El turismo dentro de la provincia estuvo habilitado durante dos meses y sirvió para darle un respiro a uno de los sectores más castigados por la pandemia. Cafayate fue el sitio más visitado, seguido por Cachi.
El jueves pasado, los salteños recibimos la noticia de que el Gobierno provincial había decidido cortar el turismo interno, como una manera de restringir la circulación entre municipios y departamentos ante la proliferación de casos de coronavirus.
Se interrumpió así un período de dos meses de habilitación, que sirvió para aliviar tan siquiera un poco la complicadísima situación de un sector que en Salta representa ingresos y puestos de trabajo, directos e indirectos. Un sector que, como en buena parte del mundo, venía absolutamente parado desde el inicio de la pandemia, en marzo pasado.
En principio, la prohibición de la actividad turística interna abarca hasta el próximo domingo, 30 de agosto. Habrá que esperar la evolución de los contagios para ver qué determinación toma luego el Gobierno.
Medio vacío, medio lleno
El permiso para salir a recorrer la provincia fue tomado como un bálsamo por muchísimos salteños que ansiaban con salir de sus casas tras tres meses de encierro. Y, sobre todo, fue un salvavidas para que los empresarios hoteleros y gastronómicos pudieran sacar la nariz del agua después de tanto tiempo de ahogo. Por supuesto que no fue la panacea ni una vuelta a la normalidad total, pero sí un pequeño salto para tomar aire.
Si bien todavía no están los números ni el balance oficial de este período, fuentes del Ministerio de Turismo y Deportes de Salta le confirmaron a El Influencer que Cafayate fue el destino más favorecido, con muy buenos índices de ocupación durante los fines de semana. En Cachi también se trabajó muy bien, y en el ránking le siguen el dique Cabra Corral y San Lorenzo (foto principal de esta nota).
Algo que se observó fue que no hubo mucha concurrencia a los restaurantes de estos destinos, ya que los turistas que se alojaban en cabañas y alojamientos tipo apart hotel en buena medida decidieron comer allí, como una forma de evitar los lugares con mucha gente. El dato curioso de este período de turismo interno fue que hubo reiteradas quejas de los viajeros que querían, por ejemplo, recorrer el Alto Valle Calchaquí: los distintos municipios no lograron ponerse de acuerdo con las medidas preventivas. Así se dio el caso de gente que, estando alojada en Cachi, no pudo ir a pasear por la laguna Brealito y otros atractivos del vecino distrito de Seclantás. Sería bueno que, para cuando el turismo interno se vuelva a habilitar, estas diferencias se solucionen y se logren establecer criterios comunes.