Naira Varela estudió antropología, pero desde hace casi diez años se dedica a preparar unas pastas rellenas sorprendentes. El Árbol es la casa que fundó con su pareja y su mamá. Están en Tres Cerritos y unos meses atrás, en plena pandemia, comenzaron a ofrecer pizzas de masa madre horneadas a leña, crocantes y calentitas, listas para comer en casa.
Naira Varela y Martín Alsama arrancan el día temprano en esa casa de Tres Cerritos que diez años atrás decidieron convertir en multifunción: residencia familiar y fábrica de pastas, bajo el nombre de El Árbol, como homenaje a un solitario arbolito que hay en la vereda, a metros de la esquina de Los Inciensos y Las Tipas.
En enero de 2011, Naira acababa de tener a su primer hijo, Pablo. Estaba estudiando Antropología e imaginaba su futuro ligado a las ciencias sociales. Martín, su pareja, hacía instalaciones eléctricas en obras de construcción. Pero en ese momento no tenía trabajo y, ante la urgencia, entre ambos se la jugaron por un rubro que no conocían: la gastronomía. “Yo había hecho la carrera de chef internacional, ¡pero no era mi idea dedicarme a la cocina!”, afirma Naira entre risas.
Las pastas rellenas surgieron como opción inicial, y en ese camino perseveraron, siempre con la creatividad, la fidelidad a la buena materia prima y la elaboración artesanal como banderas. Y con la colaboración de Delia, la madre de Naira. Seis años atrás, a Pablo se le sumó María del Pilar, con quien se completó la familia. Todos giran alrededor de Él Árbol, que marca el ritmo del hogar.
Este año, en plena pandemia y derivados, se vieron obligados a pensar nuevas opciones para hacer viable el negocio, ya que los restaurantes y hoteles eran sus principales compradores. “Le dimos más volumen a la venta directa al consumidor final, y además sumamos panes y pizzas artesanales, elaborados con masa madre, que hacemos al horno de leña y salen listos para comer. Las pizzas, de estilo napolitano, son un manjar”, asegura Martín.
El gran desafío
Para una estudiante avanzada de Antropología, la elaboración de pastas puede resultar algo repetitivo. Y a veces, efectivamente, lo es. Pero Naira y Martín procuran buscarle una vuelta para romper esa monotonía. En algunas ocasiones lo hacen con un nuevo relleno, en otras con un nuevo sabor (y color) para la pasta, o con algo tan revolucionario como una masa vegana a base de algas. Además, trabajar con la pareja y la madre (o la suegra…) garantiza no aburrirse.
“¿Cómo es trabajar con la familia? Ja ja, qué pregunta tan mediática”, asegura Naira mientras piensa y va y viene entre la seriedad y la carcajada. “A veces se mezclan las cosas y es difícil separar lo personal de lo laboral y profesional, hay roces, es un desafío constante… pero a un emprendimiento familiar uno lo siente propio y le pone un empuje único. Él Árbol no podría haber sido esto sin la familia”.