portada barrios

Las organizaciones barriales salvan vidas, dan esperanza

Con hambre no se puede pensar, una frase que cada día se escucha más y no solamente en los barrios más humildes sino en zonas reconocidas por estar habitadas en su mayoría por familias de ingresos medios.

Cada mes que pasa la inflación se hace sentir, costos más altos para cubrir la canasta de alimentos y servicios, los índices de desempleo o empleo informal aumentan también, y con ellos la angustia, la bronca y la incertidumbre.

La experiencia nos está mostrando que frente a la covid-19 nadie se salva solo y resulta cada día más necesario implementar políticas públicas desde el Estado basadas en la mejor evidencia científica para cuidar la salud y la vida, pero también es fundamental reconocer la importancia esencial de las organizaciones barriales. Sobre estos dos puntos hare referencia en las próximas líneas.

Con respecto al Estado nadie puede negar la necesaria presencia en la articulación con la comunidad y la organización territorial para tener mejores resultados. El Estado no puede mirar para otro lado cuando una parte importante de su población no accede a una canasta básica y sobre este tema existen al menos dos tipos de disputas distintas pero relacionadas entre sí donde la Administración Central de Gobierno cobra vital importancia: las vinculadas al consumo familiar y aquéllas asociadas a la fijación de precios.

En relación al CONSUMO FAMILIAR, en muchos barrios se dan estrategias de supervivencia alimentaria de los hogares. La comida, lógicamente no es nutricionalmente la necesaria, el mate con pan es muchas veces la opción en la cena familiar. Fritos, guisos y sopas con papas, aceites mezcla, fideos y carnes grasas son las comidas más frecuentes.

En nuestro país la realidad es que no tenemos problemas de disponibilidad, sino de accesibilidad, consumo, utilización y aprovechamiento óptimo de los alimentos. La seguridad alimentaria en muchos hogares pasa no sólo por el hecho de comer, sino la calidad de lo que se ingiere y su valor nutricional, de allí la importancia de que desde el Estado se efectúe un seguimiento en ese sentido. La malnutrición también abre las puertas a enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes y la obesidad, comprometiendo el presente y futuro de les niños/as y adolescentes de las familias pobres de la Argentina. Es necesario la ampliación de los programas alimentarios existentes; la mejora de la calidad nutricional con incorporación de alimentos frescos carnes, huevos, frutas, verduras y lácteos; la jerarquización de acciones preventivas de detección precoz de malnutrición y monitoreo del crecimiento para la protección y cuidado.

El 42,1% de los niños, niñas y adolescentes de 2 a 18 años presentan malnutrición en barrios populares. En la primera infancia (+ de 2 a 6 años), según el IMC/EDAD el 32,4% presenta malnutrición. En el 2019 era un 27,4%, por lo que se incrementó 5 puntos porcentuales la malnutrición en esta etapa. El mayor grado de malnutrición, se evidenció entre quienes tienen 6 a 10 años, ya que de acuerdo con el IMC/EDAD el 49,1% presenta malnutrición. El mayor incremento de malnutrición, se registró entre quienes tienen 10 a 18 años.

Ello, toda vez que en el 2019 según el IMC/EDAD presentaban malnutrición el 40.4% de los jóvenes y en esta oportunidad fue de 46,4 %; lo que implica un aumento de 6 puntos porcentuales.

En el 2019 era un 43,8%; es decir, en casi dos años en este rango de etario la malnutrición se incrementó 5,3 puntos porcentuales. (Datos según el INDICADOR BARRIAL DE SITUACIÓN NUTRICIONAL (IBSN))

En relación con la LUCHA DE LOS PRECIOS la Argentina es un país de alimentos caros, sumado a que la inflación siempre va por arriba del aumento de los sueldos, como también que la crisis ha generado pérdida de puestos laborales o la precarización de los mismos, golpeando fuertemente a las familias, en especial a los sectores medios y bajos. La devaluación de los últimos tiempos generó que se amplifique fuertemente el aumento de los alimentos, superando un 60% interanual. El Estado no puede estar ausente o mostrarse prescindente en algo tan prioritario como es asegurar un plato de comida para los sectores más vulnerables. Ello porque, como hemos visto, las políticas estatales inciden en la lucha por el consumo familiar (para la supervivencia) y la lucha de los precios (más macro, relacionada a la concentración económica).

Aquí es donde toman real importancia LA ORGANIZACIÓN EN LOS BARRIOS. Estas redes comunitarias generadas en tres vecinos, con la presencia de ollas populares, merenderos, comedores, asistencia de los espacios sanitarios y de seguridad, y de la o las escuelas de la zona.

Pero siempre existen los sectores que son reaccionarios a estas acciones, y surge de lo que llamo, la antipolítica de los que tienen todo, quienes proponen el odio del penúltimo contra el último, mostrándose rebeldes, pero siendo serviles con los de arriba y cruel con los de abajo.

La realidad que vivimos nos ha demostrado que somos frágiles, que un golpe de mala suerte nos puede complicar la vida, y desde ahí, no desde el odio es desde donde se debe construir, desde esa vulnerabilidad. Reconocemos que somos vulnerables y precisamente porque somos vulnerables queremos vivir en sociedad para cuidar del otro. Para para sentir la cooperación, la solidaridad, para tener servicios públicos eficientes, un Estado fuerte y responsable.

Por eso la importancia de estas organizaciones, porque lisa y llanamente salvan vidas y es una realidad que existe, pero que no debería existir, pero que crece cada día, con más vecinos y vecinas que asisten porque falta trabajo, la plata no alcanza, y porque principalmente hay hambre.

Y allí están detrás de cada organización mujeres en su mayoría y algunos hombres siendo héroes anónimos, mostrando la mejor cara de la solidaridad, preparando un plato de comida, una taza de leche, o asistiendo con alimentos, agua y elementos de higiene a los vecinos.

Hoy hacen mucho, pero no alcanza, falta mayor presencia del Estado, mas acciones que colaboren con estas trincheras que dan diariamente batalla a la desigualdad, salvando vidas, dando esperanza.

*Abogado -Dirigente
Diplomado en Políticas Publicas
Distributivas y Desigualdad

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *