¿Cómo están estimados amigos? Esta semana traigo para compartirles mis humildes impresiones sobre una película estrenada en 2004 disponible en Netflix: “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, una proyección del director francés Michel Gondry, catalogada como romance y ciencia ficción. El film cuenta con un reparto que incluye figuras altamente reconocidas del mundo cinematográfico actual. Jim Carrey y Kate Winslet serán los protagonistas esenciales de una trama que incluye una historia de amor entre dos personajes bien particulares: Joel, un tipo reservado y la extrovertida Clementine, cada uno con sus defectos a cuesta por supuesto.
Cada 14 de febrero, el mundo occidental celebra el amor. Una fecha de marcado tono comercial que invita al agasajo de los tortolitos, pero también puede significar, en otros, una jornada de martirio, por sobre todo para aquellas almas solitarias que por diferentes razones se encuentran sin una buena compañía. Joel y Clementine son dos personas que un día gris y frío sienten la necesidad interior de tomar el tren y visitar una playa tremendamente helada como desolada. Hay una tristeza en ellos que deviene de esa soledad insoportable y altamente corrosiva. Joel es un tipo raro: le cuesta socializar, su vida es aburrida, quiere estar con alguien, pero no es capaz ni de hacer contacto visual, es un enamoradizo compulsivo. Clementine es una mujer extrovertida, cambia casi cotidianamente de tintura, espontanea, de espíritu libre, trabaja en una librería y está casi todo el tiempo hablando. A ellos los une ese lugar llamado Montauk, uno que ya tiene un antecedente en sus vidas, aunque ellos no lo sepan en ese preciso momento.
Tanto Joel como Clementine son desconocidos (hay un juego propuesto por el film que el telespectador debe interpretar). Se ubican en el lugar antes mencionado que, no casualmente, fue el mismo que los unió. En ellos la historia de amor se repite a pesar de un antecedente de frustración. La película pone de manifiesto el destino como arma de destrucción de cualquier tipo de planificación, aunque deja en claro que el poder del sentimiento afectivo es mucho más complejo y fuerte que el de la mente.
La trama va ir haciendo un balanceo importante entre un pasado borrado (Clementine, impulsivamente, decide suprimir de su memoria a Joel y cuando éste se entera de eso, hace lo mismo) y un presente triste en los protagonistas.
El tema del amor es la esencia de la película. No por nada la conmemoración de San Valentín aparece retratada con buen desarrollo en la trama. Si algunos tienen con esa celebración una buena excusa para festejar el amor, también, es el momento propicio para desplegar el dolor en otros. Hay tantas almas festejando como penando en esa jornada. El recuerdo y las imágenes de amores frustrados completan la otra cara de la moneda.
Cuando alguna persona no forma parte del grupo selecto y feliz puede recurrir a una clínica bastante polémica llamada Lacuna. Ésta brinda un servicio interesante para los corazones golpeados: ofrece la intervención de la mente para borrar o desactivar esos recuerdos que alimentan emociones para nada gratificantes. Científicamente será catalogado como daño cerebral, aunque no es más ni menos que una buena borrachera explicará su director. Clementine primero y, posteriormente, Joel recurrirán a sus instalaciones, una por un defecto casi innato: es impulsiva y el otro por despecho y dolor al enterarse de su acción.
La trama del film pone en juego dos cuestiones importantes: la mente y el sentir. La primera, entre sus múltiples y misteriosos funcionamientos, se puede entender como un dispositivo para el almacenamiento de datos y recuerdos, la memoria para ser más específicos. La segunda, se encuentra más ligada al plano sensorial y de las emociones. Según esta historia de amor, la memoria proyecta una serie de informaciones capaces de generar insoportables dolores e intervenirla clínica y científicamente sería un buen antídoto, en apariencia.
La historia de Joel y Clementine es una que se relaciona con la fuerza del amor como así también del destino. El plano sensorial excede el control mental, es algo que el film deja en claro bastante bien (también hay otro antecedente en la trama que así lo demuestra) Los recuerdos son dagas insoportables cuando las emociones estallan en el pecho de los protagonistas, pero Joel cuando va entendiendo lo que se va borrando y el peso de esos buenos recuerdos en su vida, se da cuenta que los momentos y sentires no dejan de ser buenos por más que ya no estén compartiéndose con ese otro. Un final impresionante cerrará esta historia de amor bien compleja y sonará de fondo, casi desafiando también a las almas insensibles, un tema de Beck “Todos tienen que aprender alguna vez”
Es una historia interesante que invita a reflexionar sobre el poder de la mente como así también del amor. Fantasea con el alcance de la ciencia y su posibilidad de poder intervenir el plano cognitivo para la mejora de las emociones, aunque plantea un enorme interrogante sobre el sentido ético de esta práctica como así también de sus resultados positivos.
De más está decirles todo lo que hacen y generan actuaciones como las de los consagradísimos Jim Carrey y Kate Westley. También resultaría ingrato no mencionar el elenco sólido y muy reconocido que los acompaña, todos en conjunto harán un film muy interesante.
Si estás dispuesto a ver una historia de amor, de ruptura, de recuerdo, de la mente y su poder insoportable de almacenamiento en algunos casos y la posibilidad de intervenirla científicamente, de una propuesta casi filosófica sobre cómo llevar adelante una relación amorosa, con actores de primera categoría, ésta es una propuesta más que interesante.
Hasta la próxima queridos amigos y amigas.
Trailer:
Por Javier Dávalos para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 14 a 16 horas por Radio Nacional Salta – AM690 o FM 102.7