Mekas

Reseña: Ningún lugar adonde ir de Jonas Mekas

Jonas Mekas (Lituania, 1922). Emigró a los Estados Unidos en 1949, junto con su hermano Adolfas luego de estar en un campo de trabajos forzados nazi y luego en sucesivos campos de refugiados.

Es un referente del cine de vanguardia mundial. Su producción en cine y video es amplísima e inconfundible por su estilo documentalista y revolucionario, lo cual se puede apreciar en sus diarios audiovisuales que viene subiendo periódicamente a su página web (http://jonasmekas.com/diary/) donde se mantiene muy activo. Es un viajero incansable y esto ha quedado plasmado en dichas obras como “Reminiscencias de un viaje a Lithuania” donde siempre deja entrever su asombro y visión poética de los lugares que visita.

Su labor en el campo del cine experimental no se limita solo a la realización de películas y videos sino que ha dedicado su trabajo a la investigación, la recuperación de archivos fílmicos, así como abrir espacios de proyección y discusión, y a escribir en distintas publicaciones como Film Culture (fundada por él) y colaboraciones en Village Voice. Ha sido un cineasta muy influyente para otros artistas y alguien que ha rescatado y difundido la obra de realizadores experimentales que habían permanecido ocultos o al margen de la industria fílmica.

En 1962 fundó la cooperativa The Film Makers y en 1970 los archivos Anthology Film Archives. La producción de esta época de Mekas refleja la efervescencia de la escena cultural neoyorkina y su relación con luminarias del pop art, los escritores beats y la música underground.

“Viví, pareciera que hace muchos años, en una casa rodeado de personas a las que conocía, en un mundo al que pertenecía. Pero en realidad no los conocía ni los veía. (…) Y ahora, cuando siento que estoy empezando a vivir, cuando estoy empezando a sentir que estoy vivo, todo ese mundo ya no está. Solo existe lo que los recuerdos pueden evocar.” (1947: 155)

“Ningún lugar adonde ir” es el diario que el escritor y cineasta Jonas Mekas escribió desde que abandonó Lituania en 1944 debido a sus actividades “antialemanas” hasta finales de 1954. El libro puede ser leído como una extensa novela o poema como plantea Emilio Bernini en su excelente “Introducción” y el mismo Mekas cuyo elemento unificador es obviamente el propio escritor como figura del desarraigo constante. Este sentimiento de extranjería, de ajenidad es una constante que caracteriza el periplo que va desde un campo de trabajos forzados en Alemania, los sucesivos centros de refugiados hasta culminar en E.E.U.U, más precisamente Nueva York:

“Invito a leer todo esto como fragmentos de la vida de alguien. O como una carta de un extranjero que siente nostalgia. O como una novela, ficción pura. Sí, invito a leer esto como una ficción. El tema, la trama que anuda estas piezas, es mi vida, mi desarrollo. ¿El villano? El villano es el siglo veinte.” (1948: 160/161)

Desde la “Presentación” escrita por Jonas Mekas para la publicación del diario en 1991, se define a sí mismo a partir en relación de cierta ajenidad en relación a su patria, como lector voraz, como “loco” y poeta a partir del encuentro fortuito con un “famoso poeta judío”. El contexto hace de esta simple decisión una cuestión de peligro debido tanto a la opresión rusa como a la de los nazis. Los dueños de las sucesivas bibliotecas en la cuales logra conseguir libros son asesinados, así como también el poeta judío.

Posteriormente tanto en el campo de trabajos forzados como en el centro de refugiados esta ajenidad con los otros seguirá caracterizando la relación con su entorno y siendo causa de sucesivas interrupciones de sus lecturas, pero también escenas que observa y registra minuciosamente:

“Hace dos semanas mudaron a un croata a nuestra habitación. Desde entonces la habitación se convirtió en el mismísimo infierno. Gritan, pelean, cantan, discuten. Es imposible concentrarse. Mis nervios empiezan a quebrarse. Intento escribir, pero cuando llego al final de la línea mi olvido de lo que había empezado.” (1944: 64)

“Mi única conexión con la vida son estos garabatos.

Aquí estoy, ahora con los brazos colgando, los hombros ciados, la mirada en el suelo, empezando mi vida desde cero.” (1947:149)

Este sentimiento de ajenidad, a partir de la liberación y de la posibilidad de viajar a otro país como refugiado, cambia el tono de los diarios que comienzan girar alrededor de la nostalgia por la infancia y patria perdida que remiten al título del libro: “No tengo absolutamente ningún lugar adonde ir, ningún lugar hacia donde correr (…) Una vez que se abandonó el hogar, uno ya no está más en casa.” (1950: 332)

La ciudad de Nueva York es el lugar en el que deciden quedarse junto a su hermano. El ritmo de la ciudad y del trabajo están magistralmente narrados, sobre todo, en esa relación cuerpo y máquina que impone una actividad estandarizada. También aparece la falta inicial de vínculos que refuerzan este sentimiento de ajenidad. Sentimiento que va cediendo lentamente a partir de cierta comunidad de intelectuales con los que se relaciona y del comienzo de sus proyectos cinematográficos. A su vez, el conflicto entre los intelectuales europeos y los emigrados se introduce en varias conversaciones de Mekas con amigos que critican la sociedad americana sin conocerla y luego de que el viejo continente haya pasado por el nazismo y por la Segunda Guerra mundial.

Las figuras de Ulises y de Penélope sirven para dar cuenta de un largo periplo desde Lituania y de un cambio en relación al sentimiento absoluto de desarraigo:

“Querida Penélope. No sé cuánto tiempo pase en la ciudad, pero siente que se convirtió en parte de mí: sus calles, sus parques, sus noches. No quiero abandonarla nunca. Nunca. Siento como si estuviera otra vez en casa. (…) Estoy intentando desesperadamente crear un conjunto completamente nuevo de recuerdo con lo que enfrentar las voces dulces que me llaman para que vuelva a casa. A una casa para la cual, lo sé, se borraron todos los caminos. “(1955: 435)

“Ningún lugar adonde ir” es un libro monumental por su registro del entorno, por la construcción de una figura de artista – cercana al romanticismo y asociada al desarraigo constante, al enfrentamiento con los imperativos sociales, la preservación del yo – y por los continuos cambios de registros, de ritmos narrativos que hacen de los diarios un laboratorio de escritura que luego será la base de sus películas-diarios.

No hay lugar adonde ir, Jonas Mekas
Editorial Caja Negra
Traducción: Leonel Livchits
Prólogo: Emilio Bernini
2021: 440 páginas

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