Entrevista a Cecilia Secreto, profesora y Magister en Letras. Durante 30 años se desempeñó como profesora en la escuela secundaria (tarea de la que ya se retiró) y docente e investigadora en el área de Teoría literaria en la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Desde sus comienzos, tanto en docencia como en investigación, se sintió atraída por los cuentos tradicionales y de hadas y se abocó a su estudio, ya desde una perspectiva folklórica y psicocrítica, como también feminista (desde una perspectiva de género).
En relación con esta temática que problematiza los cuentos de hadas, el imaginario femenino y sus reescrituras realizó estudios y análisis que fueron publicados tanto en libros (Mujeres que escriben sobre mujeres (que escriben), tomos I y II, Biblos; Literatura y (pos) Modernidad, Biblos, Viajes de ida y vuelta, Eudem y la última publicación de la que también es co-editora Desbordes, Eudem) como en revistas especializadas. Asimismo participó como expositora y organizadora en Jornadas, Congresos y Workshops. Dictó talleres literarios, en escuelas, instituciones públicas, librerías, espacios privados o convocados por organismos gubernamentales y no gubernamentales. En 2019 dictó dos talleres denominados “Lecturas feministas” convocados por la Dirección de políticas de género de la Municipalidad de Necochea.
Hoy es un día triste para todos y un tema se hace ineludible: Maradona. El Negro Fontanorrosa dijo alguna vez “¿Qué me importa lo que el Diego hizo de su vida?, a mí me importa lo que hizo con la mía”. ¿Cómo sentiste la muerte de Diego, qué significó él para tu vida?
Yo no coincido tanto con lo que dice Fontanarrosa, porque no separaría al Diego jugador del Diego persona. Los seres humanos estamos hechos de una sola sustancia, y no está en mí pretender la perfección. Creo que en nuestro carácter de imperfectos y contradictorios está el atractivo de la naturaleza humana. No estamos hablando ni de un femicida ni de un homicida, estamos hablando de alguien que tardó reconocer hijos, cosa que no habló muy bien de él, y en relación a sus adicciones, no me corresponde opinar. Justamente la palabra adicción viene del latín y significa “lo que no se puede decir”. Lo que no se puede verbalizar se tapa con comida, con alcohol, con drogas lícitas e ilícitas, y no todo el mundo lo reconoce. A mí en lo personal Maradona significó la única oportunidad en que yo pude disfrutar del fútbol, y eso que no es un deporte que me seduzca. Pero con Diego el corazón me latió fuerte, y sin saber, lo disfruté mucho. Después he seguido mucho sus declaraciones políticamente incorrectas, he visto su atrevimiento.
Me identifico mucho con él desde el signo zodiacal, también soy de escorpio, un signo regido por Plutón y genera eso que nace y muere y se renueva permanentemente, como lo carnavalesco, el contacto de los contrarios y la contradicción, lo apolíneo y lo dionisíaco. Todo eso me hizo sentir una seducción por Diego al verlo tan fuerte, heroico y ligado a la épica; y luego en esas caídas y recaídas que lo fueron alejando de su propia imagen. Todo ese fanatismo, todo ese amor por una persona que está hecha de la misma materia que las demás, y sin embargo es diferente, es del orden de lo extraordinario. Lo que siento es una tristeza nostálgica, porque tiene que ver con un pasado que a mí también se me fue. Como dijo Iván Noble, la muerte de Diego significó el final de nuestra infancia. Diego es más para el Valhalla (lugar donde van los muertos en la mitología nórdica) que para el cielo, siempre lo acompañó una naturaleza heroica, es mítico y menos cristianizado en ese sentido.
Tu papá, Alfredo Secreto, fue escultor e hizo obras realmente conmovedoras: dos San Cayetano, un Néstor Kirchner (que tiene su historia) y varias Evitas. ¿Cómo recordás a tu papá y por qué eligió esas dos figuras populares para retratar?
