Desafios 2022

La pandemia y el desafío 2022

A punto de cumplir dos años en Pandemia por la COVID-19 tenemos un gran desafío por delante, no solo como sociedad, como país, sino como planeta, ha quedado demostrado que las fronteras creadas no disiparán el virus sino forman nuevas variantes o cepas, pues ante un ataque global la respuesta debe ser de la misma índole, por ende la solución que trae la vacuna de emergencia requiere también de su colocación en todos los países de todos los continentes; al respecto hace días atrás leí el articulo ‘Aprendiendo del virus’, publicado por el diario El País, escrito por el filósofo español Paul Preciado sobre el significado social de la pandemia y sus deudas y desafíos, a saber.

El filósofo español comienza por citar al filósofo italiano Roberto Espósito sobre su análisis de las relaciones entre la noción política de ‘comunidad’ y la noción biomédica y epidemiológica de ‘inmunidad’. Comunidad e inmunidad comparten una misma raíz, munus, en latín el munus era el tributo que alguien debía pagar por vivir o formar parte de la comunidad. La comunidad es cum (con) munus (deber, ley, obligación, pero también ofrenda), un grupo humano religado por una ley y una obligación común, pero también por un regalo, por una ofrenda. El sustantivo inmunitas, es un vocablo privativo que deriva de negar el munus. En el derecho romano, la inmunitas era una dispensa o un privilegio que exoneraba a alguien de los deberes societarios que son comunes a todos. Aquel que había sido exonerado era inmune. Mientras que aquel que estaba desmunido era aquel al que se le había retirado todos los privilegios de la vida en comunidad.

Así define Preciado lo que se busca con la vacuna de emergencia, la inmunidad epidemiológica, y luego hace una comparación con algunas epidemias que fueron surgiendo en la historia de la humanidad en los últimos siglos, y allí su primera premisa, siguiendo a Michel Foucault, Roberto Espósito y Emily Martin, considera que es posible elaborar una hipótesis que podría tomar la forma de una ecuación: dime cómo tu comunidad construye su soberanía política y te diré qué formas tomarán tus epidemias y cómo las afrontarás.

La hipótesis de Michel Foucault, Roberto Espósito y de Emily Martin nada tiene que ver con una teoría de complot, dice Preciado, no se trata de la idea ridícula de que el virus sea una invención de laboratorio o un plan maquiavélico para extender políticas todavía más autoritarias. Al contrario, el virus actúa a nuestra imagen y semejanza, no hace más que replicar, materializar, intensificar y extender a toda la población, las formas dominantes de gestión biopolítica y necropolítica que ya estaban trabajando sobre el territorio nacional y sus límites. De ahí que cada sociedad pueda definirse por la epidemia que la amenaza y por el modo de organizarse frente a ella.

Pensemos, por ejemplo, en la sífilis, esa epidemia golpeó por primera vez a la ciudad de Nápoles en 1494, la sífilis materializó en los cuerpos de los siglos XVI al XIX las formas de represión y exclusión social que dominaban la modernidad patriarcocolonial, la obsesión por la pureza racial, la prohibición de los así llamados ‘matrimonios mixtos’ entre personas de distinta clase y ‘raza’ y las múltiples restricciones que pesaban sobre las relaciones sexuales y extramatrimoniales.

El SIDA, continúa Preciado, fue a la sociedad neoliberal heteronormativa del siglo XX lo que la sífilis había sido a la sociedad industrial y colonial. Los primeros casos aparecieron en 1981, precisamente en el momento en el que la homosexualidad dejaba de ser considerada como una enfermedad psiquiátrica, después de que hubiera sido objeto de persecución y discriminación social durante décadas.

Es así que la sociedad europea, ha decidido construirse colectivamente como comunidad totalmente inmune, cerrada a Oriente y al Sur, aunque éstos sean su almacén, cerrando la frontera en Grecia, construyendo los mayores centros de detención a cielo abierto de la historia en las islas que bordean Turquía y el Mediterráneo y fantaseando que así conseguirían una forma de inmunidad. La destrucción de Europa comenzó paradójicamente con esta construcción de una comunidad europea inmune, abierta en su interior y totalmente cerrada a los extranjeros y migrantes.

Para Preciado la Covid-19 ha desplazado las políticas de la frontera que estaban teniendo lugar en el territorio nacional o en el superterritorio europeo hasta el nivel del cuerpo individual. ‘El cuerpo, tu cuerpo individual, como espacio vivo y como entramado de poder, como centro de producción y consumo de energía, se ha convertido en el nuevo territorio en el que las agresivas políticas de la frontera que llevamos diseñando y ensayando durante años se expresan ahora en forma de barrera y guerra frente al virus. La nueva frontera necropolítica se ha desplazado desde las costas de Grecia hasta la puerta del domicilio privado. Lesbos empieza ahora en la puerta de tu casa. Y la frontera no para de cercarte, empuja hasta acercarse más y más a tu cuerpo. Calais te explota ahora en la cara. La nueva frontera es la mascarilla. El aire que respiras debe ser solo tuyo. La nueva frontera es tu epidermis. El nuevo Lampedusa es tu piel’.

Todo lo relatado nos obliga a afirmar que, pese a medidas de extremo cuidado, debemos apostar a la innovación social, ‘es la ocasión de una reconfiguración a gran escala de las técnicas del cuerpo y las tecnologías del poder’. Foucault analizó el paso de la gestión de la lepra a la gestión de la peste como el proceso a través del que se desplegaron las técnicas disciplinarias de espacialización del poder de la modernidad. Si la lepra había sido confrontada a través de medidas estrictamente necropolíticas que excluían al leproso condenándolo si no a la muerte al menos a la vida fuera de la comunidad, la reacción frente a la epidemia de la peste inventa la gestión disciplinaria y sus formas de inclusión excluyente: segmentación estricta de la ciudad, confinamiento de cada cuerpo en cada casa.

En definitiva, dice Preciado, ‘el sujeto del technopatriarcado neoliberal que la Covid-19 fabrica no tiene piel, es intocable, no tiene manos. No intercambia bienes físicos, ni toca monedas, paga con tarjeta de crédito. No tiene labios, no tiene lengua. No habla en directo, deja un mensaje de voz. No se reúne ni se colectiviza. Es radicalmente individuo. No tiene rostro, tiene máscara. Su cuerpo orgánico se oculta para poder existir tras una serie indefinida de mediaciones semio-técnicas, una serie de prótesis cibernéticas que le sirven de máscara: la máscara de la dirección de correo electrónico, la máscara de la cuenta Facebook, la máscara de Instagram. No es un agente físico, sino un consumidor digital, un teleproductor, es un código, un pixel, una cuenta bancaria, una puerta con un nombre, un domicilio al que Amazon puede enviar sus pedidos. El domicilio personal se ha convertido ahora en el centro de la economía del teleconsumo y de la teleproducción. El espacio doméstico existe ahora como un punto en un espacio cibervigilado, un lugar identificable en un mapa google, una casilla reconocible por un dron’.

Pero todo esto puede ser una mala noticia o una gran oportunidad, ‘es precisamente porque nuestros cuerpos son los nuevos enclaves del biopoder y nuestros apartamentos las nuevas células de biovigilancia que se vuelve más urgente que nunca inventar nuevas estrategias de emancipación cognitiva y de resistencia y poner en marcha nuevos procesos antagonistas. La curación y la recuperación no pueden ser un simple gesto inmunológico negativo de retirada de lo social, de cierre de la comunidad. Como el virus muta, nosotros también debemos mutar’, concluye el filósofo español.

En definitiva, la innovación social nos obliga a repensarnos como sociedad, la forma de interrelacionarnos y sobre todo la actualización de las instituciones que nos fijan reglas y leyes.

Por estos casi dos años de pandemia hemos visto las reacciones sociales más variadas, actos de absoluta solidaridad por un lado y de tremendo egoísmo por otro, instituciones que modernizaron su sistema web dando respuestas on line ante los más variados requerimientos y aquellas que pudiendo hacerlo prefirieron reducir la atención a casi, a veces, la nada misma. Tal vez era una oportunidad para brillar, mejorando cuanto sistema web existiera, algunos lo lograron, otros solo se opacaron más.

2022, menuda tarea!

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *