La vida de una joven ajedrecista y el repaso de una época signada por la mirada masculina. Berth Harmon representará no sólo un fenómeno en el mundo del ajedrez sino la construcción de la individualidad femenina.
El lunes 23 del corriente, el diario El país de España larga un titular bien llamativo: “Gambito de dama” es la miniserie más vista de Netflix con 62 millones de reproducciones en los distintos hogares del mundo”. Un mes fue tiempo suficiente para que esta ficción supere cualquier tipo de expectativa. Netflix comparte sus contenidos en 193 países y, en 92, este producto figuró entre los diez más vistos y en 63 llegó a ser “number one”. Estos detalles nos invitan a repasar el por qué de tanto éxito y dar una valoración, obvio, personal.
“Gambito de Dama” es una adaptación fiel de la novela publicada, con el mismo nombre, allá por 1983, por Walter Tevis. Este señor no tiene la fama de los grandes escritores hasta la fecha conocidos, aunque casi todos sus libros han sido adaptados dentro del mundo cinematográfico. Tales son los casos de «El buscavidas» (film protagonizado por Paul Newman en el que se retrata el mundo del billar), «El hombre que cayó a la Tierra» con David Bowie y «El color del dinero» de 1984, producción que fue llevada al cine por Martin Scorsese y en cuyo elenco se puede encontrar a un Tom Cruise bastante joven. Todas ellas son una muestra de cómo sus textos han resultado atractivos para ser llevados a la pantalla grande.
“Gambito de Dama”, como dijimos antes, es una adaptación fiel del texto de Tevis (no he leído el libro, pero repasando su sinopsis se puede comprobar todo esto) La serie está protagonizada por la exótica y talentosa Anny Taylor-Joy, una actriz de triple nacionalidad, se podría decir: argentina, estadounidense y británica como Beth Harmon, Thomas Bridie como Benny Whatts, un ajedrecista destacado e introvertido, Marielle Heller como Alma Wheatley (madre adoptiva y compañera de emociones),Harry Melling como Harry Beltik como otro ajedrecista y primer amor de Beth, Jacob Fortune como Townes otro ajedrecista y periodista que se encuentra con la protagonista en la Unión Soviética por aquel entonces, Moses Ingram como Jolene, la amiga afroamericana de Beth con quien vive en el orfanato y se encuentran, ya siendo adultas, por nombrar solo algunos.
Esta miniserie está compuesta por siete capítulos, ordenados linealmente, a partir del accionar de la protagonista. Este trayecto que comienza desde su niñez, en el orfanato, continúa con su posterior accionar dentro de una familia adoptiva y finaliza en su incursión por el circuito ajedrecístico. Los creadores de la misma son Scott Frank y Alan Scott. Sin dudas no hay que ser demasiado expertos, en el tema, para darse cuenta que “Gambito…” está bien filmada y ensamblada. Agregando algunas curiosidades, con respecto a la filmación, en una entrevista, realizada a la protagonista en Refinery29, se puede observar la amplitud que tiene Scott Frank para aceptar acciones más ligadas a la interpretación e improvisación de una actriz que al guion mismo. Anny Taylor declara al respecto que en el capítulo cuatro de la serie, Beth va a una fiesta con unos desconocidos, consumen alcohol, estupefacientes y luego tiene relaciones sexuales (su primera vez). Dice la actriz: “La primera vez que Beth tuvo sexo con alguien, agregué una palmadita. Y luego me preocupó que Scott iba a decir, tienes que quitar eso’”. La cuestión fue que la escena quedó así nomás y de alguna manera se puede observar la amplitud del creador en cuanto a la incorporación de escenas no pautadas.
Ya entrando en la serie, podemos decir que la masividad y buena recepción que hay con ella tiene condimentos necesarios para que esto suceda. Uno de ellos es que se presenta como un producto atractivo: lo que se cuenta genera interés, cómo se cuenta y, se arma todo, está puesto para digerirse sin grandes interpretaciones o no hay muchas cosas para ensamblar (es una historia lineal y cronológica sobre una niña). Otro es que tiene algunos temas atractivos para esta época: la mujer o feminismo sería como el de mayor impacto, desde mi humilde opinión. Hay, en la construcción de la trama, también, una marcada contextualización y ambientación de una época: todo se sitúa en los años 50´y se extiende a mediados de los 60´. Un periodo, todo según lo que nos muestra la serie, determinado por las acciones varoniles. La madre de Beth tiene un problema emocional complejo: cuando entiende que estar con el padre de esta niña es lo mejor, él ya formó una familia y la rechaza. Su progenitora no soporta esta situación y toma la peor de todas las decisiones. Por su parte, su madre adoptiva sufre el desamor constante del marido que la abandona cada dos por tres. Esta situación la tiene sumergida en el mundo del alcohol y el empastillamiento. Otro: sus compañeras de escuela son criadas para ser mujeres de bien, según la época, (al servicio de sus futuros maridos) y con el tiempo sufren la falta de individualidad y amor. Estas cuestiones las conducirán al mundo de la bebida (varias veces se observan breves diálogos entre Beth y sus ex compañeras y el ruido de botellas que ornamentan muy bien todo esto) Agregando algo más, al respecto, en el espacio ajedrecístico no hay lugar para la inclusión femenina y nunca, hasta el momento, ha sobresalido ninguna mujer.
