Mónica Ojeda (Ecuador, 1988) es autora de las novelas La desfiguración Silva (Premio Alba Narrativa, 2014), Nefando (2016) y Mandíbula (2018), así como de los poemarios El ciclo de las piedras (2015) e Historia de la leche (2020). Sus cuentos han sido recogidos en Emergencias. Doce cuentos iberoamericanos (2014) y Caninos (2017). Ha sido seleccionada como una de las voces literarias más relevantes de Latinoamérica por el Hay Festival, Bogotá39 2017 y premiada con el Next Generation Prize del Prince Claus Fund 2019 por su trayectoria literaria.
“Remordimiento y atracción: reconocimiento de lo ajeno en ella misma creciendo igual que un vientre lleno de víboras.” [“Cabeza voladora”:38]
“Me caminas por encima como un muerto sin sexo”, decía y luego me preguntaba: “¿Te gusta el sabor de la sangre?”
“Me gusta. Sabe a lenguaje”, le respondía. Afuera los hombres y mujeres se alejaban de nuestra casa como de una abominación.” [“Terremoto”: 97]
Leer “Las voladoras” es ir transitando una serie de textos que indagan sobre la violencia, el dolor y el deseo encarnados, en principio, en los cuerpos de mujeres, en los restos corporales, en los deshechos. Dormir con la dentadura del padre muerto, el placer por la sangre, la exposición pública de un cuerpo descrito como desagradable y con horror son recursos que por sí solos resultan efectistas. Este aspecto puede producir asombro, rechazo o repugnancia. Sin embargo, en los cuentos de Mónica Ojeda lo puede parecer un recurso efectista está en función de algo más potente: la idea del misterio, la de una experiencia mística o reprimida, indecible de forma directa, pero si a través de lo poético y la cosmovisión mítica andina. Es por esto que se produce un contraste o lo que puede parecer un contraste se resuelve en una unión: el dolor y el miedo lleva también su dosis de placer, lo terrenal se une con lo místico. No es otra cosa que el misterio opaco de Dios en el mundo: el deseo y lo traumático no dejan de ser un torrente oscuro y poderoso que arrastra a los personajes:
“…se dejó llorar por el miedo de saber que si había recordado eso podría recordar cosas aún peores, cosas que le habían pasado y que habitaban ocultas en su mente como cucarachas, como tarántulas que de repente salían del dormitorio para decirle quien era de verdad y ella no quería saber.” [“Caninos”: 50]
No casualmente el último texto y otros hacen mención al arriba y al abajo que remite a la cosmología del mundo andino y recuerda a algunos textos de Arguedas. El punto de unión entre el mundo divino, el terrenal y el de los muertos es en estos cuentos, tal vez, el núcleo familiar.
La unión de contrarios, en ocasiones encarnadas en personajes “dobles”, es una constante que se trabaja a partir del horror, el miedo, el dolor en unión al placer. Experiencia que los cuentos narran, pero que resulta indecible como el incesto, los abortos, el placer por lo macabro y de ahí la idea de aproximación, de tanteos alrededor de dicha experiencia. En ocasiones como en “Las voladoras”, está presente la búsqueda de explicar a un otro esta experiencia:
“… la voladora es el bosque entrando a nuestra casa y eso no había pasado nunca. Nunca habíamos sentido el delirio divino tan cerca, ni tampoco su deseo. Porque en el fondo, créame, yo le estoy hablando del deseo de Dios: el misterio más absoluto de la naturaleza. Imagine ese misterio entrando a su casa y ensanchándole las caderas.” (14)
“Espero que lo entienda: un ser así trae el futuro. Y después de unos meses yo empecé a hincharme y todos los caballos enloquecieron (…) Usted tiene que explicarle a la congregación que esto es lo que sucedió: que a papá le turbaba que yo durmiera con el zumbido de las abejas.” (14)
Otro contraste es entre la casa y el afuera, el bosque, la montaña, lo animal como experiencia oscura, la naturaleza como manifestación de una fuerza que se piensa como divina. También el contraste entre la sociedad y algunos personajes que introducen la hipocresía acerca de los abusos, los abortos, la sexualidad.
“Las voladoras” es un libro extraordinario que explora a partir de personajes en su mayoría mujeres problemáticas sociales actuales, sobre todo la violencia intrafamiliar, pero mediadas por la cosmología y las creencias populares andinas.
Editorial Páginas de espuma
2021: 128 páginas