La canciller Angela Merkel advirtió que el país se enfrenta a la fase “más dura” de la pandemia, pero la campaña de inmunización contra el covid-19 avanza con notorios inconvenientes en varias regiones.
Orgullosos de su reputación nacional de eficiencia, los alemanes están cada vez más frustrados por el lento despliegue de una vacuna contra el COVID-19 que sus científicos ayudaron a desarrollar.
El escaso suministro de vacunas, los engorrosos trámites burocráticos, la falta de personal sanitario y una población envejecida y con restricciones a la movilidad están obstaculizando los esfuerzos por conseguir las primeras dosis de una vacuna fabricada por la empresa estadounidense Pfizer y su socio alemán BioNTech en los brazos de la población.
Alemania ha instalado cientos de centros de vacunación en pabellones deportivos y salas de conciertos y tiene la infraestructura para administrar hasta 300.000 vacunas al día, dijo el ministro de Salud Jens Spahn.