Lucas Bertone entrevistó en Alegre Distopía a Eduardo Robino. Es escritor, docente universitario y psicólogo. Fue becario en la Fundación Antorchas en talleres de narración, recibió premios nacionales y provinciales, entre los que se destaca el Primer Premio Provincial de Poesía 2021 por su libro “Hubo un alud nuevamente en el valle”.
¿Por qué te inclinaste a la poesía? ¿Qué posibilidades encontraste en el género lírico para expresarte?
A los 14 años empecé a escribir poesía. Escribí cuentos también, pero me sentí siempre mucho más cómodo en la poesía. La narrativa me gusta, pero siempre caigo en lo lírico dentro del mismo cuento y me tengo que salir de ahí. Al mismo tiempo la poesía es el terreno más exigente a nivel lenguaje, el cuento es un mecanismo de relojería. Siempre me sentí más cómodo en ese registro.
¿Leés más poesía que narrativa?
Mirá, leo de todo. Leo mucha poesía y mucha narrativa, y disfruto mucho de los que tienen los dos registros, como Raymond Carver y Charles Bukowski, por ejemplo. Hay otros que no lo tienen, como Paul Auster, que escribió excelentes novelas, pero como poeta me parece un Robert Frost de invernadero.
Sos un reconocido psicólogo en la ciudad. ¿Cómo se relaciona la actividad literaria con la psicología? ¿Creés que hay puntos de contacto?
Totalmente, hay mucha comunicación entre la literatura y la psicología. Cuando era profesor de la Universidad Católica incorporé la literatura. No sólo Freud toma la literatura o el análisis de las obras literarias para enriquecer su teoría. Watzlawick, en su obra Teoría de la comunicación humana, toma el análisis de la obra ¿Quién teme a Virginia Woolf?, de Edward Albee. Una gran obra literaria lo es porque es absolutamente una reflexión o un paseo por la hondura del psiquismo humano.
Partiendo del título del libro, un alud es un fenómeno natural que arrastra todo a su paso. ¿Por qué esa idea?
Históricamente en el NOA los aludes ocurren todo el tiempo. Hay aludes producidos por una creciente, o por un camino de montaña, es algo que está siempre presente en la historia. El título es el verso de uno de los poemas, yo lo relacioné con lo que se repite en la propia historia. Yo creo que el padre es algo que reverbera desde que uno nace hasta en las generaciones que nos siguen a nosotros. El padre, lo que reverbera, es como un alud.
El texto está plagado de referencias a películas que funcionan como disparadores para la creación poética. ¿Qué significa el cine para vos y cómo lo trabajaste en tu poemario?
No soy muy avezado en cine, fijate que todas las películas que nombro son todas pochocleras, o de aventuras. Yo tomé esas películas porque de ellas me hablaba mi viejo, me decía que le gustaban, me recomendaba que alguna vez las vea. Yo las tomé como disparadores para reflexionar sobre la vida de mi viejo, de ahí el título de la primera parte “Las películas en mi padre”.
Mi mamá, cuando yo vivía en Mar del Plata, me decía: “Taras Bulba (1964) se filmó en Salta”. Cuando leí tu texto en donde se la nombra, me conectó con esas historias que ella me contaba y me llamó la atención por todo el anecdotario que aquí tiene ese suceso.
Para la generación de mi viejo era primero Güemes y después Taras Bulba. Casi medio Salta había salido en la película, y los que no salieron les dieron de comer a los actores, les alquilaron los caballos. Hubo una muerte en el film, una huelga de actores, un incendio. Taras Bulba tal vez sea la más real de las poesías que hay en el libro.
Hay, como en toda poesía, un tono intimista que remite a la figura de tu padre, sobre todo en la primera parte “Las películas en mi padre” ¿Qué significó él como inspiración del poemario?
Mirá, para hacértelo más claro todavía, el poemario “Las películas en mi padre” es mi trabajo de duelo después de su muerte. Es un libro en el que a muchos poemas los escribí llorando como una Magdalena. Era mi forma de aceptar que se había ido y de que algo quede.
En la segunda parte “Lilas talladas en un cristal de roca” están la tierra, las piedras, la naturaleza y el agua en el curso de los ríos y el mar muy presentes, y relacionados con la muerte, el paso del tiempo, el amor. ¿Cómo trabajaste eso?
Ese poemario fue una especie de masa madre, porque lo empecé a escribir en 1995 y lo terminé en 2021. Y de ese libro salieron todos los otros libros.
¿Aparecen tus pacientes o lo que te cuentan en tus textos?
En realidad aparezco yo, como en “Día de playa del celoso”, el que estaba celoso era yo. No hay un tipo más creativo que un celoso, porque se hace mil millones de historias, todas absolutamente falsas.
Aparece también Carlos Mugica en uno de los poemas.
Carlos Mugica es una persona a la que respeto y admiro profundamente desde lo ideológico y desde lo que uno está dispuesto a hacer. Es una persona que fue muy coherente entre lo que creía y lo que estaba dispuesto a hacer desde lo ideológico y político. Me parece que él nunca dejó las dos miradas (la religiosa y la política, la justicia social de la iglesia que él la encontraba posible desde el peronismo). Ese poema es donde yo trato de abordar el plano de lo espiritual en él, y yo me imaginaba la tarde anterior a su muerte, y él reflexionando sobre él mismo y sobre lo que es el ser humano, básicamente.
Aparece Luis Alberto Spinetta, con un verso hermoso que dice: “No hay una cuestión que no conduzca al mar”.
Es de La bengala perdida, uno de los temas más extraordinariamente poéticos de Spinetta. Tiene que ver con cómo se ve el mar desde todas las culturas. Por ejemplo, vos naciste en Mar del Plata. Para vos el mar es algo tangible, pero también puede ser el mar insondable, el mar metafísico. De todas formas para vos no deja de ser algo concreto, con su playa, con las olas y las marejadas. Para el norteño, el mar necesariamente es metafísico, nunca lo va a ver como alguien que nació al lado del mar, nunca va a terminar de creer en el mar aunque esté parado enfrente.
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Por Lucas Bertone para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los viernes de 22 a 00 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7