Pablo Sbaraglia es músico, compositor, productor discográfico, ex integrante de Man Ray, creador de Los Celestes, Los Romeo, horticultor, hermano del gran Leo Sbaraglia y fundamentalista del aire acondicionado. Compuso una hermosa canción llamada “Mon Amour”, dedicada a la memoria de su hijo Clemente, que significó para él poder transmutar todo el dolor su pérdida en arte.
En abril de 2021, junto a sus compañeros fundamentalistas, hicieron una faraónica puesta en escena distópica en medio de un pueblo arrasado por la inundación, Villa Epecuén, donde brindaron un show de una calidad artística impresionante, entre una antigua villa termal y el icónico matadero del arquitecto Francisco Salamone, donde según él “sintió la influencia de lo energético del desierto, las ruinas y el viento, que no para de soplar porque no hay nada que lo frene”.
Junto con Gaspar Benegas, fuiste el productor artístico de esa majestuosa puesta en escena que fue “A los pájaros”, un recital vía streaming de los Fundamentalistas que hicieron en Villa Epecuén, una ciudad una ciudad en ruinas. ¿Cómo se gestó la idea y de qué manera lograron semejante proyecto?
Empezamos a pensar este streaming en donde habíamos dejado el anterior, con la idea de hacer algo superador y diferente a la vez. Queríamos hacer algo estéticamente distinto, al aire libre, y plantearlo con un escenario lo más parecido posible a lo que son los conciertos presenciales. Se habló, en un principio, de hacerlo en la terraza de algún edificio, desde donde se vea toda la ciudad, pero no me cerraba del todo la idea porque no me parecía novedosa. Y pensando en lugares, me acordé de las fotos que se había hecho el Indio en Epecuén, hace algunos años, que me habían llamado mucho la atención. Y decidimos hacerlo allá, aunque en un primer momento nos parecía complicado porque no hay infraestructura, no hay luz, es en el medio del campo. Y cuando fuimos con Gaspar (Benegas, guitarrista de Los Fundamentalistas) a contarle al Indio la idea de hacer un streaming al aire libre, automáticamente nos dijo: “¿Y por qué no lo hacen en Epecuén?”. Y fue ahí cuando nos decidimos a hacerlo si o si.
Hay una foto que se repite, que es el matadero del arquitecto Salomone. ¿Qué les generó estéticamente esos monumentos en el medio de la nada?
Son obras de arte que son un deleite para los sentidos, realmente cuando las ves se te quedan en la retina como un imán. Que en ese contexto natural como es un bosque aparezca una construcción como esa es un quiebre, una asimetría, que le da un interés impresionante. Parece que estás caminando por una película.
¿Qué pasó con la plataforma en donde estaba pautado la transmisión del streaming?
En algún momento se abrió una investigación respecto de eso, porque pasaron cosas que no parecían normales. Eso lo siguieron desde la productora y no sé si tuvo una respuesta puntual. Hubo muchos intentos de conexión, muchos más de las entradas que habíamos vendido (150 veces más). Se sospecha que fueron boots, que no era gente, entonces lo terminaron volteando.
Decidieron liberar el contenido para que todos lo puedan disfrutar, no se borraron en la transmisión porque estaban presentes en sus redes acompañando a la gente, nadie se quejó de nada. ¿Cómo vivís estas experiencias con los fans ricoteros que no todos los músicos tienen la posibilidad de experimentar?
Realmente es algo conmovedor. Cuando decidimos liberar el show y empezamos a recibir esos mensajes tan cariñosos y empáticos, de que nos hagan saber que la alegría es aún mayor por el hecho de que hayan podido entrar todos, sentí orgullo, emoción, gratitud. El público ricotero somos, y me incluyo, un público con todas esas lindas cualidades que estábamos nombrando y que afloran constantemente.
¿Cómo es laburar junto al Indio, qué aprendiste de toda esta experiencia? Me imagino lo que debe ser subirse a un escenario donde abajo hay un océano de gente. ¿Qué se siente?
Son cosas únicas. En el momento lo que sentís es felicidad, un poco de euforia, un inmenso disfrute. Es como el punto cúlmine de un largo tiempo en el que se hizo un trabajo intenso. En relación a cómo es trabajar junto al Indio, siempre me hacen esa pregunta y realmente no sé qué contestar. Trabajar con el Indio es hermoso.
¿Nos podés adelantar algo de Los Marsupiales Extintos (la nueva banda que anunció el Indio en la última entrevista)?
No escuché la entrevista, pero sé que dijo algo de eso. En realidad es eso, hacer otra música pero con los mismos integrantes de la banda. Él tiene unas músicas que por ahí le parecen que son un poco más complejas, con sonoridades y texturas menos estándar. En enero nos mandó un mail a todos diciéndonos “elíjanse un nombre porque vamos a hacer una nueva banda”, yo me puse María, Gaspar (Benegas) se llama Carla y así, es muy gracioso. Él quiere ir armando las dos cosas en paralelo, las maquetas que él hace constantemente las separamos en dos carpetas: una va para Los Fundamentalistas, y otra va para Los Marsupiales. Es eso, por ahora, estamos trabajando en eso.
¿Cómo es “Luzbola” el estudio del Indio?
Es un lugar muy cómodo, no es gigante, pero si confortable. Tiene ventanas que dan al parque y se puede trabajar muy bien.
Estuve viendo en tus redes que tenés una huerta en la terraza. Contame más sobre este modo de vida que realizás y qué importancia le das a eso en esta coyuntura mundial en la que tenés 5 tipos que fabrican la mayoría de los alimentos que consumimos.
En principio, es algo que me encanta hacer, y es algo bello, porque de a poco mi terraza se fue convirtiendo en una especie de Edén, y me encanta estar ahí, en contacto con el sol y con el viento. Lo empecé haciendo como respuesta a no poder conseguir alimentos que no fuesen venenosos, porque no hay otra manera de hacerlo. Todo lo que se consume por los carriles de consumo estándar contiene veneno, y no hay manera de sacarlo a eso lavando los productos, porque en general los pesticidas están dentro de las plantas. Esta actividad me ayudó a estar bien, a moverme y no estar sentado siempre delante de la computadora. Es una forma de salir del sistema, y eso lo voy profundizando y logrando más con los años. En mi casa ya no compramos más comida (y les digo comida porque no son alimentos, son productos comestibles) en los negocios, todo lo cultivamos acá.
¿Y cuando vas a Parque Leloir, a la casa del Indio, no te pide remolachas o lechugas, o algo de tu huerta?
Alguna vez le he llevado alguna que otra cosa. Virginia (la compañera del Indio) tiene un sector donde cultiva también.
Además de los fundamentalistas, hacés música solista. ¿Nos querés contar algún proyecto?
Estoy metido en el estudio, por ahora, en plan de dejarme llevar y sin un norte fijo. Lo bueno y lo lindo es que estoy disfrutando del camino, y me parece que van a salir canciones hermosas de ahí.
Podes escuchar la entrevista completa en este podcast en Spotify:
Por Lucas Bertone para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 14 a 16 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7