Medios en crisis

Opinión: ¿Cómo impacta la crisis económica en el derecho a la información?

Por Diego Comba

Estamos atravesando una gran crisis que deriva en muchas crisis en todos los sectores. Aquí intentaré explicar el conjunto de problemas por los que atraviesan los medios de comunicación, en este contexto, principalmente en el interior del país.

Desde hace un tiempo corto a esta parte venimos escuchando cómo diferentes medios de comunicación están cerrando, o se ponen a la venta, especialmente radios del interior del país, y esto tiene que ver con múltiples factores producto de la crisis económica, política y social que vivimos en la Argentina, que existe desde hace mucho tiempo y que se agravó con las medidas que viene tomando el gobierno nacional desde su asunción.

Hasta aquí un breve contexto de lo que está pasando hoy, pero es necesario explicarlo porque el cierre de un medio de comunicación (como puede ser el caso de F.M. Capital en Salta o cualquier otro) implica bastante más que fuentes de trabajo, que no son menos importantes, pero son parte de un problema más complejo.

Esta crisis viene impactando en todos los sectores y está ocasionando diferentes tipos de problemas, cada uno con sus complejidades y particularidades, y los medios de comunicación no están ajenas a estos conflictos.

Un medio de comunicación, cualquiera, no es solamente una empresa lisa y llana (como cualquiera que provea productos o servicios que la gente consuma o compre), cuyo único objetivo es ganar dinero, porque su capital es la información, cuyo acceso es un derecho de cada habitante de un país, y la existencia de más medios implican mayor pluralidad de voces, más espacios de información, de entretenimiento, de formación y de debate. Más medios implica más generación de trabajo a uno de los sectores más precarios e informales de toda la economía.

¿Por qué precarios e informales? Porque la mayoría de los productos que pueden escuchar, ver o leer son espacios de productoras independientes, que tienen que lograr un programa de calidad, producirlo, que demora tiempo, dinero y esfuerzo, y por si fuera poco además salir a vender publicidad, pública y privada, para poder con eso tener un medio de vida más o menos digno.

Si la productora es más grande en cuanto a recursos humanos, puede tener gente que se dedique a desarrollar las tareas que cada área requiere, pero en especial en el interior del país, y en el interior del interior, esto no ocurre, o si, pero esos casos son la excepción, no la regla.

Puntualmente en el caso de las radios, hay que entender que tienen que abonar una serie de costos fijos para poder sostener ese medio de comunicación al aire: SADAIC; AADI CAPIF; Alquiler del local o casa donde funciona la emisora (si no cuenta con uno propio); el espacio donde esté ubicada la antena (Cerro 20 de Febrero en el caso de la mayoría de las radios radicadas en Salta Capital); sueldos (al menos 2 operadores, personal administrativo, periodistas y productores, como mínimo) y servicios, dato no menor porque la luz se convirtió en el mayor costo fijo de una emisora, alcanzando facturas millonarias, literalmente, y dos facturas en el caso de las radios de Capital porque deben pagar la luz de donde funciona la radio en sí, más la del mismo servicio del lugar en donde está ubicada la antena.

Aquí es donde juega un papel fundamental la publicidad estatal (Nacional, Provinciales y Municipales), porque ese presupuesto tiene la función y misión justamente de garantizar el derecho a la información, la pluralidad de voces y la publicidad de los actos de gobierno. Para eso sirve, para eso fue concebida, aunque con el correr del tiempo se fue tergiversando su objetivo, y en diferentes ámbitos, con más o menos fuerza, se vienen dando algunos debates sobre cómo volver a esa senda y reglamentar (es decir legislar) sobre cómo se debe otorgar, bajo qué condiciones y a quienes, pero es un debate que no termina de dar forma ni proyecto, mientras tanto las reglas de juego son otras, y con esas hay que jugar.

Esas pautas son las que garantizan que cientos de productos tengan hoy sus espacios (sea en formato gráfico, radial, televisivo o digital), y millones de personas tengan opciones informativas, de entretenimiento y opinión de las más diversas.

Ahora bien, Argentina tiene un sistema de medios que también hay que entender para poder seguir analizando lo que pasa. Existe una concentración de medios muy poderosa que se centraliza en Buenos Aires (tanto que si en un canal “nacional” dicen que llueve, en algún pueblo soleado del interior salen con paraguas). Esos medios, mal llamados nacionales, que desde hace muchos años vienen acaparando audiencias y comprando más medios, generando empresas de alto rendimiento económico y político, tienen una serie de ventajas que en el interior prácticamente no existen y básicamente son 3: la publicidad del Gobierno Nacional, la de las grandes empresas privadas y la posibilidad de acceso a información y entrevistas a funcionarios nacionales que jamás atienden a un medio del interior (a lo sumo lo hacen cuando van de visita, literalmente, a alguna provincia).

El Gobierno Nacional, durante años, lejos de utilizar los fondos de publicidad oficial para equiparar la balanza de la concentración de estos medios en desmedro de los medios locales o hiperlocales, fue a parar en su mayoría a los mismos grandes medios de gran penetración nacional, sumado a que las grandes empresas ven esta expansión territorial como una ventaja y destinan sus presupuesto publicitarios a esos mismos medios, dejando pequeños porcentajes, en el mejor de los casos, a medios más grandes ubicados en las capitales provinciales.

