Autorretrato Cecilia Paul

Reseña: Autorretrato, de Celia Paul

Celia Paul nació en 1959 en la India. Estudió en Londres en Slade School of Fine Arts y es una artista plástica reconocida mundialmente. “Autorretrato” (2020) es su primer libro y la novedad de Chai Editora traducida por Esther Cross.

“No soy pintora de retratos. A lo sumo diría que me dedico desde siempre a la autobiografía, a la crónica de mi vida y de mi familia.
Mi vida está contada en imágenes. (11)

“Autorretrato” es un libro múltiple. Se podría decir que se encuentran presentes dos “autobiografías”. Se trata de las figuraciones de una artista mujer a partir de “las palabras” (“Mi relato”) y del “lenguaje hermético de la pintura” presente a partir de las reproducciones que se incluyen (“Mi vida está contada en imágenes”). También podemos pensar en el “Prólogo” como una tercera autobiografía, pero en escala microscópica, ya que en este se traza el boceto de lo que será a grandes líneas el relato de su vida. El lector una vez que termine el libro puede volver a este texto inicial y encontrar estos núcleos presentados en forma narrativa sintetizada y reflexiva. Esta presencia de dos lenguajes interconectados semióticamente es un aspecto fundamental del libro. Por un lado, lo lingüístico que incluye la narración de su vida, fragmentos de su diario personal, de cartas y poemas. Por otro lado, lo icónico, sobre todo, reproducciones de cuadros propios y de otros, pero también algunas fotografías.

Otro aspecto central es la estructura que presenta el relato de una vida a partir de algunos núcleos biográficos que si bien tienen una suerte de recursividad, no dejan de formar finalmente una progresión cronológica. Se podrían establecer dos extremos y un cierre que tiene mucho de un nuevo comienzo. Estos trazan un proceso de autodeterminación que se encuentra explicitado en el “Prologo” en referencia a su cuadro “Pintora y modelo” (2012): “…lo tengo todo. Soy artista y modelo a la vez. No me hace falta montar una escena sobre el poder porque yo misma me observo. Me empodera el hecho de representarme como una pintora, que es lo que soy” (12)

El primer extremo se trata de un comienzo en dos pasos, en dos tiempos que se encuentran invertidos cronológicamente. El primero es el titulado “Lucian” con quien tuvo una relación amorosa durante 10 años y un hijo, Frank. En este vínculo se introduce además la relación entre artistas hombres y mujeres. El segundo paso es el titulado “Linda”. Se trata de la relación competitiva con otra adolescente artista y aparece la disputa tanto por ese “cuarto propio” o espacio cedido para poder pintar sin interrupciones como por la admiración de un otro. Sin embargo, el vínculo central a lo largo de su autobiografía será el de Lucian Freud, un hombre de 56 años que ya ha alcanzado su consagración como artista mientras que Celia es una joven de 18 años que comienza sus estudios en Slade en 1976. La relación está marcada por las múltiples relaciones que el primero tiene con otras mujeres, mientras Paul aparece como una especie de personaje de cuento de hadas encerrada en su cuarto, ansiosa y a la espera de un llamado, de un encuentro. Esta espera, el tiempo que transcurre entre cada encuentro es tiempo sustraído a la tarea de pintar. Si Celia Paul se muestra en su pasividad, Lucian representa el movimiento con esas entradas impetuosas y esas subidas de escaleras a las corridas como cuando irrumpe en el departamento de ella.

El otro extremo, pasando por el vínculo familiar y artístico con su madre, es “Pintora y modelo” tanto el cuadro, que remite al homónimo de Lucian Freud, como el apartado que lleva este nombre. Estos son los dos puntos de un proceso que Celia Paul elige para construir su figuración como artista plástica y mujer: pintora, modelo y sujeto de sus propios cuadros.

El cierre final que se traza en el dibujo de esta vida es la escena representada en “Mi estudio”, su “cuarto propio”, luego de transitar por una serie de espacios sin las condiciones “necesarias”. La escena construida es de espera, pero se trata de una espera sin ansiedad e íntima entre Paul como pintora y su hermana como modelo:
“A lo largo de la historia, las mujeres fueron más reconocidas como temas del arte que como artistas. Muchas terminaron convertidas en grandes musas en grandes musas de los grandes artistas por su soltura para entregarse y su talento para la quietud. Como pintora, hay que inventarse una estrategia. Yo siento la necesidad de levantar barreras para proteger mi soledad. Coincido con Virginia Woolf: lo esencial es tener un cuarto propio” (18)

En este gesto de inscribir la propia biografía en una tradición de cuestionamiento del lugar de la mujer artista en la sociedad, lo personal se vuelve colectivo, representativo y como dice Celia Paul: “Me gustaría que este libro le hable a las artistas jóvenes, y quizá a todas las mujeres…” (18)

Por último, si como dice Celia Paul “La pintura es el lenguaje de la pérdida. Se raspan capas de pintura una y otra vez, se reconstruye, y se pierde de nuevo… (163), podemos pensar que en “Autorretrato”, la palabra es una forma de traer al presente, a la superficie de la página esas capas a través de la narración, de esos registros que son los fragmentos de su diario y de las cartas.

Autorretrato, Celia Paul – Chai Editora
Traducción: Esther Cross
2021: 224

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