Jugador Barracas

Gatillo fácil: murió el joven futbolista baleado por policías de CABA

El caso generó la indignación de familiares y amigos del jugador de Barracas Central. Los efectivos involucrados fueron separados de la fuerza e investigan un caso de gatillo fácil.

Lucas González, el adolescente de 17 años que fue baleado en la cabeza en un presunto caso de «gatillo fácil» cometido por policías de la Ciudad que lo interceptaron cuando se trasladaba con tres amigos en un auto por el barrio porteño de Barracas, murió tras agonizar en el Hospital El Cruce, de Florencio Varela, y los familiares denunciaron que los efectivos «tiraron a matarlo» y que le «plantaron» un arma de fuego para simular un enfrentamiento.

Por otra parte, tres efectivos de la Policía de la Ciudad que participaron del hecho en el que fue herido el adolescente, un futbolista de las inferiores del club Barracas Central, fueron apartados de las tareas operativas en la fuerza y se les iniciaron un sumario administrativo, informaron fuentes del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño.

El miércoles, cerca de las 10 y a pocos metros de uno de los ingresos a la villa 21-24, tres policías de civil integrantes de la Brigada de la Comuna 4D de la Policía de la Ciudad, identificados como el inspector Gabriel Alejandro Isassi, el oficial mayor Fabián López y el oficial José Nievas, circulaban por la zona a bordo de un móvil no identificable, un Nissan Tiida.

Al mismo tiempo, Lucas y sus tres amigos salían de un entrenamiento de la sexta división del Club de Barracas Central, donde Lucas era jugaba de enganche. “Era un crack”, repiten sus amigos en estado de conmoción en la puerta del hospital donde se enteraron de que el disparo que había recibido por parte de los policías lo asesinó.

Esa mañana, Lucas había asistido a una de sus prácticas habituales, mientras que el resto de los amigos se había ido a probar al club. Cuando terminó la prueba, algunos estaban contentos y otros no. Dos de ellos habían pasado. Uno quedó afuera. Entonces, tomaron sus cosas y volvieron hacia el barrio San Eduardo, en Florencio Varela, donde vivían, a bordo de la Suran que era del padre de uno de los chicos.

En el camino de vuelta, cerca de la villa 21-24, pararon en un kiosco a comprar un jugo, tenían sed. Luego, siguieron camino.

En ese instante, los policías de civil entraron en escena.

Según la versión de los efectivos, en ese momento dieron la voz de alto para identificar a los ocupantes de la Suran, pero, supuestamente, el auto aceleró y comenzó una persecución, donde, siempre en base a lo que argumentaron desde las fuerzas de seguridad, los amigos mostraron un arma y comenzó un tiroteo en el que Lucas terminó con un tiro en la cabeza y horas más tarde falleció.

Sin embargo, mientras pasaban las horas, ese relato era puesto en crisis por los detectives del caso y ahora se investiga plenamente el accionar que tuvieron los efectivos porteños.

Para familiares y amigos de Lucas, ocurrió todo lo contrario a la información que surgió en un inicio y lo describen como un crimen, liso y llano.

“Cuando salieron de comprar el jugo, apareció el Nissan, los cruzó. Ellos arriba del auto, como no parecía un auto de la policía y ni siquiera se identificaron, se asustaron y pensaron que los querían robar. Ahí aceleraron y estos hijos de puta comenzaron a dispararles y lo mataron”, relató Emanuel, un tío del corazón de Lucas y amigo del padre del joven, Héctor, apodado “Peque”, en la puerta del hospital El Cruce.

“El pibe no era chorro eh, que quede bien clarito. Era un pibe bueno, era un pibe de familia. Para que no digan más boludeces”, dijo un hombre, que salió del centro médico entre lágrimas.

Según confiaron fuentes de la investigación al portal Infobae, los primeros resultaron determinaron que hubo cuatro disparos en el auto, mochilas con ropa deportiva recién usada, un revólver de juguete y tres pistolas reglamentarias, más varias vainas servidas calibre 9 milímetros.

“En las mochilas que encontraron en el Volkswagen Suran había camisetas, shorts, medias. Todo húmedo de transpiración, como si recién se hubieran cambiado”, detallaron las fuentes consultadas.

Las armas de los policías se encuentran en un laboratorio de la Policía Federal desde el mismo miércoles en que ocurrió el violento episodio: lo que digan los análisis balísticos serán clave en el caso. También se peritarán las vainas servidas, calibre 9 milímetros que fueron levantadas de la escena como el proyectil que se encontró. Todo eso será cotejado.

Además, en el auto que viajaban los cuatro chicos, desde la PFA se había confirmado que hallaron la réplica de un revolver, de plástico de color negro. En el primer parte policial del caso no figuraba ese dato. La encontraron en la parte trasera izquierda del VW Surán.

Para la familia de Lucas, ese último hallazgo “fue plantado por los policías”.

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