Domingo, 26 de Abril 2015. En el marco de la 41a Feria Internacional del Libro de Buenos Aires se realiz— la charla: Literatura, Imaginarios y Tradici—n Oral, en la que participaron Silvia Hopenhayn, Fabio Morabito y Rafael Toriz, en el Stand de la Ciudad de Mexico.
Foto: Antonio Nava / Secretaria de Cultura

Entrevista a Silvia Hopenhayn: “La lectura es la definición más hermosa del otro”

En Alegre Distopía estuvimos charlando con Silvia Hopenhayn, escritora y periodista cultural. Ha conducido numerosos programas literarios en televisión. En 2017 obtuvo el premio de la Asociación Argentina de Televisión por Cable (ATVC) por el ciclo Nacidos por Escrito. Recibió también los premios Julio Cortázar (Cámara argentina del libro), Konex de Oro, y al Mejor Programa Cultural (UBA, 2013). Autora de varios libros, sus últimas novelas son Elecciones primarias (Alfaguara, 2012) Ginebra (Alfaguara, 2018) y Vengo a buscar las herramientas (Corregidor 2021). Por más de 10 años publicó la columna semanal “Libros en agenda” en el diario La Nación. Ha dictado talleres de lectura en Museos y centros de arte, y dirige el taller “Clásicos no tan clásicos”. Una entrevista imperdible en donde repasaremos su trayectoria, su vida dedicada a la literatura y presentará su última novela Vengo a buscar las herramientas.

Nacidos por escrito, ciclo que conducías en Canal Encuentro y la TV Pública, acercó a mucha gente a esos personajes emblemáticos de la literatura argentina. ¿Qué significó para vos haber podido acercar la literatura al público en general, sacarla de los ámbitos académicos y ponerla a disposición de todos?
Eso es justamente lo que trato de hacer en “Clásicos no tan clásicos” (taller literario que Silvia lleva a delante por Instangram y otras redes sociales), que produjo un efecto muy interesante de comunidad de lectores. Somos muchos los lectores, aunque se diga que estamos en el reino de la imagen. Para mí la lectura tiene mucho de viviente, no de académico ni de trabajo crítico, sino que la lectura es un alimento terrestre. Todos somos seres de lenguaje, que yo sepa, nos manifestamos hablando y las palabras nos van marcando el camino. Por eso la ficción es fundamental para ubicarnos en la realidad. Cuando hicimos ese programa, notamos que no había un censo de los habitantes de nuestra ficción, porque para encontrarle sentido a la realidad hay que meterse en los libros que la retratan. La maga, Emma Zunz, los personajes que inventa Macedonio Fernández; son personajes que ingresaron en la categoría de clásicos de nuestra literatura, que nacen y no mueren nunca y a eso apuntamos con “Nacidos por escrito”.

Había un programa que se llamaba “El fantasma” en el que charlabas con diversas figuras del ámbito artístico sobre sus lecturas, recuerdo que particularmente me encantó uno en el que invitaste a Adrián Dárgelos. ¿Cómo es conectarse con otro a partir de la literatura?
Poe eso yo hago talleres de lectura y no de escritura. Me parece que la lectura es la definición más hermosa del otro. El lector es el que está atento a la palabra que le viene, a mi me parece muy rica esa disposición, estar a la espera de palabras para producir, finalmente, el texto propio. Los lectores, y por eso lo invité a Adrián Dárgelos e hice un programa en base al que lee, portan la novela de la lectura, la que cada uno se hace cuando terminó su libro. Nunca es la misma lectura que vos hacés de Madame Bobary (novela clásica del escritor francés Gustave Flaubert), que la que hace cualquier otro lector, no hay un libro que sea el mismo según quién lo lee.

Luego de leer la novela estuvimos comentando con Maximiliano del Cerro (compañero de aventuras y amigo que escribe en El Influencer y que reseñó tu texto) que hay un elemento aglutinador en la novela que es la transmisión de la experiencia. Y ahí surgió Walter Benjamin (crítico literario alemán), que en su artículo de 1936 titulado El Narrador dice justamente que con la novela se cayó esa cotización de las experiencias comunicables, que era una característica de los narradores orales. ¿Qué hay de eso en tu novela?
Yo me siento cercana, pero no por eso equiparo las novelas, con Eisejuaz de Sara Gallardo (escritora argentina). Ella, para escribir esa novela que no sabía que la iba a escribir, como yo tampoco sabía que iba a escribir Vengo a buscar las herramientas; fue a entrevistar a un líder wichí en Salta que se llamaba Lisandro Vega, y recibió un relato que no representaba al mundo de su pueblo, sino que presintificaba otra posición en el mundo a través de la lengua. Con eso se le despertó el oído para escribir Eisejuaz. Salvando las distancias, a mí me pasó algo parecido. Yo escuché un relato inesperado en un momento particular de mi vida: yo estaba enterrando en el jardín a mi gato. En ese momento un hombre desconocido de la calle, que me ayudó a realizar un pozo bastante profundo como me había recomendado el veterinario para que la putrefacción pudiera realizarse, me hace un relato de su infancia en 1960 en la Patagonia profunda. Escuchándolo se me abrieron las puertas de esta ficción. Ahí está lo oral que se enlaza con lo leído, es decir que no es la transmisión de un relato, sino el efecto de un relato en alguien que escribe.