Como dato extra al respecto hay que agregar que los medios del interior del país que lograron recibir publicidad oficial nacional recibieron un ínfimo porcentaje de lo que quedaba en Buenos Aires y muchas veces quedaron en la columna de incobrables.

Así pues, sin contar con la publicidad oficial nacional (ni antes, ni ahora que está suspendida con argumentos absurdos y fuera de toda posibilidad de discusión), que se queda o quedaba en enormes porcentajes en los mal llamados medios nacionales, los medios Provinciales tienen la opción de contar con la publicidad de los Gobiernos Provinciales y Municipales (esta última disminuye considerablemente en función del tamaño del Municipio y la cantidad de medios hiperlocales que existan).

En Argentina no hay regulación sobre la forma de otorgar esta publicidad (que a los fines teóricos se debe llamar propaganda pues no persigue fines comerciales), entonces ésta se entrega de forma discrecional y depende de la voluntad y presupuesto de los Gobiernos, la capacidad de negociación de las partes, la afinidad, la estimación de audiencia de cada medio y un largo etcétera. No es motivo de esta columna analizar si está bien o mal (será quizás tiempo de un debate al respecto, pues un sentido de la Publicidad Oficial también vino a ser afectado por la penetración de internet en todos los sectores de la comunicación), pues, reitero, son las reglas de juego y con esas reglas juegan todos los dueños de medios y producciones.

Y justamente respecto de la penetración y acceso a internet, los medios de comunicación y la publicidad oficial se abre otro punto de análisis en torno a la publicidad de los actos de gobierno, un dato no menor y debe ser un debate mucho más profundo que el que se pueda hacer a través de una columna de opinión, y que debe incluir a asociaciones de medios, de periodistas, sindicatos, universidades, gobiernos y más, porque hace muchos años que se viene reconfigurando el sistema de medios en Argentina y no se vislumbran discusiones en este sentido que permitan resolver alguno de los muchos problemas que tienen los medios de comunicación, en especial los más chicos, en especial los del interior.

En cuanto a Salta, la realidad marca que quienes tienen publicidad oficial del Gobierno de la Provincia, en su mayoría, mantienen los mismos montos de diciembre de 2023, y con la publicidad oficial de los municipios (quienes tienen ese ítem en sus presupuestos) la situación es similar.

La publicidad privada (que en la teoría sí se llama publicidad porque persigue fines comerciales, sea conocimiento de una marca, más clientes o aumento de ventas, etc) es otra pata de los ingresos de los medios de comunicación que se debe mencionar.

Las grandes empresas, que suelen tener sus sedes en Buenos Aires, destinan el grueso de su presupuesto de publicidad analógica a esos medios “nacionales”, un mínimo porcentaje a los grandes medios provinciales y otro monto a la publicidad digital que se la llevan empresas como Meta (propietaria de Facebook e Instagram), Google y ahora además TikTok. Y si a esto le sumamos la distancia, los medios del interior se ven casi impedidos por completo de recibir algún tipo de publicidad de esas grandes firmas.

Entonces queda la venta de publicidad privada a empresas y comercios locales, muchas de las cuales no tienen un presupuesto asignado a ello, incluso lo consideran como un gasto, y se otorga de forma discrecional (porque no hay otra forma de que así sea) dependiendo de la amistad con el dueño del medio o la productora y otros factores, cuando no elijen el camino del canje, una suerte de trueque, que tiene mucho más auge en las redes sociales gracias a las y los influencers que encontraron en venderles productos a sus seguidores (o intentarlo) a cambio de ropa, accesorios, manicurías y un largo etc.

Pero, no hay que olvidarse que estamos en un contexto de crisis económica que viene provocando una fuerte recesión en la capacidad de compra de la mayoría de las familias argentinas, lo que hace a su vez, y obviamente, que las empresas y comercios vendan menos, sin olvidar que a esos negocios, como a los hogares, también les viene afectado el importante aumento de los servicios, además de alquileres y otros gastos fijos que pudieran llegar a tener, entonces, tiene que ajustarse y uno de los primeros ítems a ajustar es el mal llamado gasto en publicidad (porque si se cambiara el concepto de gasto por el de inversión, que al final de cuentas es de lo que se trata, quizás sería diferente), y entonces nos metemos en un círculo vicioso, que termina por desfinanciar a los medios de comunicación que cuentan con esos ingresos de publicidad. Y vale aclarar que muchos medios, sino la mayoría, justamente por el contexto de crisis y a pesar de los considerables aumentos de los costos fijos, no actualizan sus valores a la publicidad privada (o los actualizan en porcentajes muy inferiores a los aumentos de sus costos), con la intención de mantener al menos esos ingresos y clientes.

Básicamente, y a modo de semblante del complejo problema de los medios de comunicación, es como llegamos a que haya muchos medios decidiendo suspender su programación, sino que haya más medios con el mismo problema y en el mismo camino. Algunas radios directamente pusieron todos los equipos y la frecuencia en venta o en alquiler, otros eligen suspender y esperar a ver si en algún momento están dadas las condiciones para volver a emitir, pero lo concreto es que hay muchas fuentes de trabajo en peligro de perderse, y sin menoscabar la importancia de ello, muchas más voces que se apagan y dejan a sus audiencias sin la posibilidad de informarse, formarse, entretenerse y de opiniones diversas, que son un factor fundamental en la construcción constante de ciudadanía y mejor democracia.

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