Mi papá era metalúrgico y estudió el oficio de los metales, era matricero. El primer trabajo que hizo fue una réplica de Rómulo y Remo que está en la esquina de la Municipalidad de Necochea, y realmente es mejor que el original que está en Roma (risas). Después le encargaron dos San Cayetano, uno para una iglesia de Río Negro y el otro lo donó a la Iglesia de Liniers, es el mismo que está mirando a la General Paz. Todo eso lo hacía en el patio de mi casa, así que fui testigo de todo eso. A mí me impresionó mucho cuando llevamos la estatua a Liniers y esa escultura se convirtió en objeto de adoración, y eso que yo no soy muy creyente. También hizo varias Evas que están en diferentes provincias.
¿Querés contarnos brevemente esa historia sobre la escultura de Néstor?
Cuando muere Néstor le piden a mi papá una estatua para poner en el mausoleo. Mi viejo estaba muy enfermo. Cuando yo me enteré no me alegré para nada, porque él estaba muy débil y el trabajo era descomunal, pero su motor era el trabajo. Al final no lo pudio terminar porque falleció y la terminamos con mi mamá y la enviamos a Santa Cruz en los términos fijados, olvidando firmarla. Luego la encontraron en el allanamiento a Lázaro Báez y empezaron a decir por los medios que era de oro, que había costado una medio millón de dólares, y tuve que salir a desmentirlo.
Hablando de lo popular, ¿por qué creés que el cuento de hadas ejerce tanta fascinación?
El primero que se da cuenta de que en los cuentos de hadas hay estructuras profundas es Jung. Quien divulga la cuestión de las estructuras psicoanalíticas que vehiculizan los cuentos de hadas es Bruno Bettelheim, es decir, que metafóricamente estos cuentos encierran metáforas que tiene que ver con la pérdida de la virginidad, el abandono de los padres, la soledad, la muerte. Desde una perspectiva feminista, los cuentos de hadas, al pertenecer a una tradición oral de los cuentos tradicionales, tienen personajes que adhieren al género femenino, aunque no sean mujeres, como pulgarcito o el sastrecillo valiente. Ellos entran dentro de lo que biopolíticamente son las minorías, personajes oprimidos. Desde estos puntos de vista y desde lo que significaron para la cultura popular es que estos cuentos generan esa fascinación.
Esas imágenes estereotipadas de los cuentos de hadas (como caperucita, por ejemplo) se deconstruyen en el contexto de la Posmodernidad poniendo al descubierto lo que estos textos vehiculizan desde lo simbólico. ¿Qué es lo que estos cuentos ponen de manifiesto?
Para hablar de los cuentos de hadas tenemos que ubicarlos en el contexto de su producción. No son cuentos feministas, son cuentos que hablan desde una perspectiva de género, de un mundo patriarcal, en donde la única manera que tenía una mujer de escapar de la opresión era a través del casamiento. Lo que hace la escritura posmoderna que deconstruye estos relatos es sacar al sujeto oprimido de ese lugar.
Uno de los cuentos de hadas más inquietantes y ominosos es Barbazul (recopilado por Charles Perrault en 1695 y el único cuento del cual Disney no hizo una versión animada) texto que Ángela Carter reescribe en “La cámara sangrienta” dándole un poder a la mujer que en la versión de Perrault no tenía. ¿Cómo es tu lectura de esos textos?
Perrault escribió en el Neoclasicismo para la Corte francesa, siempre con la intención de dejar una moraleja, porque justamente la premisa neoclásica era “deleitar educando”. Lo que dice el cuento es que el personaje principal invitaba a doncellas a banquetes que duraban tres días, y ninguna de ellas se quería casar con él porque tenía la barba azul. Allí, desde el vamos, nos está marcando algo: que estaba todo bien pero tenía un defecto. Luego las emborrachaba, y con el pasar de los días, una de ellas, ya no le veía la barba tan azul. Por eso se fue acostumbrando al soberano, al maltrato, a ponerse un precio a sí misma.
Esto es una manera de decir que hay ponerle más atención a esa primera impresión, los psicópatas y femicidas son así y hay que dejarse seducir por eso que está mal. Barbazul es la historia de un femicida serial que muestra su poder en base a la sumisión de lo femenino hacia lo masculino. Carter en su reescritura del cuento rompe con esa obediencia y sumisión que observamos en el relato, y pone en evidencia que los cuentos de hadas lo que están determinando es que los atributos que debe tener una mujer para ser feliz es ser bella, buena y obediente.
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Por Lucas Bertone para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 17 a 19 horas por FM La Plaza 94.9