Más allá de las quejas de los vecinos y del gran trabajo que le demandan, además de los grandes gastos en comida y veterinario, ella dice que sus mascotas le levantan el ánimo y que son mejores compañeros que los seres humanos.
«Encuentro que los animales, especialmente los gatos y los perros, son más fieles que los humanos», suele decir la mujer que hasta hace unos pocos años no era fan de las mascotas, ni de los perros ni de los gatos, más bien lo contrario.
Durante la última década, Maryam al-Balushi ha ido aumentando su colección de mascotas, la mayoría de ellas rescatadas de la calle, adoptadas después de que un amigo haya tenido que emigrar o simplemente encontradas en la puerta de su casa, luego de que vecinos anónimos los abandonaran allí, sabiendo que caerían en buenas manos.
Es que Omán experimentó un álgido crecimiento en el número de animales callejeros luego de haber sido abandonados, a pesar de las multas de 25 dólares por deshacerse de una mascota, según publicó el periódico británico Daily Mail.
Los defensores de los animales impulsaron un programa de «atrapar, castrar y liberar» para reducir el número de gatos y perros callejeros, pero hasta ahora no ha dado muchos resultados.
Pero nada está perdido, sobre todo cuando existen personas como Maryam al-Balushi, que puede gastar unos US$7800 por mes para cuidar a sus mascotas, la mayoría de las cuales se encuentra en muy buen estado de salud, salvo 17 de ellas que son ciegas y necesitan cuidados especiales.
«Todo comenzó en 2008 cuando mi hijo compró un pequeño gato persa», dice Balushi, de 51 años, una funcionaria del Estado que ya se ha jubilado.
«Como muchas madres, me negué a cuidar el gato de mi hijo porque no me gustaban los animales y él no le prestaba mucha atención, ni cuidaba su higiene», agrega.
Sin embargo, por circunstancias personales que Balushi prefiere reservar, ella se encontró cuidando a otro gato, dos años después, y su visión sobre los animales cambió para siempre.
«Me encontré totalmente inmersa. La cuidé por completo, la alimenté, la bañé y pasé mucho tiempo con ella», dijo.
En el barrio donde vive se corrió la voz sobre el nuevo amor de Balushi y todos los que no podían cuidar de sus mascotas fueron dejándolas en la puerta de su casa, mientras que los refugios de animales le ofrecían realizar nuevas adopciones.
Tras las quejas reiteradas de los vecinos por su creciente cantidad de gatos y perros, Balushi debió mudarse en 2014, a una casa mucho más amplia y pudo aceptar también más animales.
Ella cuenta que se inspiró en un viejo vecino que solía alimentar a los perros callejeros con sobras de la casa. Y además, manifestó que su numerosa manada de mascotas la ayudó a evitar la depresión, además de ganarle una impresionante cantidad de seguidores en Instagram.
«Estaba en un lugar oscuro y ellos me rescataron como si fueran un salvavidas», finalizó.
** fuente consultada: Daily Mail.