En noviembre, la canasta básica aumentó 4,4%. Esa medición determina cuántos hogares son pobres en la Argentina y tuvo un incremento menor al de la inflación de ese mes.
Una familia de cuatro personas necesitó en noviembre contar con un ingreso de casi $146.000 para no caer bajo la línea de la pobreza, informó este martes el Indec. La Canasta Básica Total (CBT) tuvo en noviembre un aumento de 4,4%, por debajo de la inflación general de ese mes, que fue de 4,9 por ciento.
El informe oficial dio cuenta que un hogar compuesto por dos adultos y dos niños precisó $145.948 para no ser considerados pobres. Por su parte, en el mismo mes la canasta alimentaria tuvo una suba de 3,1%, lo que implicó que una familia de las mismas características necesitó $64.012 para no caer bajo la indigencia.
Los dos indicadores son decisivos para medir el impacto de la crisis económica en los indicadores sociales. Eso sucede porque la canasta básica –que además de alimentos incluye otros ítems del gasto como indumentaria, salud, transporte o educación– determina la denominada “línea de pobreza”. Es decir, los hogares con ingresos menores a la CBT son los que pasan a ser considerados pobres.
De la misma manera, la canasta alimentaria –que tiene un alcance limitado a bienes de primera necesidad– es la que configura la “línea de la indigencia”: aquellas familias que no lleguen a cubrir los ingresos necesarios para adquirir la CBA son indigentes.
La desaceleración en el ritmo de aumento de la canasta básica -tanto la total como la que solo incluye alimentos- se correspondió con la baja en el IPC, que pasó de 6,3% en octubre a 4,9% en noviembre, en una reducción que sorprendió al mercado, más allá de que para diciembre se aguarde una nueva aceleración de precios por la estacionalidad de fin de año. Ese efecto es más notorio en la CBA, ya que los alimentos y bebidas fueron uno de los rubros que tuvo incrementos menos marcados entre todos los rubros considerados por el Indec: fue de 3,5 por ciento.
El informe de la Canasta Básica de Indec también sirve para tomar en consideración otros formatos de hogares para medir cuánto ingreso mensual necesitaron en ese mes. Así, una familia compuesta por una mujer adulta, una mujer adulta mayor y un joven de 18 años necesitó $116.192 para evitar caer en la pobreza, o $50.961 para no caer en la indigencia. Por su lado, un hogar que está integrado por un varón y una mujer, ambos de 30 años, y tres hijos de 5, 3 y 1 año precisaron $153.505 para no caer bajo al línea de la pobreza y $67.327 para no ser indigentes. Por último, también hay mediciones “individuales” de esta métrica. Un adulto requirió $20.715 para tener sus necesidades alimentarias satisfechas y $47.232 para la canasta básica total.
La pobreza fue del 40,6% en el primer semestre del año, mientras que la indigencia alcanzó al 10,7% de la población, según el Indec. De esta manera, casi 19 millones de personas son considerados pobres por no poder cubrir el costo de la canasta básica total. De esa manera, la pobreza afectó a 18,8 millones de habitantes y la indigencia a casi 5 millones, según la proyección al total país de 46,4 millones de personas de la Encuesta Permanente de Hogares en 31 aglomerados urbanos con una población de 28,9 millones de personas.
El resultado del principal indicador social estuvo muy cerca del que había marcado el organismo estadístico para el primer semestre de 2020, en que los índices de pobreza e indigencia treparon desde el 35,5% con que terminó el 2019 a 40,9% por el impacto inicial de la pandemia y las medidas de aislamiento social en la economía y en los ingresos de los hogares. El pico de pobreza por el impacto de la crisis sanitaria tuvo lugar en el indicador del segundo semestre de 2020, cuando el indicador escaló hasta el 42 por ciento.