Él me cuenta que siendo niño vivía en un paraje al borde de Chile en Río Negro, muy difícil de encontrar en el mapa: Los Molles. Su padre había sido nombrado director en ese lugar, y un día la madre empieza a descubrir que las aguas bajan sucias, que estaban contaminadas. También descubre que esto era así porque los pobladores rezagados, ya que no se trataba de un centro urbano, dejaban a los muertos en la montaña y que un deshielo prematuro arrastró a estos muertos hasta las aguas del río, produciendo la contaminación del agua que consumían en el paraje. Su padre, el director, decide enseñarles a los pobladores que no enterraban a sus muertos, a hacer cajones para sepultarlos y armar un camposanto en algún lugar en donde no llegaran las aguas del deshielo. El hombre que me contaba la historia me dijo: “cuando yo era niño, escuchaba que golpeaban la puerta de mi casa de adobe y decían: – Director, vengo a buscar las herramientas. Y mi padre les contestaba -¿Quién ha muerto?”. Imaginate ese relato cuando yo no solamente intentaba enterrar a mi gato, sino a la mismísima muerte.

Él también hace referencia a la Guerra Mundial como acontecimiento que hizo callar a la humanidad, o por lo menos, cesar en este intercambio comunicacional a partir de la experiencia del horror. ¿Pensás que pasa algo similar con la pandemia que estamos viviendo?
Es interesante, pero me parece que la Guerra Mundial tiene un componente más perverso, la pandemia es una fatalidad. La pandemia nos encierra, nos cuestiona como moradores de esta tierra.

Hay una dimensión simbólica desarrollada en el concepto de herramienta, ¿podés desarrollarla?
Las herramientas, como decís vos, también tienen que ver con las herramientas narrativas. A mí me encantaba de chica ir a la ferretería, y para mí todas las herramientas, inclusive las narrativas, me resultan tangibles. En esta novela, particularmente, yo escribí sabiendo el final y que terminaba en un nombre, ya que son dos historias que se van contando en paralelo: la de Los Molles, en 1965, y la de Villa Crespo, en el 2019.

También está muy presente la literatura: Cortázar, las referencias literarias y todos los personajes y situaciones atravesados por ella. Como dice tu texto ¿pensás que “la literatura ordena a la vida palabra por palabra”?
Me parece que la literatura, a pesar de aquellos que tienen ese prejuicio de la complejidad de la lectura de ciertos textos, es lo más parecido a la vida en relación a que la vida es sucesiva. Con la imagen hay mucha más elipsis, en las redes podés borrar, cambiar cosas. Por eso cuando uno está caotizado, descentrado o partido; con una buena lectura (aunque no entiendas muy bien lo que estás leyendo) se te va ordenando el mundo.

Hay también un trabajo con el lenguaje, el mapudungun, el irlandés, el turco, los nombres de los negocios “corte y confesión” (mercería) “a Contrapelo” (depiladora). ¿Cómo trabajaste esta dimensión?
Humpty Dumpty (personaje del libro Alicia a través del espejo) libera a las palabras de su significado atribuido al diccionario, es decir que las palabras serían lo que uno busca en ellas. Hay una parte en Vengo a buscar las herramientas en que unas niñas, de la misma edad de Alicia que están en una especie de pijamada, hablan acerca de la muerte porque con la muerte del gato es la primera vez que la tienen cerca. Y allí se ve la importancia de lo que las palabras tiene para decirnos, y no tanto lo que nosotros decimos con las palabras. Y así escribo, escuchando las palabras.

La muerte en tu libro no es un final, sino un principio. El mundo que construís en la novela empieza a desarrollarse a partir de la muerte.
Es buenísimo lo que decís, porque a veces se habla acerca de la muerte y parece todo mortífero, y en realidad es todo lo contrario, ya que la muerte puede ser un punto de partida o de entendimiento. A partir de la muerte se puede escribir la vida. El entierro es un punto de partida para que la vida pueda proseguir. En esta novela la muerte funciona como un aprendizaje para hacer historia y proseguir.

Escuchá la entrevista completa aquí:

Por Lucas Bertone para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 14 a 16 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7

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