otro extremo, el Presidente de Brasil, considera inaceptable la inclusión de requisitos de “protección climática” destinados a respetar los estándares europeos, aunque está dispuesto avanzar en la descarbonización y comprometerse a llegar a la “deforestación cero” para el 2030. Este Acuerdo MERCOSUR – UE involucra a más de 700 millones de personas y un comercio del orden de 18 billones de euros. Sin embargo, este acuerdo no es avalado por Paraguay que se opone al mismo, y aún está en duda la posición de Argentina cuyo mandatario electo a puesto en duda reiteradamente el vínculo causal entre las emisiones de GEI y el Cambio Climático. No niega el CC pero sí su causal antrópico. Desde nuestra mirada este Acuerdo es una gran oportunidad a punto de perderse.

Hasta el Papa Francisco ha entrado en estas discusiones globales (y terrenales), resaltando las diferentes aproximaciones y consideraciones entre los “países ricos” que se han beneficiado por los procesos que llevan a esta situación ambiental, con aquellos otros, los “países pobres” o en desarrollo, que sin haberse beneficiado por este proceso están sufriendo sus consecuencias. En esa dirección impulsa la eficiencia energética, la obtención de fuentes renovables, la eliminación de combustibles fósiles y la educación para un consumo más responsable.

También están los que aprovechan estos espacios para mechar sus ideologías contra capitalistas, responsable según ellos de todos los males, como el Presidente de Colombia que pretende poner al conflicto Israelí-Palestino como un globo de ensayo de lo que los países del norte pretenden hacer con aquellos del sur cuando se incrementen las migraciones de los “desplazados climáticos”.

En fin y como en todos los espacios donde los humanos discutimos estrategias y puntos de vistas, las distintas ideologías y dogmas se entrecruzan, dificultando el desarrollo de agendas constructivas y saludables.

Pero más allá de estas discusiones globales, en este rincón del mundo en Argentina, las discusiones son más terrenales, y a veces de un tenor técnico y político más elemental. Aunque no por ello más sencillas de resolver.

La realidad es que vivimos en un territorio amplio, poco habitado, donde aún hay mucha naturaleza en buen estado de conservación, donde sus habitantes practican un consumo energético bajo a moderado, donde prácticamente no se han extinto especies en los últimos 100 años, donde necesitamos sin duda crecer económicamente para sacar de la pobreza a más de la mitad de la población y donde debemos ampliar la oferta de empleos genuinos asociados a prácticas productivas e industriales.

Hace menos de una semana, en Calilegua, Jujuy, nos reunimos más de 20 empresas de distintos rubros productivos (azúcar, papel, cítricos, yerba mate, forestaciones, ganadería, granos, miel, cemento, litio) con organizaciones de la Sociedad Civil, la Academia y la Cooperación de la UE para discutir y planificar acciones tendientes a cerrar la brecha entre producir y conservar la naturaleza. En dicho encuentro donde participaron más de 80 personas se puso de relieve el concepto de “Paisaje Productivo Protegido”, como una forma destinada a encontrar ese justo punto medio (o bisectriz) que nos permita incrementar nuestro desarrollo económico, pero que ello implique a su vez más conservación de la naturaleza y más inclusión social.

Esperamos que esta COP logre más allá de su mirada y compromisos globales, “bajar a tierra” estos compromisos, porque finalmente allí es donde estamos nosotros, los humanos y la naturaleza, buscando razonablemente ese punto medio aceptable para ambos. Dicen que nuestro futuro depende de ello.

*Presidente de la Fundación ProYungas

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