Perito Moreno será el protagonista de una historia que lo tiene huyendo de una condena a muerte por supuesto espionaje. Una trama que ayuda a repasar el conflicto histórico que mantuvo, allá a finales del siglo XIX, el Estado argentino con el pueblo mapuche.
Esta semana traigo para compartirles mis humildes impresiones sobre una película estrenada en los últimos meses de 2016: Fuga de la Patagonia. Esta proyección se encuentra disponible en Youtube como así también en Cine ar, aunque les recomendaría mirarla en la plataforma del cine argentino ya que tiene la calidad de imagen necesaria para disfrutarla en su totalidad.
El film está dirigido por Javier Zevallos y Francisco D’Eufemia y cuenta con la participación actoral de Pablo Rigoni como Francisco Pascasio Moreno, conocido popularmente como Perito Moreno. De familia acomodada y formación científica, Moreno fue un apasionado de la Patagonia como así también de los estudios topográficos y naturistas. Su biografía lo sitúa como un hombre aventurero y completamente comprometido con la historia tanto cultural como geográfica del sur del país.
La trama que persigue la película no tiene que ver con el desarrollo cronológico de toda la vida de Perito Moreno sino más bien con una fracción de la misma: 1879. Por aquel entonces, el protagonista se encontraba en una expedición y, según algunos datos ofrecidos por la historia oficial, pide autorización al cacique mapuche Sayhueque para cruzar por esas tierras e ir rumbo a Chile. Según la información historiada, sobre ese encuentro, se habla de un malestar generalizado de la comunidad originaria con el Estado argentino (recordemos que la conquista del desierto se sitúo entre los años 1878 y 1885) Esta cuestión recae en la figura de Francisco Pascasio Moreno, quien a pesar de la buena relación que tenía con Valentín Sayhueque, es considerado un espía y condenado a muerte.
El film se sitúa en esa huida desesperada que emprende Moreno y dos personas más. Una persecución, al estilo viejo oeste, donde la naturaleza, en todo su esplendor patagónico, irá siendo testigo de una caza que involucrará al ahijado mapuche de Moreno como el cazador y al cartógrafo como el fugitivo. La proyección de estos hechos estará enmarcada, muy interesantemente, en una especie de primera persona ocular que nos va a ir mostrando, a los telespectadores, el andar traumático del protagonista. Buena calidad de imagen, una cámara en movimiento y un vestuario acorde a los hechos y caracterización de los personajes conformarán un escenario bastante fiel de la época.
El film, por otra parte, cuenta con intervalos prolongados de silencios, lo cual atentará contra la paciencia de espectadores acostumbrados a las grandes acciones. Como detalle interesante del uso de la voz, se puede decir que la película reproduce el idioma mapuche (el mapudungún) cuando debe darles la palabra a los integrantes de esa comunidad. No es un detalle menor ya que la trama intenta retratar un conflicto sociocultural tan fuerte como la conquista del desierto (los pueblos originarios vs el Estado argentino) y Perito Moreno solo sería una excusa para contar ese pequeño gran detalle. La expresión final de su ahijado mapuche, cuando por fin llega a “cazarlo”, es contundente: “Usted es un buen hombre, pero aquí hace más mal que bien” (refiriéndose a los mapas que trazaba el protagonista y que servían a la conquista argentina) Al respecto, Moreno agrega, “fui un ingenuo” como entendiendo su rol de “marioneta” y, por sobre todo, ser la mano cartográfica que delató a la comunidad originaria.
El tono de denuncia adquiere una cuestión más visible hacia el final del film donde se podrá apreciar la matanza indiscriminada que realiza un grupo de malechores hacia una mujer mapuche y sus hijos. Como decíamos antes, Moreno será la excusa para retratar el avasallamiento y posterior conquista del sur argentino. La película lo presenta, desde la mirada mapuche, como otro huinca (término mapudungún para referirse al conquistador blanco) que a pesar de parecer un inofensivo estudioso de los mapas y los trazados geográficos, era una herramienta indispensable para el conocimiento de la zona y, por sobre todo, los lugares de estancia del pueblo originario patagónico.
La película tiene esos condimentos clásicos del cine no comercial, de esas proyecciones en donde los presupuestos no son extravagantes. No abundan personajes, ni múltiples escenarios, ni se cruzan historias, ni se desarrolla la trama de otros protagonistas. Sí, en cambio, proliferan imágenes y silencios que retratan una Patagonia misteriosa y bella. Hay determinaciones bien marcadas, como en este caso, la de dos culturas en un conflicto y pocos personajes bien determinados.
La película está filmada interesantemente. Tiene algunos de los condimentos que les mencioné en el párrafo anterior.
Si estás dispuesto a conocer, aunque sea muy a la pasada, el triste e injusto avasallamiento de las comunidades originarias del sur del país, como así también, un fragmento de la vida de Francisco Pascasio Moreno, la invitación está realizada.
Hasta la próxima estimados/as.
Por Javier Dávalos para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 14 a 16 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7