Quema de libros dictadura

Nunca más: Quema de libros y persecución a la cultura

Una usuaria cafayateña, diseñadora de libros, recordó en Instagram cómo fue que durante la dictadura cívico militar argentina hubo una persecución cultural, se prohibieron 701 libros y se quemaron millones de ejemplares.

Guadalupe Azcárate Peril, o @Guadahloop, tal como es su usuario en la red social instagram, a propósito del 24 de Marzo, Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, compartió una publicación en la que cuenta cómo fue la persecución cultural, la prohibición y quema de libros durante la última dictadura cívico militar en Argentina.

La publicación comienza citando una frase del poeta y ensayista francés Heinrich Heine: «Allí donde se comienza quemando libros, se acaba quemando personas» y en imágenes contó que en total fueron prohibidos 701 libros, y el destino de los libros secuestrados era  «arder en un pozo, en una hoguera común».

El gobierno de facto montó una infraestructura especial destinada a «la desaparición y quema de libros cuyos contenidos eran considerados ‘subversivos'» cuenta esta usuaria que a modo de ejemplo cita parte una frase de quien fuera Ministro de Educación y Deportes de la Dictadura, Juan Llerena Amadeo, entre 1978 y 1981, quien en una conferencia en junio de 1979, organizada por la Fundación para la Acción Social y Económica señaló que «las ideologías se combaten con ideologías, y nosotros tenemos la nuestra: es la que se nutre de nuestra historia, de la concepción moral cristiana de la vida y del destino trascendente del hombre, de nuestra condición de país occidental, de nuestra tradición que es el resultado de las culturas clásicas con la impronta del ser argentino».

Llerena fue quien, por ejemplo, firmó la resolución 1.294, del 24 de julio por la que prohibía el uso de «Universitas. Gran Enciclopedia del Saber» editada por Salvat. El motivo de esta prohibición que que «Incurre en falseamiento de la verdad histórica, ensalzándose la lucha de clases, efectuando la apología de la doctrina marxista».

Guada publicó, a modo de ejemplo, una nota de 1976 enviada a la empresa Encotel, empresa nacional de correos y telégrafos, en la que se informa la prohibición de la circulación a través de los servicios postales de esta empresa, de los libros titulados «La Ultrabomba» y «El pueblo que no quería ser gris», ambos prohibidos a través del Decreto 1.888 de 1976.

El primero relata la historia de un piloto que se niega a cumplir la orden de arrojar una bomba, y el segundo cuenta la historia de la gente que se opone a la decisión del rey de pintar todas las casas de un mismo color y empieza a teñirlas de rojo, azul y blanco.

Otro hecho que cuenta Guada en su publicación es el encarcelamiento del dueño de Ediciones De La Flor que editó el libro de cuentos Cinco Dedos, que fue escrito en Berlín. El propietario de la editorial fue encarcelado, junto a su esposa, por 127 días.

El cuento trata de una mano verde que persigue a los dedos de una roja, ésta se defiende y la vence. Una de las cosas que había molestado a los militares era que la mano derrotada fuera verde, color del uniforme de fajina del Ejército Nacional, y la triunfante roja, la cual era asociada a los comunistas.

La usuaria de instagram comentó que la quema más grande de libros registrada durante la dictadura la sufrió el Centro Editorial de América Latina, el 30 de agosto de 1.980, donde la policía bonaerense quemó más de un millón de medio de ejemplares de libros publicados por esta editorial.

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