Dos meses después del primer intento, el Congreso destituyó al presidente, a dos años de haber forzado la renuncia de su antecesor. La serie de escándalos ha dejado un escenario en el que reina la incertidumbre para las elecciones del próximo año.
El presidente peruano Martín Vizcarra, quien estaba completando el mandato de Pedro Pablo Kuczynski, fue destituido este lunes “por incapacidad moral” por un Congreso integrado por 68 parlamentarios (de 130) con procesos judiciales en curso, a cinco meses de las elecciones generales programadas para el próximo abril, en una nueva crisis de la política local que no logró sacudirse tras una renovación de la Cámara en enero.
Como en el juicio anterior a Vizcarra, realizado hace solo dos meses, no hubo asuntos ideológicos en esta disputa, pues tanto el mandatario como la mayoría parlamentaria son de centroderecha: 105 votos a favor, 19 en contra y cuatro abstenciones.
En tanto, el resto de ex presidentes vivos del país están condenados o imputados por diversos delitos, y Perú solo parece dar tumbos en un círculo en el que sale de una crisis política para entrar a otra. Por el momento, algunos líderes políticos calificaron lo sucedido como un golpe de Estado y en redes sociales se plasmó el descontento, con la viralización del Artículo 46 de la Constitución: “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador, ni a quienes asumen funciones públicas en violación de la Constitución y de las leyes. La población civil tiene el derecho de insurgencia en defensa del orden constitucional”.
El diagnóstico es unánime y no tan aislado de varios otros países de la región: la debilidad institucional y la falta de partidos políticos fuertes. Sin embargo, al cumplirse 20 años de la difusión de los “vladivideos”, que destaparon la corrupción fujimorista y a la postre forzaron la caída del dictador, el país no ha logrado la refundación política que se prometió en ese entonces.