Laura Ortiz Gómez (Bogotá, 1986). Estudió literatura en la Pontificia Universidad Javeriana. Trabajó como promotora de lectura y escritura en diversos espacios a lo largo del territorio colombiano (Biblored, Fiesta de la lectura y Red Nacional de bibliotecas públicas). Realizó la Maestría de escritura creativa en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, en Buenos Aires-Argentina. Obtuvo el estímulo Becas para colombianos en proceso de formación artística y cultural en el exterior del Ministerio de Cultura de Colombia, en el 2019 y ganó la Beca Antonio Di Benedetto, que consistió en una Residencia de Escritura en la Finca los Álamos en San Rafael Mendoza. La beca fue otorgada en conjunto por la UNTREF y el Fondo Nacional de las Artes de Argentina. También es ilustradora. “Sofoco” (Editorial Concreto: 2021) es su primer libro.
“A la gente la matan y la matan y la matan, pero la guerra sigue. Entonces una siente que no se trata ni siquiera de los humanos. Ni de ganar. Ni de enemigos. La guerra no se trata de nada. Es un agujero que escupe muertos.” (“Aíta la muerte”:11)
“Sofoco” reúne nueve cuentos relativamente breves cuya característica central es la construcción de mundos a partir de una cosmovisión mítica y legendaria. El trabajo sobre el lenguaje resulta poético y se enriquece con la llamada “comarca oral” no sólo en sus diálogos, sino en un imaginario en el cual conviven la realidad social, lo sobrenatural, lo ancestral y el animismo.
Además, la cosmovisión mítica da forma a estos cuentos y en la mayoría podemos observar que tienen una estructura circular, un regreso o una búsqueda que lleva a los personajes a un origen. Esta forma es evidente, sobre todo, en el cuento “Esperar el alud”. En este sentido, el tiempo narrativo lejos de ser lineal remite a una multiplicidad que se yuxtapone. Tiempos que remiten a zonas oscuras, silenciadas, rotas por la violencia que así como desmiembra cuerpos también lo hace con la memoria y con la posibilidad de narrar: la forma de indagar sobre el mundo no es a partir de la búsqueda de un conocimiento “racional”, sino a partir de imágenes que más que denotar una realidad, la connotan. Este trabajo literario produce un fuerte extrañamiento como efecto de lectura y, por esto, se trata de un lenguaje cercano a la poesía: “A mí me crio el silencio.
Este viejo, sentado al borde del camastro, con los ojos vacíos, es el silencio. (…)
El silencio dice que se acerca el día. El silencio ve designios en todas partes.” (“Parto de vaca: 121)
En algunos cuentos, esto se refuerza también a partir del punto de vista de los niños/as que no terminan de racionalizar sus experiencias, pero que sin embargo tienen una conciencia sobre lo que los rodea mucho más compleja que los adultos como sucede en “El último pibe Valderrama”, “Parto de vaca” o “Tigre americano: Panthera Onca”. En este último, una niña narra su fuga junto a su madre y otras mujeres que se organizan para resistir para poder salir de su pueblo que ha sido dominado por un grupo de narcotraficantes, por la violencia y abusos que ejercen:
“Luego me dice [la madre] que ellos hacen cosas peores que matar. Sobre todo a las mujeres. Hacen cosas tan horribles que ella no las puede contar. (…)
¿Qué será eso tan horrible que hacen ellos a las mujeres? Les sacan las uñas, les sacan cada pelo, les queman las manos con juego. No me quiero imaginar más.” (37)
Los cuentos tienen como protagonistas a personajes que se encuentran inmersos en una sociedad violenta que ha roto los lazos no solo comunitarios, sino las biografías personales, las historias familiares. Por ejemplo, en “Aita la muerte” una mujer se dirige a un interlocutor, “usted”, y le cuenta sobre la construcción de un cementerio debido a la cantidad de cuerpos que encontraban y sobre la necesidad de respetar el silencio de los muertos mientras crece a la par un bar que congrega a la gente del pueblo que bebe, grita, canta y satisface sus necesidades fisiológicas sobre las tumbas. Al final la protagonista experimenta ella también el silencio de la muerte, de la “muerte pequeña”. En “Un toro bien bonito” y en “Parto de vaca” se trata de historias de niños que han perdido debido a la guerra a sus progenitores, la posibilidad de conocer su propia historia.
Quien lea “Sofoco” se encontrará con una serie de cuentos en los que a través de un lenguaje poético fuertemente escatológico, con imágenes que remiten a la violencia, a lo corporal, a la naturaleza y la sexualidad se construye una forma de estar en el mundo anclada en Colombia. Sin embargo, este país más que como un referente que se denota se introduce a partir del mito, de la leyenda, de imágenes que remiten a una serie de núcleos semánticos y sociales como la violencia, la rabia, el resentimiento, las minorías, los grupos paramilitares, la guerrilla que atraviesan las distintas historias y las ancla a una realidad social y política que se encuentra de forma subterránea, pero que emerge en cada uno de los relatos.
Sofoco, Laura Ortiz Gómez
Editorial Concreto
2021: 136 páginas