De acuerdo a un estudio realizado por la Universidad de Auckland, los niveles de estrés bajaron de 45 % a 38 % y el puntaje de balance trabajo-vida se incrementó de 54 % a 78 % al aplicar un esquema laboral de cuatro días en el grupo participante.
La crisis sanitaria llevó a las empresas a reevaluar sus prácticas de trabajo en favor del cuidado de la salud de los empleados. Un ejemplo de esto es la normalización del trabajo remoto. Antes del inicio de la pandemia, era impensable que compañías completas trabajaran en un esquema a distancia como su modo por defecto. De acuerdo con un estudio realizado por Owl Labs, 16% de las compañías a nivel mundial trabajaron completamente a distancia durante el 2021.
Cambios de esta naturaleza abren camino a cuestionarse más aspectos de la cultura laboral, como los horarios y la productividad. La semana laboral de cuatro días comenzó a probarse en diversos países como un programa piloto en 2018, mucho antes de la pandemia. La firma fiduciaria Perpetual Guardian, en Nueva Zelanda, fue de las primeras compañías en implementar esta nueva agenda de trabajo. De acuerdo a un estudio interno realizado por la empresa y monitoreado por la Universidad Tecnológica de Auckland, se registró un incremento en el compromiso y el empoderamiento del personal. Los niveles de estrés bajaron de 45% a 38% y el puntaje de balance trabajo-vida se incrementó de 54% a 78%. Según informó Andrew Barnes, fundador y ejecutivo en jefe de la empresa para The Guardian.
“La preocupación más grande desde el punto de vista de un empleador es asegurar que la introducción de tiempo completo de esta política pueda llegar a la complacencia, con el riesgo de que la productividad de los empleados vuelva a bajar”, agregó Tammy Barker, gerente de rama de Perpetual Guardian para el periódico inglés. Explicó que para evitarlo es necesario asegurarse que cada persona en cada equipo tiene un plan de trabajo definido de acuerdo a sus tiempos, capacidades y responsabilidades. Para que la productividad se mantenga, esta debe ser la norma siempre.
El experimento de la semana laboral de cuatro días también se está realizando en otros países como Islandia, España y Japón. Entre 2015 y 2019 en Islandia se efectuaron pruebas de semanas laborales de cuatro días analizados por la Autonomía y la Asociación por la Sustentabilidad y Democracia. Tras el éxito de las pruebas, el 86 % de la fuerza laboral en el país ha cambiado a la semana laboral de cuatro días.
Opción disponible, no solución absoluta
A pesar de los resultados positivos en la mayoría de los casos en los que se ha probado este horario, no es posible decir que funciona para todas las empresas, ni para todos los rubros de trabajo, tampoco se trata de un remedio universal e infalible para el sobretrabajo y el estrés laboral.
El arreglo de un horario de este tipo tendría que ir de la mano con una distribución efectiva de las labores, la eliminación de las horas extras no pagadas como parte de la cultura de trabajo. Desafortunadamente existen centenares a millares de empresas que no tienen la capacidad de sobrevivir sin ejercer este tipo de prácticas. La normalización global de un balance entre la cantidad de personal, los objetivos de una empresa y la carga de trabajo correspondiente por persona y equipos, es indispensable antes pensar en una reducción de un día en la semana que posiblemente sería insostenible para muchos equipos de trabajo.
¿Crees que la semana laboral de cuatro días es una buena idea para mejorar la productividad en las empresas? ¿Qué desventajas piensas que pueda tener en comparación con los beneficios? ¿Consideras que hay otros factores más importantes dentro de la cultura de trabajo que habría que ajustar antes de implementar esta medida? Cuéntanos en los comentarios.
Por: Sofía García-Bullé para el Observatorio del
Instituto para el Futuro de la Educación | Tecnológico de Monterrey