Beth Harmon es, sin dudas, la manifestación de la libertad e individualidad de las mujeres en un contexto falocéntrico. Ejerce plena libertad económica cuando los logros son constantes como así también sexual (por su cama hay más cuestiones sensoriales que amorosas). No depende económicamente de nadie y puede pagar sus excesos como así también las cosas cotidianas que rodean a la vida de cualquier mortal (una hipoteca, ropa, etc.) Un detalle, no menor, es que representa, también, al éxito femenino: uno donde hay final feliz para un género sometido y, por sobre todo, talento. La serie intenta, además, agigantar la figura femenina en un contexto bastante conservador y cerrado como la ex Unión Soviética, lugar donde el ajedrez, según la trama, es deporte popular. Allí Beth se codea con la elite de los jugadores profesionales rusos y sus victorias son una inspiración para las jóvenes soviéticas que por radio y a la salida del lugar de competencia, esperan, ansiosas, poder verla. La protagonista es la concreción de una figura casi idealizada de la mujer: respetada por sus contrincantes, fuente de inspiración para las jóvenes y objeto de deseo (es bella e introvertida) Como se puede ver, la construcción de este personaje es, también, una forma de reivindicar a la mujer y su individualidad (este tema es tan constante en nuestros días que incluso la plataforma Netflix lanzó Enola Holmes, la hermana menor de Sherlock, que es tan sagaz y brillante como el aclamado detective de la pipa).
Como expresé, en líneas anteriores, los excesos en el consumo de alcohol, de las mujeres de la época, tienen que ver con una especie de evasión ante tanta indiferencia y sometimiento por parte de los hombres. En caso de Beth, su adicción a los “aperitivos” forma parte de un vicio derivado, se podría decir, más que de un problema en relación con un contexto desfavorable hacia el sexo femenino. Ella adquiere un hábito, hacia las pastillas, complejo en su estadía en el orfanato: éstas funcionaban como una especie de alucinógeno que le permitía representar, en su cabeza, movimientos o partidas que había leído o jugado. Con el tiempo, la protagonista fue incorporando el alcohol como un vicio más. La serie comienza y termina en esa partida final ante un gran maestro ruso que la espera mientras a ella la están levantando de la cama luego de una noche de buena curda. Este problema de las adicciones es tratado como uno grave. La amiga de Beth le sugiere consumir las pastillas en determinados momentos, su primer amorío, luego de un tiempo de no verla, la descubre comprando varias botellas de bebidas alcohólicas y le aconseja desistir de ese hábito, el famoso Benny Whatts le prohíbe consumir mientras practican. En el caso de Beth, se pone de manifiesto que las adicciones no estimulaban ese talento o don, casi innato, que tenía para jugar al ajedrez, así que desistir de ellos no representaba ningún riesgo en sus futuras partidas.
Hay sin dudas en “Gambito de Dama”, también, un muestreo gigante al mundo de un juego tan apasionante como el ajedrez y como que dan ganas de sacar el tablero y acomodar las piezas para jugar. La serie es una invitación a jugarlo, aunque, desde mi punto de vista, incompleta para aquellos que todavía no conocen, a ciencia cierta, sus reglas. Se presentan, en las partidas y los relatos, por sobre todo, el uso de tecnicismos y ya, desde el mismo nombre, aparece una apertura, los primeros movimientos, titulada “Gambito de Dama”. Pienso que la serie podría haber aprovechado un poco ese potencial y no sólo generar expectativas con respecto al juego sino mostrar bien algunas partidas para así conocer más sobre él, ver movimientos e incluso enseñar a jugarlo, es una humilde opinión nomás.
Hay un detalle a mencionar, también, en la serie. Sumada a una ambientación escenográfica muy buena que contextualiza los hechos en los 50´y 60´, está el vestuario confeccionado y diseñado a medida. La trama está pensada desde esta expresión artística y el desfile de atuendos, que representan momentos específicos tanto de la protagonista como de las diferentes situaciones que va experimentando, se encuentran presentes. El cambio radical de atuendo, en Beth Harmon, no sólo tiene que ver con la mejora de su imagen sino también con la confección de una personalidad más libertaria, por así decirlo, en ella. Todo esto fue pensado y llevado a cabo, obvio que con la participación de una diseñadora: Gabriele Binder. En una entrevista, ella cuenta los significados de determinados atuendos usados por la protagonista.
Walter Tevis fue el autor del libro adaptado y según la crítica mucha de su vida está presente en la trama de “Gambito de Dama”: sus adicciones, el gusto por el ajedrez y hasta su estadía en un orfanato. Más allá de este dato, la serie recuperaría todas esas cosas que el texto literario propone, pero profundiza el aspecto femenino como así también la revolución contracultural de los 60´en la figura de esta ajedrecista.
No vamos a ir contra la corriente bajándole el pulgar a una serie que tiene como gran mérito ser aceptada y altamente recomendada por todos. Sí por ahí decirles que se podrían haber profundizado muchas cuestiones, que si bien tiene un rol reivindicativo hacia la individualidad femenina tampoco es tan profundo o demasiado jugoso, que Beth Harmon no se sabe bien específicamente cómo es (es una genia en el ajedrez, pero también ingrata o hasta incluso superficial) La masividad tiene esas cosas también: llegar a todos con un producto claro y bueno, como en este caso, pero no tan intenso desde las cuestiones del pensar. Es una humilde lectura y ustedes pueden hacer la suya.
Sin más por decirles queridos amigos, me despido invitándolos a ver “Gambito de Dama”, una linda miniserie y nos compartan sus impresiones sobre la misma, saludos.
Por Javier Dávalos para Alegre Distopía, un programa de música, literatura y artes varias que imprime una mirada irónica y humorística a estos tiempos distópicos. Escuchalos todos los jueves de 17 a 19 horas por FM La Plaza 94.9