*Por Alejandro Diego Brown
La jerarquización de la temática ambiental pasa por abrir el juego y que deje de ser un tema privativo de personas que ven el mundo a través de un prisma selectivo, para que pase a ser un objetivo de toda la Sociedad desde sus distintas visiones, intereses y urgencias.
“Greenwashing” es la palabra predilecta de quienes practican el “ambientalismo progresista” para desacreditar de antemano, cualquier intento razonable de buscar alternativas para mejorar y aumentar el compromiso del sector privado empresarial en proteger bienes y servicios de la naturaleza donde están inmersas sus actividades.
“Greenwashing”, se trata de una combinación de las palabras en inglés, ”green (verde) y “washing” (lavar), para hacer referencia a una especie de “lavado verde” de la imagen de una compañía, en la que se ocultan o disfrazan acciones no sostenibles, bajo una fachada ecológica para limpiar su actividad. Implica un componente muy fuerte de autoevaluación del otro o preconcepto muchas veces de alto contenido ideológico.
El asunto es desde dónde se apunta con este epíteto al otro, desde qué experiencia terrenal se juzga con este preconcepto, ubicándose quien lo utiliza, en el cómodo espacio de juez, sobre las motivaciones, necesidades, virtudes o circunstancias del otro.
Muchas veces me he enfrentado a esta crítica, a la hora de trabajar con empresas de distintos rubros productivos, enclavadas en distintas ecorregiones o contextos ambientales. Y la verdad, nunca me importaron las motivaciones empresariales, o al menos no fueron motivo de decisiones a priori. Hay productores que abrazan la causa ambiental porque les encanta, les fascina la naturaleza y su biodiversidad. Otros la incorporan por necesidad, para asegurar el suministro de agua en cantidad y calidad suficiente. Otros lo hicieron para acceder a créditos blandos, o para superar una instancia conflictiva, o para posicionar mejor sus productos en el mercado. O todas o algunas razones a la vez. Lo importante es que se motiven de manera creciente, a generar una alianza perdurable con organizaciones dispuestas a colaborar, a acompañar desde el llano en este proceso virtuoso, pero lleno de temas a resolver paulatinamente. Es esencialmente un proceso de mejora continua, a veces con altibajos, como tienen la gran
mayoría de las actividades de largo plazo.
Creo que el concepto de “greenwashing” en tal caso, también se podría utilizar para definir organizaciones, que generan acciones “verdes”, más impulsadas por el acceso a recursos económicos, que a resolver acabadamente problemas ambientales reales, sin “embarrarse”, es decir sin que puedan poner en duda su reputación, balance financiero o lo saquen de su “zona de confort”.
La inclusión de productores y empresas en un proceso creciente de compromiso, requiere de desarrollar un marco de confianza, porque el productor también debe saber las intenciones de quienes se le acercan. La desconfianza no debe ser un patrimonio exclusivo del ambientalismo.
Hay mucho por hacer, por conocer y por construir, pero debemos hacerlo juntos, ambientalistas, productores, políticos, técnicos, vecinos, sin preconceptos, sin clichés de moda o fáciles de usar para desacreditar de antemano al prójimo.
He mencionado en varias oportunidades que el ambientalismo ha sido muy eficiente para poner la temática ambiental en agenda nacional e internacional. Pero no es el sector que traerá o invertirá en las soluciones necesarias. Ello es atributo y responsabilidad del sector productivo en primera instancia y el ambientalismo no debe caer en la trampa o en creer que debe proponer cómo se alcanza la “sustentabilidad”. Ello es patrimonio de quienes producen en este país, que supieron enfrentar tantas crisis, tanto vaivén de los mercados y del contexto comercial global. Ellos saben, o al menos son los mejor preparados o adaptados para generar cambios en contextos dinámicos y desafiantes, tanto económicos como políticos, sociales y ambientales. Y por supuesto pueden hacerlo en la magnitud necesaria. Nuestra tarea, desde lo ambiental, es acompañar humildemente y con creatividad este proceso
Yo por lo pronto, haré mi “lavado verde” sobre mi ropa de tela grafa de color verde, que suelo utilizar en mis travesías de disfrute y reconocimiento de la naturaleza, de las realidades sociales de nuestros territorios y paisajes, que vinculan las actividades humanas con el entorno natural a lo largo y ancho de nuestro hermoso y diverso país.
*Presidente de la Fundación ProYungas