Asno de oro

Reseña sobre el Asno de Oro, de Apuleyo

Lector, dígnate tan solo recorrer con tu mirada este papiro egipcio escrito con la fina caña del Nilo y podrás admirar a criaturas humanas que cambian de forma y condición, y viceversa, que posteriormente recobran su primitivo estado.

Así comienza, Asinus aureus, El asno de oro, o Metamorfosis, de Apuleyo, texto escrito, más que probablemente, en la segunda mitad del S. II de nuestra era. Así se nos presenta el relato de Lucio, el atribulado narrador de esta novela, si convenimos en llamar de tal modo esta historia antigua.

En esta ocasión, debemos situarnos en Tesalia, escenario el más adecuado para el desarrollo de las increíbles aventuras que nos deslumbrarán.

“Estás en Tesalia, donde las hechiceras tienen la costumbre de mutilar a mordiscos el rostro de los cadáveres para sus operaciones mágicas”.

Debido a su curiosidad desmesurada, Lucio se entusiasma al llegar a tal región, puesto que no otro había sido el objeto de su viaje:

“cuando oí nombrar el objeto permanente de mis deseos, es decir, el arte de magia, sentí el vivo deseo de ingresar, al precio que fuera, en tal escuela y precipitarme a sabiendas y de un salto en pleno abismo”

No obstante las advertencias de sus interlocutores, Lucio sucumbe ante su deseo de conocer los secretos del arte de la magia, su curiosidad malsana es más fuerte que su prudencia y no parará hasta salirse con la suya. Así, le pide a Fotis, la sirvienta de Milón y Pánfila, luego de establecer con ella una más que amistosa relación:

“Muéstrame a tu señora en el momento en que se entrega a alguna operación de su ciencia divina; quiero verla cuando invoca a los dioses o, por lo menos, cuando cambia de forma, pues siento verdadera pasión por conocer directamente los secretos de la magia”.

Dado el cariño que le tiene Fotis, aunque con gran cuidado y a riesgo de su vida, por fin encuentra la oportunidad para satisfacer su deseo. Entonces, tomando todos los recaudos, le muestra cómo su ama, luego de frotar íntegramente su cuerpo con un extraño ungüento, se transforma en búho y emprende misterioso vuelo.

Lucio experimenta el colmo del asombro. No se detiene en sus ruegos hasta obtener un poco de esa mágica pomada con la intención de transformarse él mismo. Nuevamente, es cautivo de su curiosidad indomable. Fotis rendida nuevamente ante su cariño, le consigue la sustancia.

Entonces repitiendo la operación que había contemplado, embadurnándose todo el cuerpo, Lucio no tarda en sentir las consabidas mutaciones… pero… debido a una confusión de Fotis, el resultado es su conversión en asno.

A partir de allí, se nos relatarán las vicisitudes hilarantes pero también penosas que va viviendo la bestia con su conciencia humana. Los múltiples castigos que le darán sus dueños, los palos que recibirá y los penosos trabajos a que lo someten sus cuidadores. Incluso, también asistiremos a una velada erótica, donde se nos muestra sin tapujos la desmesurada virilidad de nuestro asno Lucio, favoreciendo a una dama devenida loca por sus encantos.

El relato, por lo demás abunda en múltiples y deliciosas historias intercaladas cada una de las cuales resulta una gema preciosa que se va enhebrando: quizá la más bella resulte el cuento de Psique, digna de aparecer en cualquier antología de leyendas mitológicas.

El lector asiste a una divertidísima suma de historias donde el denominador común se relaciona con lo sobrenatural, que los personajes no vacilan en creer, como se pronuncia Lucio:

“Yo, ciertamente, opino que no hay nada imposible; que todo en la vida de los mortales discurre según los decretos del destino: a mí, a ti y a todos los humanos nos ocurren muchas cosas extrañas y poco menos que inauditas”.

Luego de sus aventuras, donde la crueldad con que lo tratan será la tónica dominante, El asno recobra su verdadera identidad por intervención de la gran diosa Isis, quién lo destina a un alto destino como sacerdote suyo.

 

Por Martín Cagnoni para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 17 a 19 horas por FM La Plaza 94.9

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