Es escritor, y ensayista. El 20 de mayo de 2022 publicó una nota en el Diario Perfil titulada “Huellas del esoterismo y las ciencias ocultas en la literatura del río de la plata” que fue muy compartida por algunos autores y que comienza con el siguiente copete: “Fantasmas, contactos telepáticos, premoniciones y levitaciones son acaso un conjunto de piezas que recorren una fecunda tradición literaria, inaugurada en la región a mediados del siglo XIX, que hoy continúa vigente. ¿Qué autores y autoras y de qué manera abordan ese otro lado de la realidad cotidiana?“
Estuve leyendo hace unas semanas tu nota en Diario Perfil y me interesó muchísimo la temática que desarrollás, entonces me dije, tengo que entrevistar a Ignacio. Agradecemos a la autora de Estrella Negra, Mariana Docampo, por pasarnos tu contacto. ¿Cómo se te ocurrió abordar las huellas del esoterismo y las ciencias ocultas en la literatura del Río de la Plata?
Se me ocurrió leyendo a Diego Vecchio, que hizo un libro sobre Mario Levrero (escritor uruguayo, autor de La novela luminosa) que se llama El demonio telepáticio. El texto tiene dos partes. La primera cuenta la historia de las ciencias ocultas y el espiritismo desde Allan Kardec a mediados del siglo XIX; y la segunda trata sobre cómo Levrero tomó a estas historias como herramientas para sus tramas y de qué manera él leía el mundo desde el esoterismo. Eso me hizo acordar a nuestra literatura, porque esta serie empieza en esta misma época con Holmberg y Lugones, y hoy continúa con Mariana Enríquez, con Selva Almada o con Mariana Docampo. Me pareció interesante relacionarlos en una nota.
¿Por qué creés que la literatura se hace cargo de contar la experiencia del otro lado?
Yo creo que porque tiene una libertad que no tiene ningún otro discurso. Hay una frase de un cuento de Leopoldo Lugones que se llama “Un fenómeno extraño” que dice: “qué bella que es la ciencia, la ciencia libre y sin academia”. La literatura tampoco tiene capilla ni tiene academia, por eso no tiene que dar cuenta de nada. Y por otra parte tiene la facilidad del lenguaje, que más allá que sea un límite para significar este tipo de experiencias, tiene recursos para hacerlo, como decía Borges en “El aleph”.
Vos marcás, ya desde el inicio de la literatura argentina, la existencia de un gen positivista y un gen espiritista. ¿Podés desarrollar esto?
En la literatura de fines del siglo XIX predominan, y esto lo desarrolla también Soledad Quereilhac (doctora en Letras e Investigadora del Conicet) en su libro Cuando la ciencia despertaba fantasía, personajes que son científicos y que cruzan el umbral de la ciencia. También aparece el espiritismo, lo místico y lo esotérico en autores como Rojas y Lugones, y pasada esta etapa cientificista, en autores contemporáneos como los que nombré.
Hay un romanticismo en el Río de la Plata, hay también un realismo, un fantástico, una gauchesca. Me pareció genial también marcar el desarrollo de una serie que tenga que ver con el esoterismo, las ciencias ocultas y los teósofos, temas que están presentes en muchos textos de la literatura rioplatense. Aunque hay estudios sobre esto y vos marcás en la literatura argentina un gen positivista y un gen espiritista ¿Te parece que la crítica se está haciendo cargo de tratar este tema?
Yo creo que se está abriendo pero de una manera bastante lateral, como descubriendo una parte de la literatura nuestra. Yo creo que es algo bastante central. Si Chile es el país de los poetas y Uruguay el de los raros, y Argentina el de los cuentistas; y durante los primeros 60 añlos del siglo XX la mayoría de nuestros exponentes cultivaron los temas fantásticos y cientificistas, creo que hay que empezar a ver con otros ojos a nuestra literatura. Es decir que se le está dando bola a esto, pero no como si fuera uno de los pilares de nuestra literatura.
¿Cómo se inicia esta tradición en el Río de la Plata? ¿Por qué decís que hay una relación entre las ciencias ocultas y los grandes descubrimientos científicos en esta época?
Ya en los textos de Mansilla (autor de Una excursión a los Indios Ranqueles) en 1870 aparecían estos temas. Y relación se da, como en la mayoría de los países industrializados, por el conflicto con el proceso de industrialización, donde se pregunta hasta dónde será capaz de llegar el hombre.
¿Cómo sigue esa tradición actualmente?
Con todos los escritores que nombré, y agregaría también a la poeta Mercedes Araujo. Ella trabaja muy bien todos estos temas. Mariana Docampo, también, es una escritora que está haciendo una literatura que ya tiene un nombre propio.
En la última parte de tu artículo retomás un concepto de Diego Vecchio cuando habla del demon y del escritor como un médium. ¿Cómo lo viste a eso?
A mí me gusta mucho Rudyard Kipling (escritor y poeta británico). En su autobiografía habla continuamente del demon (que no es demonio como lo entendemos ahora desde el cristianismo, sino que es una especie de mensajero el más allá y el más acá), en cómo los maneja, cómo los domina y cómo los llama a la pluma. Cuando leí a Levrero me encontré también con ese tema en forma explícita. Y para mí es muy importante porque, primero, es una imagen muy clara de cómo funciona el más allá sobre el escritor. Segundo, como decía Ricardo Piglia “la literatura fantástica es lo que sucede después del cristianismo y antes del psicoanálisis”, y todo eso es parte del Yo. Levrero, 80 años después, vuelve a trabajar el mismo tema y le vuelve a dar la importancia que se merece.
Escuchá la entrevista completa aquí:
Por Lucas Bertone para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los viernes de 22 a 00 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7